
Bartolomé Esteban Murillo: 'Santo Tomás de Villanueva repartiendo su ropa entre los mendigos'
Cuando España era tierra de pícaros: la otra cara del Siglo de Oro
En 1592, Pérez de Herrera dejó su azarosa vida militar y decidió dedicarse a la atención de los pobres. Por orden del rey comenzó a redactar sus primeros escritos sobre la picaresca y la mendicidad
La literatura española de los siglos XVI y XVII está llena de estampas de pobres, mendigos, pícaros y vividores sin oficio ni beneficio. Las causas eran variadas y van de la más simple y pura necesidad de comer de los más desfavorecidos hasta la búsqueda de la vida fácil y libre. Los nobles vivían de rentas como los eclesiásticos, los hidalgos repudiaban el trabajo como indigno de su condición y en las clases bajas se abrió camino un modo de holganza tan provechoso como el trabajo de siervos, pero menos fatigoso.
Un auto acordado de 1709, recordado por Altamira, decía: «…muchas personas, con pretexto de la esterilidad de los tiempos, y por librarse de las quintas y las contribuciones reales, se han desavecinado de los pueblos donde tenían sus domicilios e introducido en los lugares de crecida población, de resulta que diferentes familias se han dedicado a pedir limosna y otras personas han dado en vagamundos, por querer adquirir su sustento sin trabajar, siguiéndose de ello la falta de gente que tan precisamente se necesita para la cultura de los campos, menoscabos en las reales contribuciones y otros perjuicios…»

Bartolomé Esteban Murillo: 'Comedor de uvas y melones'
Parece ser que las instituciones de caridad, las sopas bobas, las limosnas de las almas que trataban de salvarse, las hermandades, los hospitales y hospicios, etc., daban a los beneficiarios no solo un sustento a la pereza, sino un sentimiento de libertad en una sociedad llena de reglas imperativas, firmeza en los privilegios de clase y falta de oportunidades.
No todos se limitaban a quedarse en ese margen, algunos lo traspasaban para entregarse al delito. La miseria del país, la crisis tras la derrota de la Armada Invencible, la epidemia de peste, la huida del trabajo del campo muy fatigoso y mal pagado, llenaba las ciudades de mendigos huyendo del ámbito rural. Se generalizaba este fenómeno en toda Europa.La batalla de un médico contra la pobreza
Hay, y ha habido siempre, personas que se han volcado en el servicio a los más necesitados. Una de estas personas fue Cristóbal Pérez de Herrera, un hombre casi olvidado hoy, pero importante en su época. Nacido en Salamanca alrededor de 1558 tuvo una vida agitada: fue militar con los Reyes Católicos y Carlos V, después protomédico de las galeras de España durante doce años. Sensible ante la gran cantidad de mendigos que campaban por el país, dedicó su vida a ellos, diferenciando los verdaderos de los falsos y escribiendo un libro titulado Amparo de pobres (1598), un tratado sobre la mendicidad, explicando sus causas y remedios, reeditado por Espasa Calpe en 1975 con un amplio estudio del hispanista francés Michel Cavillac.

Cristóbal Pérez de Herrera (Salamanca, 1558 - Madrid, 1620) militar, médico, político y poeta español
Su biografía estaba trazada en gran parte en el memorial que él mismo envió al rey en 1605. Este salmantino, que estudió Medicina en su ciudad, accede al cargo de protomédico de galeras en 1583 y se traslada a Portugal, entonces unido a la corona de España. No solo era médico en alguna de las naves, sino que era el encargado de inspeccionar los servicios sanitarios de los barcos del rey. Este cargo lo dotó de una visión amplia de la organización de la sanidad en su época, de las necesidades y medios de los hospitales y la atención a los enfermos.
En 1592 dejó su azarosa vida militar y decidió dedicarse a la atención de los pobres. Por orden del rey comenzó a redactar sus primeros escritos sobre la picaresca y la mendicidad. Fruto de más de seis años de estudio, publicó su Amparo de pobres. Un paso para organizar la creación y reordenación de hospitales, establecer un sistema completo de beneficencia y profundizar en las causas de la pobreza verdadera, distinguirla de la fingida, y tratar de remediarla.
En su afán por el recogimiento de mendigos tuvo dos importantes valedores, el confesor del rey fray Diego de Yepes y el presidente del Consejo Real Rodrigo Vázquez Arce. No fue labor fácil, tuvo algunos detractores serios. No obstante, fue consiguiendo las donaciones necesarias y en 1596 consiguió poner la primera piedra de lo que iba a ser un gran hospital en el camino de Atocha en Madrid.

Portada del libro: Discursos del amparo de los legítimos pobres (1598)
Quería que su sistema para acoger y reformar pobres se extendiera por las ciudades importantes y redactó una Instrucción para llevarla a cabo. Contaba con el apoyo de Felipe II, pero su idea era laboriosa y cara y, además, debía implicar a mucha gente con no tanta motivación. Su labor es constante como promotor de hospitales y autor de libros, pero los ingresos merman. Es médico de la Corte y eso no le llega para sus proyectos. Su energía se gastaba, los apoyos iban decreciendo y la edad lo agotaba. Pérez de Herrera murió pobre en Madrid.
Su sistema partía de diferenciar a los mendigos que estaban en condiciones de trabajar de los que no: amparo de los legítimos pobres y reducción de los fingidos. Los primeros –a los que llamaba mendigantes fingidos y ladrones de la caridad y limosna cristiana– debían ser obligados al cultivo, ya que media España estaba abandonada por falta de mano de obra. Eran los grupos donde se reclutaban los delincuentes.
A los segundos (necesitados de bienes temporales, salud y fuerza para ganar lo que han menester para sustentar la vida) se les procuraría los cuidados y alojamientos que requerían en hospitales para enfermos y hospicios para impedidos. Se fundarían casas de trabajo y labor, llamadas también galeras o recogimientos, para quitar a las mujeres de la prostitución y la delincuencia. Pérez de Herrera se convirtió en uno de los principales autores de la materia en Europa. Sus opiniones no son todas originales, conocía bien los antecedentes, pero sí tuvo una notable labor sistematizadora y de influencia en la sociedad española.