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La fundación de la ciudad de Lima

La fundación de la ciudad de Lima

490 años

490 años de la fundación de Lima: así fue como Pizarro la convirtió en la 'Ciudad de los Reyes'

Lima pronto se convirtió en una de las más importantes del mundo y que, en el momento de la independencia, se igualaban en riqueza y modo de vida a París o Londres y superaban a cualquiera de las ciudades españolas peninsulares

La conquista de Perú fue quizás el episodio más violento de la exploración de América por los españoles. La cantidad de riqueza que se descubrió fue suficiente para aflorar las pasiones más destructivas de hombres de carácter fuerte, de gran ambición y poco dados a convenir.

La personalidad impulsiva y despectiva tanto de Pizarro como de Almagro convirtieron la aventura en un derramamiento de sangre en guerras contra el inca y entre los españoles. Pero entre las turbulencias de las batallas y la facilidad para matar, existieron hechos señeros que han marcado la historia posterior. Uno de ellos fue la fundación de Lima. Ciudad que pronto se convirtió en una de las más importantes del mundo y que, en el momento de la independencia y de la misma manera que México, se igualaban en riqueza y modo de vida a París o Londres y superaban a cualquiera de las ciudades españolas peninsulares.

Cuando Pizarro abandonó Quito intentó una convivencia con Manco, recién proclamado tras la muerte de Huáscar, que parecía someterse a la corona de Castilla. Atahualpa había sido derrotado en Cajamarca. Habían alcanzado un lugar en el camino a Cusco donde Pizarro fundó la ciudad de Jauja, que les serviría de base en retaguardia.

La Ciudad de los Reyes

Pero al extremeño no le gustaba la ubicación de la ciudad para capital. Estaba alejada del mar, en las alturas, con difícil acceso para caballerías y carruajes, con un camino lleno de débiles puentes colgantes de mimbre sobre torrentes profundos. En las alturas nevaba, fenómeno que los españoles del sur desconocían y al que no se habituaban.

Estos sabían que el mar era su vía principal de comunicación con Europa y entre los nuevos territorios. Necesitaba buscar un lugar apropiado dentro del inmenso país. Pizarro decidió buscar uno de fácil tránsito, con agua y valles cultivables. Para eso envió a Hernando de Soto con una compañía de caballeros a explorar el país. Soto se encontró que los indios abandonaban y quemaban sus ciudades y les plantaban cara en los lugares apropiados para las emboscadas. Cuando estaba a punto de sucumbir, y después de mandar a un emisario a Pizarro, llegó Almagro en su auxilio.

La Ciudad de los Reyes (Lima), según el cronista Guamán Poma de Ayala

La Ciudad de los Reyes (Lima), según el cronista Guamán Poma de Ayala

Seguro de haber dominado a los incas, aunque sospechando que Almagro, al que mandó en expedición con Benalcázar, quería sustituirlo, Pizarro bajó de las montañas y alcanzó el valle de Rimac (de la corrupción de este nombre deriva Lima), en una población indígena llamada Pachacamac. El lugar fue elegido por los tres exploradores avanzadilla de Pizarro: Ruiz Díaz, Alonso Martín de Don Benito y Juan Tello para que el caudillo extremeño fundara una población que estaba bien comunicada con un puerto que se estaba usando para las comunicaciones, Callao.

Pero lo suficientemente alejada del mar para poder protegerse de ataques piratas. Era un lugar equidistante de las ciudades conquistadas, de buen clima, de buenas comunicaciones y a tan solo dos leguas del Pacífico. En un valle atravesado por un gran río que irrigaba los cultivos. El 6 de enero de 1535 se determinó crear allí la nueva capital, aunque los primeros trabajos comenzaron después. Por ser el día de la Epifanía, se denominó inicialmente Ciudad de los Reyes.

El acta fundacional

El 18 de enero de ese año, como señala el acta del escribano, se fundó la ciudad y se pusieron las primeras piedras de la iglesia, marcando las calles de la nueva urbe. La historia de esta fundación la escribió el jesuita Bartolomé Cobo que no fue testigo, aunque vivió y murió en la ciudad. El manuscrito es de 1639 y permaneció inédito hasta que fue publicado en Lima en 1882 en edición de M. González de la Rosa.

El libro detalla la fundación y los primeros años de viva ciudadana. Cobo escribía: «Asentada y trazada la ciudad, conforme a la planta y dibujo que de ella se hizo en papel, en el mismo asiento del pueblo de indios, dichos Lima». Acto seguido se haría el repartimiento y las encomiendas y las adjudicaciones de terrenos para los nuevos pobladores. Aunque estima que no fue hasta doce años más tarde cuando lo ideado tomara cuerpo.

Plano de Lima en 1750, incluyendo las murallas construidas alrededor del damero entre 1684 y 1687, por el virrey, Melchor de Navarra y Rocafull

Plano de Lima en 1750, incluyendo las murallas construidas alrededor del damero entre 1684 y 1687, por el virrey, Melchor de Navarra y Rocafull

En efecto, el propio Pizarro, con Nicolás de Ribera, Agüero y Quintero trazaron el plano en cuadrícula siguiendo el modelo Vitrubio preconizado en las Leyes de Indias. Es un modelo del modo civil de la nueva manera de entender el gobierno americano. El detalle del entramado callejero está vivo aún.

Se proyectaron anchas calle, superiores a las de los pueblos españoles, «cruzándose unas a otras en ángulos rectos y bastante apartados para dejar ancho espacio para jardines y plazas públicas. Diósele una forma triangular, teniendo el río por base, cuyas aguas llevadas por acueductos de piedra debían atravesar las principales calles y facilitar el riego de los jardines de las casas», decía Fernando de Montesinos en sus Anales.

En la plaza, el palacio del virrey, la catedral, el cabildo y otros edificios públicos construidos con tal solidez que aguantaron terremotos. Las plazas que marcaban la vida de las ciudades, simbolizaban el poder hispano y servían de lugar de reunión e, incluso, de mercado público. Lima, como se señaló al principio, no dejó de crecer en importancia y riqueza y hoy, cuatrocientos noventa años después, permanece como un sitio de enorme belleza.

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