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Bobby Kennedy en la campaña electoral de 1968

El «otro» Kennedy y la desconocida historia del asesinato

La «maldición de los Kennedy» volvió a aparecer, y con ella las intrigas y teorías diversas sobre la muerte de Bobby

Era una muerte anunciada. «Yo lo sé, ustedes lo saben, y es tan cierto como que estamos sentados aquí. Y él está allí afuera, esperando que lo maten», fueron las palabras que pronunció el periodista John Lindsay, de Newsweek, el 22 de noviembre de 1963, mientras cubría la comitiva del presidente John F. Kennedy minutos antes de su asesinato. Sin embargo, esta afirmación no iba dirigida al presidente norteamericano sino a su hermano Robert. «¿Sabes qué pienso que va a pasar con Bobby? Lo mismo que pasó con Jack», es lo que le dijo Jackie Kennedy, viuda de J. F. K, a un exasesor de su marino. Cinco años después, en junio de 1968, Bobby –como llamaban a Robert Kennedy– fue asesinado.

Aquella noche, Bobby acababa de ganar las primarias demócratas de California, y era el candidato favorito para rivalizar la presidencia de los Estados Unidos frente al republicano Richard Nixon en las elecciones a la Casa Blanca. Después de pronunciar un discurso en el hotel Ambassador de Los Ángeles, el candidato y su comitiva debían ir a la sala de prensa, pero para evitar atravesar la multitud que se había reunido en la sala para escucharlo, decidieron que sería más seguro acortar atravesando la cocina del hotel.

En ese instante, un joven se acercó a Robert Kennedy, le apunta con un revólver del calibre 22 y dispara con él. Kennedy cayó al suelo al momento y cinco personas más resultaron heridas. El servicio de seguridad del candidato no pudo evitarlo, pero se encargó de llevarlo rápidamente al hospital más cercano, el Good Samaritan, donde murió al día siguiente. El asesino fue detenido al instante e identificado como Sirhan Bishara Sirhan, un joven palestino de 24 años.

La motivación que lo llevó a cometer tal acto fue el apoyo de Kennedy a la causa israelí. Sin embargo, un contexto nada sencillo para Estados Unidos, Robert había prometido cambios valientes en favor de los derechos civiles y abogaba por la paz. Con su asesinato terminaron las promesas de cambio.

Muerte y conspiración

Habían pasado pocos meses del asesinato a tiros de Martin Luther King, y las protestas contra la participación norteamericana en la guerra de Vietnam se extendían por varias ciudades del país. Más allá del contexto político y social, para los Kennedy el asesinato de Bobby fue una tragedia más que se sumó a la larga lista de pérdidas, desde la muerte de Joseph en la Segunda Guerra Mundial, el magnicidio de John en 1963, y ahora su hermano.

Kennedy informando a la prensa sobre los chanchullos en el Sindicato de Ingenieros de Explotación

La «maldición de los Kennedy» volvió a aparecer, y con ella las intrigas y teorías diversas sobre la muerte de Bobby. Una de aquellas teorías decía que hubo más de un pistolero, como afirmaban Paul Schrade, íntimo amigo de Robert, que fue herido durante el ataque, y Robert Kennedy Jr., hijo de Bobby. El tiempo y un nuevo estudio forense arrojó algo de luz sobre el suceso, porque se analizó el audio de una grabación de los hechos en el que se escuchaban hasta trece disparos, pero el arma utilizada por Sirhan solo tenía ocho. Hay otras teorías menos contrastadas y algo conspiranoicas que acusan a la CIA del atentado. Fuera como fuese, cambió el rumbo de la política norteamericana y, por lo tanto, del mundo.

Robert Kennedy buscaba continuar el legado de su hermano, pero no lo consiguió. Recibió sepultura en el cementerio de Arlington junto a su hermano John. Después de décadas de misterio sobre ambos asesinatos, hace pocos años se desclasificaron documentos del magnicidio, y parece que la historia vuelve a repetirse tras el intento de asesinato de Donald Trump, en un contexto muy distinto, pero con un trasfondo social de polarización, odio y miedo parecido al de los años sesenta del siglo pasado, o incluso peor.