Entrevista
«La leyenda negra es una obra de marketing político británico»
Marcelo Gullo, profesor argentino y autor de 'Madre Patria', asevera que «defender la verdad histórica» es estar en contra de la mala prensa hacia España
Gullo, profesor argentino de 58 años, pregona estar orgulloso de España y en su nueva libro –Madre Patria: Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán– defiende sin complejos el legado español en Hispanoamérica. Con su obra no sólo pretende aportar a un debate historiográfico, sino también a un debate político para «evitar que la leyenda negra termine hundiendo a España y hundiendo a Hispanoamérica». También agrega que «defender la verdad histórica es estar en contra de la leyenda negra» y no es cuestión de derecha o izquierda.
–Usted es un argentino orgulloso de España. ¿Cómo se forja ese orgullo?
–Yo soy un argentino orgulloso de España. Yo vengo sosteniendo que, en realidad, no hay ninguna contradicción entre ser argentino y español como no hay ninguna contradicción entre ser andaluz y español. El más grande triunfo de la leyenda negra es el hecho de que los hispanoamericanos no se consideran españoles y los españoles no consideren españoles a los hispanoamericanos; ese es el más grande triunfo de la leyenda negra, quebró la unidad cultural. Nosotros no nos consideramos españoles, mientras que aquellos que hablan árabe, desde Marruecos a Arabia Saudita y de Sudán a Siria, se consideran árabes a pesar de que entre ellos tienen severas dificultades para entenderse. Pero todos se consideran árabes porque la lengua matriz es el árabe.
–¿Cuál sería el principal legado de España en Hispanoamérica?
–El principal legado de España es su lengua y sus valores. Es una forma de entender la vida, una forma de entender la muerte. ¿Qué es la Hispanidad? Es un estilo de vida que nos enseña a saber vivir practicando el bien y cuando no se puede vivir practicando el bien, a saber morir con dignidad, es decir, fue un estilo de vida anclado en unos valores contrapuestos al mundo sajón que está basado en el valor del utilitarismo, en el que lo bueno es solo aquello que resulta útil. España lleva a América los valores más importantes de la historia de la humanidad, aquellos que hacen que el hombre sea cada vez más humano.
–¿Cómo define la leyenda negra?
–Es la obra más genial del marketing político británico. Es la historia de la Hispanidad, de Hispanoamérica y España contada por el enemigo histórico de España y creerla es tan absurdo como si los romanos creyesen en una historia escrita por Cartago y, a ningún romano se le ocurriría haber leído o creído una historia de Roma escrita por Cartago que era el enemigo de Roma. Entonces se puede saber ¿cómo carajo a los españoles se le ocurre creer una historia escrita por los enemigos de España? Es un absurdo total, pero esto no lo sé y esto no es una cuestión de derecha o izquierda. Otra cosa que los jóvenes creen es que defender la verdad histórica, estar en contra leyenda negra, es una cuestión de derecha, no tiene nada que ver con la derecha o con la izquierda.
Los principales teóricos del marxismo hispanoamericano, como fueron Mariátegui, cómo fue José Hernández Arregui, cómo fue Jorge Abelardo Ramos, dijeron: la leyenda negra es falsa, absolutamente falsa, no tiene un viso de realidad. Ramos desde el marxismo decía: se lanzaron a la obra de los enemigos de España como moscas a la miel.
–¿Cómo se cuela en la leyenda negra la polarización izquierda–derecha?
–Hay otra confusión que tienen en España. La leyenda negra de la conquista española de América no nace en la izquierda, nace en la derecha y en la derecha más recalcitrante. Nace en las oligarquías porteñas y bonaerenses, en la oligarquía de Caracas, que cuando se produce la ruptura con España, hay en cada país una guerra civil, a veces larvada a veces a cara descubierta, y el sector que gana la guerra civil es el que está ligado a Gran Bretaña, que estaba ligado ya antes por el contrabando y que quieren mantener relaciones privilegiadas con los ingleses. Para justificar esa relación tienen que hacerse negro legendaria.
Entonces esas oligarquías, que le van a quitar la tierra a los indios, es la que se hace negro legendaria y la que predica el negrolejendrismo en toda Hispanoamérica. Recién en 1930 la izquierda se hace negro legendaria cuando la Internacional Comunista, los partidos comunistas de América del sur, se reúnen en Montevideo y deciden adoptar la leyenda negra para fomentar el fundamentalismo indigenista.
Ellos pensaban que, fomentando el fundamentalismo indigenista, tenía que rechazarse todo lo que había venido de España, rechazar la lengua, rechazar los valores, la religión y volver a un pasado mítico no existente, pero que el imaginario iba a hacer que existiese y eso iba a conducir a la formación de naciones indígenas para desestabilizar a los Estados Unidos. Era una estrategia de la Internacional Comunista para desestabilizar el patio trasero de los Estados Unidos, pero eso recién comienza en 1930, antes de esa fecha la izquierda no era negro legendaria.
–El término de la «patria grande» que se acuñó ¿choca o coexiste con el de «madre patria»?
–El término madre patria lo inventa Manuel Ugarte un hispanista bonaerense, ahora usado por el chavismo, que por ignorante, no sabe ni siquiera quién lo creó, porque Maduro no leyó un libro, Chávez leía, leyó uno de mis libros, Maduro nunca leyó un libro. Ugarte dice –toma el libro y lee– «nada de recriminaciones contra España, somos sus hijos cariñosos y ninguna bandera debe estar como la suya tan cerca de nuestro corazón». Éste es el hombre que inventó el término patria grande y entre otras cosas en el libro lo van a encontrar.
Ambas no se contraponen en absoluto. En realidad, lo que pasó, en términos históricos, es que en el seno del imperio se estaba engendrando una nación gigantesca que no pudo nacer por obra de la intriga de la diplomacia inglesa y por errores cometidos en el mundo hispánico; porque el otro no hace nada, si no me equivoco, actúa a partir de que yo me equivoqué, entonces esa nación no pudo ser y explota en un montón de pedazos.
La Hispanidad es una nación inconclusa, pasa que nosotros hemos perdido la memoria histórica, la hemos perdido en Hispanoamérica, pero también la perdieron los españoles. Los españoles no entienden que los venezolanos, que los colombianos, independientemente del color de la piel, si uno es negro o tiene piel de indio son españoles, porque que la Hispanidad nunca tuvo como concepto la raza, tuvo como concepto el idioma y los valores. ¿Quién es racista? Racista es el señor Evo Morales, el señor presidente del Perú es un racista y la presidenta de la Asamblea Constituyente Chile es racista, porque tienen el mismo concepto de nación que tenía Hitler, un concepto basado en la etnia.
–Si no fuera por la leyenda negra ¿cómo deberíamos ver los hispanoamericanos a España?
–Ese es el tema. No es que nosotros tengamos que ver a España, es que España es todo. Todos éramos parte del imperio español, nada más que después del naufragio –las independencias– un pedacito se queda con el nombre de España, porque no había relación metrópoli colonia. Esto es lo que no entienden los jóvenes porque están acostumbrados a pensar en el imperialismo francés y en inglés. Creen que esa misma relación que Francia tenía con África, o que Inglaterra tuvo con sus colonias, era la misma que España tenía con América y no era así.
No había una sola ciudad en España comparable a México, ni por sus universidades, ni por sus hospitales. Para empezar porque las universidades mexicanas eran trilingües, uno aprendía náhuatl, latín y español y aunque no eran gratuitas el 60 % estaba becado. Entonces, ¿dónde está la relación metrópoli-colonia? Eso es lo que los jóvenes no entienden, no había relación metrópoli colonia. Eso cambia sustancialmente todo.
–¿Cómo logró tener tanto éxito la leyenda negra y por qué España no logró contrarrestarla?
–Primero, porque España no entendió, en el momento, la estrategia británica. Hay que reconocerle su habilidad, es novedosa, es la primera vez que se va a aplicar la propaganda política de guerra de forma sistemática. ¿Hubo antes propaganda política de guerras? Sí, los romanos la usaban, pero nunca se había sistematizado. Nunca un estado había tomado la decisión de organizar una propaganda política para derrotar al otro de forma sistemática; eso lo inventan los ingleses.
La leyenda negra nace en Italia después llega a Holanda, pero son los ingleses los que hacen de eso una política de Estado. ¿Qué piensan ellos? Yo tengo que quedarme con el continente americano, no puedo quedármelo por la fuerza porque cada vez que lo intento soy derrotado. Entonces, tengo que crear una propaganda política que diga que estos tipos vinieron acá a robar, a matar y a asesinar. Si los hispanoamericanos creen eso, naturalmente ellos mismos van a romper con España y la unidad del imperio.
Su forma de derrotar a España fue genial, no pudiendo derrotarla militarmente, tengo que derrotarla a través de la propaganda política. Lo curioso es que al cabo del tiempo, España misma se terminase creyendo eso y asumiéndolo como propio. Es lo más curioso de esta historia.
–El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en vísperas de los 200 años de independencia de México, ha criticado a España por «actuar con soberbia» y no pedir perdón. Usted le ha enviado dos cartas, pero no le responde a sus preguntas. ¿Cómo se puede reabrir el debate sobre la leyenda negra y reescribirla?
–Hagamos como hizo Carlos I de España, Carlos V de Alemania: convoquemos un gran debate y cerremos la discusión científicamente. La primera pregunta sería si hay naciones oprimidas y naciones opresoras. Veamos el mapa sociológico del momento: en Mesoamérica había una nación opresora, que era la nación azteca, que oprimía a más de 30 o 40 naciones distintas, de lengua distinta. Y ¿qué les exigían? ¿les pedían plusvalía? ¡No! les exigían seres humanos. Se llevaban a los hijos y a los nietos a las pirámides, pero no era un ritual religioso; en realidad era una excusa para matar a un promedio de 80.000 personas por año para que se comiesen las piernas y los brazos como si fuesen chuletas de cerdo; se lo comía la casta sacerdotal y la nobleza. Es la primera vez en la historia de la humanidad que hay un estado que organiza sistemáticamente un genocidio.
Entonces, yo le dije al presidente de México ¿dígame si estoy equivocado? Si lo que hace Cortés es detener ese genocidio. Ahora, ¿lo detuvo Cortés? Pero no me haga reír ¿cómo 300 tipos van a detener a un ejército azteca que lo conformaban 200.000 personas? Resultó imposible porque un arcabuz tardaba 40 minutos en cargarse entre uno y otro, los hubiesen masacrado. ¿Por qué triunfa Cortés? Muy sencillo, Cortés les dice a las naciones oprimidas por los aztecas: «Miren muchachos acá la cosa se va a terminar. Se acaba el imperialismo antropófago». Los tipos ¿qué dijeron? «¡Vas a mandar vos! total siempre nos han mandado, pero no va a haber nunca más sacrificios humanos».
No hay nada que reivindicar de los aztecas. Es tan estúpido como reivindicar a la Alemania nazi porque hacía lindas autopistas. Mira que linda pirámide, existe hasta el día de hoy, pero ¿qué hacían en las pirámides y para qué les servían? Eran para que los cuerpos rodasen y para cuando llegaba abajo el cuerpo ya estaba fracturado para después descuartizarlo bien.
–Ante la ausencia de este debate, parece ser que el relato de la leyenda negra va a seguir dominando. ¿Cómo va a condicionar esto la relación entre América Latina y España?
–Bueno, ahí está el tema principal. Todo esto sería una discusión historiográfica si no tuviese una consecuencia política. Nosotros a lo que asistimos ahora es a una ola de fundamentalismo indigenista. ¿Para qué y qué consecuencias tiene? Muy sencilla, la misma que quiso la Internacional Comunista en el 30. Si yo digo, que todo lo que trajo España fue una basura, muerte, violación, asesinato; la consecuencia lógica es que tengo que rechazar lo que España trajo, que es la unidad lingüística, tengo que volver a las lenguas originarias, más de 3.000, es decir, se va a producir una fragmentación lingüística en toda Hispanoamérica.
Después, cuando hayamos partido Hispanoamérica en 3.000 pedazos ¿se puede saber en qué lengua nos vamos a comunicar nosotros? ¡En inglés! Nadie va a ser tan estúpido de no aprender como segunda lengua otra que no sea el inglés qué es el idioma del comercio.
Personajes como el señor Pedro Castillo, el presidente del Perú, como el presidente de México o el expresidente Evo Morales creyendo ser antiimperialistas, son la mano de obra más barata jamás concedida en el mundo al imperialismo. Ellos creyendo ser de izquierda, son los tipos más cercanos a la derecha nazi que se ha visto en la historia, porque tienen una concepción de la nación basada en la raza, lo cual nos va a conducir inevitablemente una fragmentación territorial y ¿qué seremos cuando nos fragmenten? Seremos segmentos anónimos del mercado mundial todavía más débiles.
Vamos camino a la balcanización territorial, no solo de Hispanoamérica, sino también de España. Si bien el libro tiene un cariz científico, también tiene una razón política; la razón que lo mueve es evitar la fragmentación territorial de España y de Hispanoamérica pues seremos aún más débiles.
–¿Cuál es el principal aporte de esta obra para el público español y para el público latinoamericano?
–Comprender que si nosotros no terminamos con la leyenda negra estamos como en el Titanic. España ha hecho 30 años de progreso material extraordinario, pero construyó un Titanic, sin darse cuenta de que está encallado en un iceberg. Todos están a bordo del Titanic, festejando mientras la leyenda negra le va a provocar un agujero al Titanic y lo va a terminar hundiendo por más que sea un barco hermosísimo.
Ese iceberg simboliza la leyenda negra y va terminar hundiendo a España y a Hispanoamérica. Como yo no quiero, ni que se hunda España, ni que se hunda Hispanoamérica, entonces dije: 'Bueno hay que ponerle fin a esto y salir a hacer un debate que cuesta muchísimo'. El sistema mediático totalitario que es el progresismo se lanza sobre uno como un perro a un jabalí. Pero tengo que decir, lo que tengo que decir, independientemente de las consecuencias. No porque esté loco, sino porque quiero morirme tranquilo.