Picotazos de historia
El torpe general británico Walpole que intentó sofocar la revuelta contra Inglaterra de los soldados indios
Uno de los oficiales británicos enviados para combatir la rebelión fue el general sir Robert Walpole que era un individuo bastante irresoluto, tímido a la hora de tomar decisiones y lento para ejecutarlas
En 1857 estalló en la India el denominado Motín de los Cipayos (1857-8) que puso los pelos de punta a las instituciones británicas y legó argumento para innumerables novelas de aventuras y películas. En 1858 ya los ingleses tenían encarrilado el problema y solo faltaba liquidar las zonas periféricas de la revuelta.
Durante esos terribles y angustioso meses las fuerzas británicas estuvieron bajo las órdenes del firme y fiable sir Colin Campbell. Su superior, el general Anson, un caballero encantador, pero absolutamente incapaz de dirigir ni una cena, tuvo la patriótica delicadeza de morir de fiebres al poco de estallar el motín, dejando libertad de mando al capaz sir Colín (para alivio de todo el mundo).
Uno de los oficiales británicos enviados para combatir la rebelión fue el general sir Robert Walpole (1808 – 1876). nada más llegar le enviaron a la toma de Cawnpore, lugar donde los amotinados llevaron a cabo una terrible matanza de civiles. Durante los siguientes meses, Walpole, participaría en distintas acciones y campañas con eficiencia, pero sin espectacularidad. Siempre dando apoyo y nunca tomando la iniciativa.
Tras la toma de la ciudad de Lucknow se puso al general Walpole al mando de una división compuesta por: el 42º y 79º regimientos de infantería, el 93º Highlanders y el 4º de Rifles del Punjab. Como apoyo contaba con el 9º de lanceros y el 2º de caballería del Punjab; artillería montada, de campaña y de sitio, amén de varias unidades de ingenieros y zapadores. Su misión consistía en tomar la región rebelde de Rohilkhand, en la parte noroccidental del actual estado de Uttar Pradesh.
Estamos en el mes de abril de 1858, la rebelión claramente a fracasado y los amotinados son muy conscientes de que su lucha es inútil. En esta zona Walpole solo ha de pasar la escoba. El enemigo está desmoralizado y solo hará amago de defensas de los puntos más estratégicos y de las posiciones más fuertes. Walpole tiene medios suficientes para enfrentarse a cualquier intento de defensa y tomar cualquier posición defendida por los rebeldes.
La regla de oro: despacito y buena letra en los sitios y velocidad en el avance. El problema es que Walpole, cuyo valor personal está fuera de toda duda, era un individuo bastante irresoluto, tímido a la hora de tomar decisiones y lento para ejecutarlas. La verdad es que hacía tiempo que el general Walpole había alcanzado el punto de su propia incompetencia que postulaba el Principio de Peters.
El día 15 de abril se encontró delante de las murallas de la fortificación de Ruhya, a unos quince kilómetros al este del río Ganges (región histórica de Oudh o Awadh). El fuerte contaba con una protección natural que le daba la jungla por el norte y el sur y las murallas con la que se encontraron los ingleses de frente —las del lado oeste— eran altas y fuertes. El alcaide de la fortaleza era el noble sij Nirpat Singh.
El comandante del fuerte no tenía ninguna intención de continuar una lucha que no había empezado y a la que se había visto obligado a unirse de mala gana. Discretamente, como quien no quiere la cosa, dejó escapar a un prisionero después de aleccionarle sobre lo que quería que contara al comandante inglés. El prisionero era un soldado de la tropa de caballería irregular que dirigía William Hodson (quien se haría famoso durante el motín y moriría ese mismo año).
El soldado comunicó al general Walpole que Nirpat Singh estaba más que dispuesto a retirarse y dejar la fortaleza en manos inglesas, pero necesitaba de una resistencia simbólica, un acto que justificara su retirada y le salvara la cara frente a su gente. El soldado continuó informando al general, relató que la guarnición no la conformarían más allá de unos doscientos hombres, de los cuales apenas un tercio tendrían formación militar. Además, señaló con insistencia, los muros de la parte este de la fortaleza estaban en muy mal estado y eran tan bajos que un niño podría saltarlos sin problema.
Walpole desechó la información que aportó el soldado. Decidió que todo lo que contaba eran bulos y engaños destinados a atraerlos hacia una trampa. Se empeñó, y nadie sabe de donde demonios sacó la idea, que la guarnición del fuerte Ruhya se componía de más de mil quinientos disciplinados guerreros sij armados hasta los dientes. Por su puesto no envió patrullas para comprobar el estado de las murallas de la zona este. En lugar de ello, hizo todos los preparativos para llevar a cabo un ataque frontal en el punto más fuerte y mejor cubierto por la artillería enemiga: las murallas del lado oeste.
Como les he mencionado antes el comandante rebelde no tenía intención alguna de defender la posición. Estaba esperando una muestra de fuerza por parte de los británicos, no que se brindaran para un tiro al blanco. Viendo a los ingleses apurados, que ellos mismos se habían puesto en semejante situación, los ánimos de los defensores se elevaron y de una defensa simbólica pasaron a una defensa firme. Los ingleses fueron acribillados, 130 murieron ese día y casi 300 fueron heridos. Entre los muertos estaba el muy popular general Hope y los ingleses no llegaron a estar a menos de cincuenta metros de las murallas enemigas.
Nirpat Singh era un hombre de honor y cumplió su palabra: al día siguiente abandonó discretamente el fuerte de Ruhya, después de desbandar a las tropas que en él había, y se fue a su casa. Frente a los suyos podía mostrar la heroica defensa; a los ingleses, su disposición a retirarse.
Walpole terminó la campaña de Rohilkhand, pero jamás le volvieron a dar un mando independiente, en vez de ello lo condecoraron y le abrumaron con cargos simbólicos, carentes de mando o importancia y a su debido tiempo se retiró. En cuanto a Nirpat Singh, nunca nadie volvió a saber de él.