Picotazos de historia
El motín de las verduleras de Madrid de 1892 que forzó la dimisión de un alcalde
El alcalde presentó su dimisión en vista del escándalo que se había organizado en un suceso que pasó a la pequeña historia con el nombre de «el motín de las verduleras»
Don Alberto Bosch y Fustegueras (1848-1900), notable letrado y político del siglo XIX, fue dos veces alcalde de la Villa y Corte de Madrid.
La primera vez fue durante el año 1885 y su actuación fue memorable, pues supo demostrar determinación, eficacia, dedicación y resolución para combatir la terrible epidemia de cólera que azotó a la población.
Esta enfermedad apareció por primera vez en Europa en el año 1832, concretamente surgió en Londres, y procedía de la India en donde era prácticamente endémica.
Hasta el año 1884, el doctor Robert Koch (el mismo que descubrió el bacilo de la tuberculosis al que dio nombre), no descubriría el bacilo que la provocaba. Pues Don Alberto se desempeñó tan estupendamente en esos críticos días que el ayuntamiento y la población, agradecida, le nombró hijo adoptivo y predilecto de Madrid.
Nombrado de nuevo para desempeñar el cargo, esta vez encontró que la vara de alcalde se volvió contra él. Y, lo que era peor, blandida a manos del más terrible de los adversarios: las verduleras de la villa.
Estas señoras tenían por oficio y medio de ganancia el comercio de los frutos de las huertas de los alrededores. Gente de lengua áspera y afilada y genio vivo, el diccionario de la Real Academia de la Lengua recoge como acepción del término «verdulera» la definición de «persona descarada y ordinaria». Pero volvamos a lo nuestro.
Estas dignas señoras tenían unas áreas acotadas donde establecer sus puestos de venta. Así podíamos encontrarlas en el Mercado de la Cebada, la plazuela de San Ildefonso, Rastro y Vistillas, amén de en el nuevo mercado de Maravillas.
Ese año de 1892 el gremio de las señoras estaba rabiando y es que el nuevo gobierno había impuesto un régimen fiscal que proporcionalmente se hacía más oneroso a las clases más desfavorecidas.
El día 30 de junio terminó el año económico y el mes siguiente se estrenó con un nuevo impuesto que gravaba a los puestos de venta de las verduleras con unos cuantos céntimos al día. El periodista, médico, político y futuro alcalde de Madrid, Don José Francos Rodríguez, nos dejó una viva crónica de los sucesos.
«Hubo gritos; después, tomatazos; más tarde, puñadas y hasta tiros; los agentes esgrimieron las tizonas; las buenas mozas consumieron las hortalizas usándolas como proyectiles..., durante un par de días se oyó por diferentes parajes de la corte el clamor de la revuelta, sofocada, no sin trabajo, tras las cargas de la Policía y la Guardia Civil».
Se apaciguaron las aguas y las verduleras volvieron a sus puestos, pero volvieron triunfantes. Y es que el alcalde presentó su dimisión en vista del escándalo que se había organizado.
Pues resulta que, además, las señoras contaban con las simpatías y apoyo de la sociedad madrileña dejando al alcalde en una situación incómoda. Este suceso pasó a la pequeña historia con el nombre de «el motín de las verduleras».
Don Alberto se retiró a la villa albaceteña de El Bonillo donde su esposa, de nombre Elena Herreros, tenía buena hacienda. Allí se dedicará el futuro prócer a actividades y publicaciones de tipo científico hasta su vuelta al ruedo político. Don Alberto acabó como ministro de Fomento, pero eso ya es otra historia.