Erwin Rommel: el general favorito de Hitler apodado «el Zorro del Desierto»
Lideró la 7ª división Panzer y tomó el mando de los Afrika Korps en 1941, que lo encumbró a la fama militar
«Un audaz y hábil enemigo, pero debo decir que, pese a los estragos de la guerra, es un gran general», fue lo que dijo el primer ministro británico, Winston Churchill, sobre el general alemán que puso en apuros a las tropas aliadas en África: Johannes Erwin Eugen Rommel, apodado «el zorro del desierto». Fue uno de los grandes generales alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Eso no quita que Rommel fuese uno de los primeros que se entusiasmó con el discurso militarista de Hitler, al que admiró durante muchos años, hasta que comprendió que estaba luchando por un criminal narcisista alejado de cualquier concepto relacionado con los valores militares como el honor que él defendía.
Rommel luchó en la Gran Guerra al igual que Hitler, pero con una gran diferencia, Rommel sí que entró en combate porque estuvo destinado en un regimiento de la región de Argonne, mientras que el futuro dictador alemán trasportaba las órdenes desde la retaguardia al frente montado en una bicicleta y se ganó el apodo de «cerdo de la retaguardia».
Por su parte, Rommel ascendió a teniente y se ganó el respeto de sus hombres. En 1915, le concedieron con la Cruz de Hierro de primera clase. Ese carácter por el que se ganó la cruz no era nada nuevo, desde que ingresó en la Escuela Militar de Danzing demostró una gran capacidad de liderazgo y fortaleza física. Tras licenciarse empezó una exitosa carrera al ascender rápidamente de cabo a sargento. Fue en ese periodo en el que conoció al que sería el amor de su vida: Lucie Maria Molin, con la que se casó durante un permiso que le concedieron durante la Primera Guerra Mundial. Poco después regresó a la contienda, pero esta vez al frente italiano, donde recibió otra condenación con la Pour le Mérite, una de las mayores condecoraciones alemanas reservadas hasta entonces solo a generales.
Un zorro en el desierto
Rommel era un hombre de su tiempo, y como tal vio en el armisticio que ponían fin a la Gran Guerra una deshonra para el esfuerzo de tantos compatriotas que habían dado la vida por su país. Sin embargo, como militar que era, acató la situación y se marchó a vivir con su familia a Stuttgart, mientras continuaba su carrera militar en el desmantelado ejército alemán. Allí pasó nueve años de su vida hasta que en 1932 ascendió a comandante y fue destinado en la Escuela Militar de Dresde como instructor.
Era conocido por su técnica de adiestramiento, basada en una durísima formación física para resistir cualquier tipo de circunstancia. Gracias a sus métodos, cuando Hitler llegó al poder se fijó en Rommel, aunque esto no gustó a algunos líderes militares del partido nazi, que tal vez por envidia o por incapacidad, lo detestaban.
Rommel continuó ascendiendo y convirtiéndose en un experto en estrategia militar con varias publicaciones, como Ataques de infantería (Infanterie greift an), que al parecer gustó mucho a Hitler. Tanto es así que lo nombró comandante en jefe de su batallón de escolta durante sus visitas a Austria, donde Rommel estaba destinado desde hacía algún tiempo. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial sus teorías sobre estrategia se trasladaron al campo de batalla, y en especial a las dunas y áridas estepas del norte de África, donde lideró la 7ª división Panzer y tomó el mando de los Afrika Korps en 1941, que lo encumbró a la fama militar, y puso a los aliados en una situación complicada, tanto que Rommel se ganó el mote de «zorro del desierto».