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La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras (parte III)

Grandes gestas españolas

La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras (parte III)

Lea y escuche la tercera parte del relato de este recorrido histórico sobre la División Azul y la medicina

Tras abordar los antecedentes de la Sanidad Militar, y centrarnos en una segunda parte en los médicos y sanitarios de la campaña española en Rusia, hay que destacar la importante participación femenina que estuvo personificada en la labor de las enfermeras.

El 21 de junio de 1941 comenzaba la invasión por Alemania de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y tres días después, Serrano Suñer, pronunciaba su conocida arenga «Rusia es culpable» considerada casi «el discurso fundacional de la División Azul». Pronto, la intención de Falange de acudir a Rusia con voluntarios fue manifiesta y las mujeres falangistas, integradas en la llamada Sección Femenina, consideraron de su exclusiva competencia el aportar el contingente de enfermería.

Y así, cuando se abrieron los llamados «banderines de enganche» para alistar a los voluntarios, ellas exigían con firmeza su sitio en la campaña. Docenas de enfermeras provenientes de todas las provincias españolas, y con acreditada experiencia en la Guerra Civil, se ofrecían desde el primer momento para marchar a Rusia.

En relación con la Sanidad Militar el libro de absoluta referencia es Bajo el Fuego y Sobre el Hielo del Dr. Poyato, y en el ámbito de las enfermeras, la obra más completa es Ángeles en el Frente del Este. Las enfermeras de la División Azul de Miguel García Díaz. El autor se entrevistó con muchos familiares, recopiló más de mil fotos, recuperó sus biografías y buceó durante años en la prensa y archivos para atesorar una ingente documentación que le permitió hacer un análisis riguroso, principal fuente de estas líneas.

El libro 'Ángeles en el frente del este'

El libro 'Ángeles en el frente del este'

El reclutamiento de enfermeras

La Sección Femenina, dirigida por Pilar Primo de Rivera, rauda y veloz promovía el reclutamiento de las interesadas. Dada la avalancha de solicitudes, establecieron un filtro de selección en el que tendrían preferencia las enfermeras veteranas de la guerra civil. Esto no era baladí, según Miguel García muchas de ellas habían sido condecoradas con las medallas de la campaña con pasadores de constancia, uno por año de guerra y hasta cruces rojas al mérito militar por soportar fuego enemigo. También este investigador aporta que algunas tenían hasta condecoraciones italianas por haber servido en hospitales para italianos e incluso la Medalla de la Orden Mehdauia, medallas de intervención marroquí por atender a musulmanes.

Tras las que tenían experiencia bélica, en segundo lugar elegirían a falangistas tituladas en enfermería y por último, a chicas que hubieran exhibido un «espíritu especial» y fortaleza de carácter para la misión encomendada.

Pilar Primo de Rivera

Pilar Primo de Rivera

Pilar Primo de Rivera se planteó que podrían colaborar en todo tipo de servicios, tanto en los de vanguardia (hospitales, quirófanos, correspondencia, lavaderos), como en retaguardia (enfermerías, laboratorios). Incluso apuntó que también en la industria militar (polvorines, fábricas de armas, maestranzas o textiles). Pero al final, estos cometidos nunca se les adjudicaron y el papel femenino se centró exclusivamente en el ámbito sanitario.

Pero por otro lado, el Ejército organizaba su propio Cuerpo de Damas de Sanidad Militar que puso bajo la dirección de Mercedes Milá Nolla, inspectora de los Servicios femeninos desde la Guerra Civil, y tía abuela de los conocidos periodistas.

Cartera de una dama auxiliar de sanidad militar

Cartera de una dama auxiliar de sanidad militar

Las Damas tenían dos años de formación en clases técnicas de enfermería y militares (incluida instrucción). Fueron mujeres que, de forma totalmente altruista, trabajaban como enfermeras honoríficas y en 1941 el general Gómez Ulla procedió a movilizarlas hacia Rusia. Vestían uniforme militar: guerrera caqui, falda, gorro y bolso de costado, con el emblema de Sanidad Militar en la solapa. En los hospitales usaban el uniforme de enfermeras y durante las maniobras vestían traje de faena y calzado militar.

La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras

La convivencia entre las falangistas, comandadas por Aurelia Segovia y las militares bajo el mando de Maria Costi, no iba a ser fácil. Las primeras se consideraban más motivadas ideológicamente, no en vano aunque el nombre oficial era la 250ª División Española de Voluntarios se denominaba popularmente División Azul por su impronta falangista.

La Sección Femenina, organizaba y enviaba la primera expedición que solo incluyó cinco damas militares. Pero las cinco restantes fueron casi «mitad y mitad» junto a un pequeño grupo de la Cruz Roja. Eran enfermeras de élite con experiencia en hospitales de sangre y en campaña de guerra. Según García, algunas estaban megatituladas, porque poseían varios títulos: el de Enfermería de Falange, títulos oficiales de la Facultad de Medicina presenciales o por libre y para las militares además era obligatorio el de Enfermería militar. Y si procedían de la Cruz Roja, añadían otro más. Destaca además las enfermeras procedentes de la Casa de Salud de Valdecilla en Santander con tres años internos de extraordinaria preparación.

Aún así antes de ir a Rusia recibieron formación específica con catedráticos de prestigio de la Facultad de Medicina, con clases teóricas y prácticas en la llamada Escuela El Cisne de Madrid.

La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras

La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras

Falangistas versus Damas Militares 2376

El haber incorporado enfermeras militares reducía la presencia de las falangistas en la campaña, ya que apenas pudieron ochenta y cuatro, proporción muy pequeña de las voluntarias que estaban dispuestas. Hubo tirantez entre ellas toda la contienda, pero una vez asumido que tendrían que convivir se iría suavizando, aunque no favorecía mucho que según algunos investigadores pequeños detalles manifestaban la preferencia de las autoridades germanas a las falangistas que hacían ostentación de su condición exhibiendo el yugo y las flechas, algunas incluso en un tamaño descomunal, señala Angel García.

La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras

El viaje

Entre las que participaron en la campaña se enrolaría una mujer mítica en el bando sublevado: María Luisa Larios. Junto a su hermana Isabel habían servido en la guerra civil española y cuando se negaron a abandonar a los heridos en un episodio dramático capturadas durante la Batalla de Brunete. También rodeaba un aura especial a aquellas cuyo novio o marido había muerto en el frente español que eran unas cuantas.

Dependiendo de las expediciones, sus viajes fueron muy distintos. El primer grupo se dirigió como los varones a Graffenwor, pero el resto fueron al campamento de Hof. Todas se desplazaron en ferrocarril y sufrieron el cruzar una Europa en guerra, con ferrocarriles que a veces permanecían en vías muertas durante horas, encontrándose con líneas cortadas por acción de las guerrillas, sufrir cambios de convoy. Algunas llegaron a viajar en trenes de mercancías y suelo de paja.

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La Recepción por los alemanes. El destino de los grupos

El primer grupo sufrió más peligro porque fueron las únicas que estuvieron en la línea del frente, en concreto en Smolensko y Poljov, pasando más frío y con mayor déficit de material. Estuvieron a punto de ser embolsadas en una contraofensiva del ejército ruso. Al constatar el peligro que suponía para ellas, evitar que murieran y sobre todo que pudieran caer prisioneras en manos rusas los alemanes las alejaron de las zonas de combate hasta el final de la guerra.

Así los siguientes grupos serían enviadas a hospitales de retaguardia de evacuación y convalecientes en Riga, Konisgsberg, Vilna, Berlín y Hof.

Este destino lejos del frente disgustó a algunas enfermeras falangistas que exigían permanecer al lado de sus camaradas. García aporta que no pararon de enviar cartas sin éxito y elevar instancias a Ulla, Milá o al ministro del Ejército. Pero los alemanes no lo permitieron nunca.

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Un gran recibimiento

Al llegar fueron extraordinariamente recibidas. Mediterráneas con tocas blancas, simpatía a raudales, y muy comunicativas deslumbraban por donde iban. En Alemania fueron agasajadas, y García recuerda que en Varsovia se convirtieron «en toda una atracción». Consideradas con rango de Oficiales para los españoles, y suboficiales para los alemanes, el trato que se les dispensó fue impecable. Iban muy aleccionadas respecto a la conducta que debían mantener con los varones que sería muy distante al principio pero después se iría relajando. La estrecha convivencia con las enfermeras alemanas y otras naciones fueron fluidas y pese a que las alemanas eran en exceso exigentes, pronto se ganaron su confianza y entablarían una amistad que continuarían por carta al fin de la guerra. Incluso las germanas llegaron a visitarlas en España en 1944.

Aunque las enfermeras tuvieron clases obligatorias de alemán que no les gustaban, muchas chapurreaban o hablaban francés que les permitía comunicarse con muchos oficiales alemanes que solían dominarlo. Miguel García recuerda el curioso caso de una malagueña encargada de la centralita que se desenvolvía en los distintos idiomas como pez en el agua, sin saber ninguno.

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Mujeres con la División también en España

Junto al ámbito de la enfermería en la campaña bélica, desde España las mujeres falangistas de la Sección Femenina tuvieron una destacada participación en diversos ámbitos de esta guerra. Se volcaron en campañas de ayuda con labores de intendencia como la organización de donativos para los soldados y sus familias y recogida de ropa y alimentos, sobre todo en Navidad a modo de aguinaldo.

A lo largo de los inviernos de 1941/1942/1943 se promovió la elaboración de prendas de abrigo para que los soldados soportaran mejor las bajas temperaturas a las que se enfrentaban en la URSS. Se animaba a confeccionarlas mediante el persuasivo título ¿Qué haces tú para la División Azul? y con el lenguaje grandilocuentes de la época así lo narraban

«La mujer española, quien, sin más armas que empuñar sus largas agujas, ni más municiones que suaves madejas de lana, comienza a tejer . Los que se han ido son todo romanticismo y las prendas elaboradas por manos femeninas prestarán a su cuerpo más calor que las que sean producto de frías y negras máquinas. En vez de invertir nuestro tiempo en la compra de prendas de abrigo, lo invertiremos en confeccionarlas, y el tic tac de las agujas será el constante aplauso con que premiaremos el arrojo y valor de esa juventud varonil!». (Ojo, este tipo de soflamas no fue solo eran propias del Nodo o del bando rebelde de la guerra civil, sino también era usado en el frentepopulista)

La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras

En todas las provincias de España se movilizaron con ímpetu pese a estar en plena posguerra y sometidas a un severo racionamiento. En Córdoba, por ejemplo, de 133 mujeres fabricaron prendas de abrigo a un ritmo de 25 al día y en 1941 y recaudaron 200.000 pesetas.

En estas campañas de aguinaldo cada soldado recibió un paquete con un par de calcetines, otro de guantes y un pasamontañas, unas gafas ahumadas, un devocionario, 1/2 kilo de jamón, 1/2 kilo de embutido, mazapán, dulces, tabaco, una fotografía del caudillo y otra de José Antonio y una medalla de la Virgen personalizada por provincias con la patrona de su localidad.

La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras

Madrinas de guerra

Junto a esta labor, hay que destacar las madrinas de guerra que eran muchachas que escribían a uno o dos soldados. Una tarea que también se había acometido en la guerra civil española. Algunos investigadores afirman que además de españolas, escribieron alemanas, italianas, francesas y, sorprendentemente, japonesas. Más de cinco mil cartas cruzaron Europa entre los combatientes y las madrinas de guerra y su importancia emocional fue ingente.

La conocida como «la madrina de la División» fue la viuda Celia Giménez Costeira, que cada miércoles, desde 1941, emitía un programa en Radio Berlín. Por lo visto su tono de su voz no era demasiado agradable, pero insuflaba ánimo a las familias y daba noticias que llegaban con mayor rapidez que por correo.

Labores múltiples

Junto a una dedicada e intensa actividad en curas y servicios de quirófano, las enfermeras se ocuparon de actividades de lavandería, cocina, daban de comer a los enfermos y hasta cosían (curiosamente alemanas, polacas y las letonas no sabían). Y junto a todo ello, buscaban el bienestar emocional de los soldados. García recuerda que las españolas «se hacían querer». Montaban obritas de teatro, se disfrazaban, cantaban, lo que hiciera falta para entretener a sus camaradas. Incluso alguna en plena formación de máscaras anti-gas, para quitar hierro al asunto, una se la puso bailando sevillanas.

Y tanto, o más importante que la ayuda sanitaria fue lo que hoy se llama «consuelo psicológico», trascendental para atender en español en tierra extraña a los heridos y enfermos en combate. Un consuelo que muchas veces iba unido a una labor espiritual y algunas dirigían el rosario en las salas de enfermos.

La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras

Que estuvieran lejos del frente no les libró del peligro, que fue aumentando a medida que avanzaba la guerra, sobre todo en el de Königsberg y Berlín. Sus acciones tuvieron que desarrollarse a veces bajo la acción de los aviones bombarderos rusos. Superando su propio terror, protegían a los asustados enfermos y heridos en los sótanos y refugios aéreos. Pero otras se quedaban fuera y no abandonaban a los heridos graves, recién operados y enfermos que no se podían mover por el riesgo que suponía. El llamado «Servicio nocturno de guardias» era especialmente dramático, a modo «de servicio de armas». Un aura de misterio envuelve a la Cruz de Hierro que según algunos investigadores y familiares se habría concedido a la ferrolana Felisa Araguas Neira y a Isabel Aznar Zaldívar que solo se concedía por méritos de combate.

Arrese y Felisa Araguas, una de las condecoradas con la Cruz de Hierro

Arrese y Felisa Araguas, una de las condecoradas con la Cruz de Hierro

La vuelta a España

El primer y segundo grupo de enfermeras volvió casi al completo con recibimientos apoteósicos en las estaciones y homenajes en Madrid y en sus ciudades de origen. Centenas de fotos atestiguan sus recepciones, con entregas de ramos de flores y placas. La repatriación del último grupo fue muy complicada con un ejército alemán casi en manos de aliados y rusos.

La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras

La experiencia en el frente

La experiencia en la Segunda Guerra Mundial puso a prueba la salud de muchas de las enfermeras. Algunas contrajeron enfermedades como tuberculosis y otras afecciones o llegaron al agotamiento físico y tuvieron que ser relevadas. Aparte de los bombardeos en las zonas que hemos comentado especialmente duro era cuando llegaban los trenes hospitales y tenían que hacerse cargo de las avalanchas de enfermos y heridos. Luchando como leonas permanecían dos o tres días sin dormir.

Pero todo aquello dejó un gran poso en la Sanidad española, que se vio muy beneficiada no solo por su experiencia en traumas y heridos de las enfermeras, sino también la que adquirieron trabajando con equipos sanitarios más modernos, técnicas y aparatos y material quirúrgico puntero.

La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras

Curiosamente a su regreso, la mayoría nunca se casaron y dejaron la enfermería, y el impacto sufrido por lo vivido se tradujo en que apenas hablaron con sus familiares de lo vivido, algo extrapolable a todos los divisionarios, con la única excepción de sus reuniones periódicas. Pero un importante grupo de enfermeras siguieron ejerciendo en centros y hospitales españoles ocupando relevantes puestos de dirección y responsabilidad, como en el Auxilio Social, Dispensarios. SOV, Seguridad Social, y algunas como profesoras en Salus Infermorum.

Ángeles en el Frente del Este

Todos los testimonios orales, escritos, científicos y humanos han corroborado las dotes de abnegación, simpatía y competencia que exhibieron las enfermeras españolas.

Su calidad en el servicio, calidez en el trato y su altruismo fue correspondido recibiendo el máximo respeto de los soldados, que veían en ellas a sus madres y hermanas, no habiéndose constatado ni un solo caso de acoso o abuso hacia ellas.

La gesta de la Sanidad Militar en la División Azul: las enfermeras (parte III)

Movidas únicamente por un alto sentido del deber, idealismo, un elevado espíritu de sacrificio, patriotismo y amor al prójimo, abandonaron a sus familias y su hogar, arriesgándose a morir marchando el frente más letal de la Segunda Guerra Mundial. Dignas de admiración, la historia de estas valientes mujeres, es según Miguel García, la historia de 150 ángeles en el Frente del Este.

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