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Abba Kovner (derecha) durante la Guerra árabe-israelí de 1948Wikimedia Commons

Picotazos de historia

Nakam o la venganza de los judíos tras Segunda Guerra Mundial: querían acabar con la SS

Abba Kovner, combatiente en el gueto de Varsovia, encontró seguidores entre los supervivientes del Holocausto y formó un grupo al que denominó Nakam, «venganza» en hebreo

hay una película del año 2001 titulada La Solución Final (Conspiracy). Esta película, dirigida por Frank Pierson y protagonizada por Kenneth Branagh y un plantel de maravillosos actores ingleses, nos narra el desarrollo de la denominada Conferencia de Wannsee, en donde los jerarcas de nazismo decidieron llevar a cabo un programa de exterminio de la raza judía en Europa. La película, magnífica y muy recomendable, espeluzna por la visión burócrata y el despego de cualquier sentimiento de humanidad y, lo más impresionante —al menos para mí— es que el único residuo de humanidad lo muestra el comandante de las SS Rudolf Lange, quien reconoce que ha asesinado a 20.000 judíos en Letonia. Lange fue el único de los asistentes a la conferencia que murió en combate.

Bueno, ya saben ustedes lo que siguió a la conferencia de Wannsee. El llamado Holocausto, el exterminio de una raza, de las voces disidentes y de los llamados «elementos antisociales» (termino también utilizado por su contraparte en la Unión Soviética y que era un cajón de sastre en el que todo cabía). No es de extraña que después de atravesar semejante ordalía muchos individuos, que habían perdido a familiares y amigos y que habían sufrido las delicadas atenciones de los campos de exterminio, guardaran un profundo odio y anhelaran alguna forma de venganza contra los que habían sido sus torturadores.

Abba Kovner (de pie, en el centro) con miembros de la FPO en el gueto de Vilna

Abba Kovner, combatiente en el gueto de Varsovia y líder partisano de la posterior lucha contra los alemanes, fue una de esas personas. Su odio y afán de venganza encontró seguidores entre los supervivientes del Holocausto y formó un grupo al que denominó Nakam, «venganza» en hebreo.

Se calcula que esta organización llegó a contar con una cincuentena de integrantes en su periodo de máxima actividad y su objetivo era el asesinar a la mayor cantidad de alemanes. Con esta idea llevaron a cabo un intento de envenenar el suministro de agua potable de la ciudad de Embeber. Esta acción fue abortada por las fuerzas británicas que controlaban la zona y los integrantes de Nakam detenidos.

Al no poder demostrar la vinculación con el intento de atentado, Abba Kovner fue puesto en libertad al poco tiempo. Ya en libertad, no tardó en empezar a organizar otro atentado pero, esta vez, centrándose solo en los odiados integrantes de las SS. Cerca de Núremberg se encontraba el antiguo campo de prisioneros Stalag XIII-D de Langwasser.

Este lugar continuaba cumpliendo con la función para la que fue concebido y era uno de los principales campos donde se destinaban a los prisioneros que hubieran pertenecido a las SS. Llegó a albergar a 15.000 miembros de esta organización pero en ese momento debían de rondar los 10.000. Kovner descubrió que el pan que se suministraba al campo procedía de una cooperativa panadera de la ciudad de Núremberg, por lo que ordenó a un integrante del Nakam que se infiltrara en ella.

Este era un superviviente de varios campos y tenía conocimientos de panadería. Buscó hacerse amigo del gerente, le contó que estaba esperando un visado para viajar a Estados Unidos y mientras se ofreció a trabajar gratis en la cooperativa. El gerente, que estaba muy impresionado por sus conocimientos en la materia, le aceptó encantado.

Abba Kovner testificando en el juicio de Eichmann, Jerusalén 1961-

Ya tenían un infiltrado en la cooperativa, pero el problema era que querían matar a los SS y no a los norteamericanos que los vigilaban. ¿Qué hacer?

La solución les vino con otro infiltrado que tenían, esta vez dentro del Stalag XIII-D. El domingo, les informó el topo, los prisioneros comen el pan negro ordinario, mientras que a los norteamericanos se les suministra, exclusivamente para ellos, pan blanco. Ya tenían la forma de ejecutar la acción y el día.

Con ayuda del infiltrado en la cooperativa panadera se introdujo a seis miembros del Nakam con la misión de envenenar las barras de pan destinados a ser consumidos por los prisioneros alemanes. Tras varias pruebas decidieron que lo mejor era «pintar» con arsénico la parte de abajo de cada barra. Para tal fin introdujeron dentro de la panificadora una buena cantidad de veneno y marcaron la fecha del sábado 13 de abril de 1946 para llevar a cabo el atentado. Quiso la mala suerte que ese día coincidió con una huelga y los agentes del Nakam apenas les dio tiempo de embadurnar con arsénico la parte de abajo de unas 3.000 barras de las 12.000 calculadas.

Cumplida su misión, en la medida que las circunstancias lo permitieron, salieron pitando hacia Checoslovaquia y se quedaron allí esperando noticias. El periódico New York Times publicó, con fecha de 23 de abril, que en el campo de prisioneros de Langwasser se había producido un envenenamiento masivo que había afectado a 2.283 prisioneros, de los cuales habían tenido que ser hospitalizados 207. No hubo victimas mortales.

El Nakam continuaría con acciones mucho menos ambiciosas hasta su disolución en torno a 1954. Abba Kovner terminó en Israel como poeta y profesor de literatura, otros formaron familia y trabajaron en los kibutzs (granjas cooperativas de Israel), otros no pudieron adaptarse y se vincularon a la vida marginal y la delincuencia. Ninguno de ellos se arrepintió nunca de las acciones que llevaron a cabo. Al contrario, la mayoría rumiaba el resentimiento de que no se hubiera reconocido el mérito de sus acciones y todos, absolutamente todos, justificaban los asesinatos cometidos.