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Viceministro Pawel Jabłoński, del Ministerio de Asuntos Exteriores de Poloniagov.pl

Entrevista

Pawel Jabłoński, viceministro polaco: «Polonia quiere quedarse en la Unión en la que entramos»

Polonia nunca quiso irse, tan solo reivindicar la capacidad de diálogo y la primacía de su constitución 

Cuando la semana pasada Varsovia se enfrentó a la Unión Europea exigiendo la primacía de su ley constitucional nacional sobre la autoridad de la Unión, Europa se dio prisa por bautizar como «Polexit» la situación, en paralelo con la desgraciada salida de Reino Unido. Un término sensacionalista que evoca una completa separación de la UE, enmarcado por los problemas que tiene ahora Gran Bretaña por su Brexit.

La Eurocámara se mostró intransigente e impuso como castigo a Polonia la congelación de sus fondos de recuperación postpandemia, igual que ha hecho ante una supuesta ofensa antidemocrática en Hungría. Pero Polonia nunca quiso dejar la Unión; tan solo alzó la voz para reclamar un derecho suyo, datado del Tratado de Lisboa en 2007.

Hoy, tras las manifestaciones «pro-Unión Europea» que reunieron a mas de cien mil personas en la capital polaca, y las comparecencias públicas en las que su primer ministro Mateusz Morawiecki explicó que no, que Polonia quería quedarse, hablamos con el viceministro Pawel Jabłoński, del Ministerio del Exterior polaco.

El viceministro Jabłoński habla un español perfecto y entusiasta; su historial académico incluye un grado de Derecho en la Universidad de Varsovia… y en la de Castilla-La Mancha. Es por eso que habla siempre desde el conocimiento legal, analizando expertamente un problema que es de carácter constitucional.

–El Tribunal Constitucional de su país ha pedido que se dé primacía a la ley nacional constitucional por encima de la de la Unión Europea. ¿Hay bases legales para esta declaración?

–Sí, sí, la base legal está muy clara. La UE es una orden internacional compuesta por 27 estados soberanos, y cada país tiene su propio orden político. En Polonia, la constitución está por encima de la ley internacional. Es así desde hace años, y es una sentencia que se aplica a muchos otros países. Los artículos del 87 al 91 de nuestra constitución dictan que la constitución es la fuente más importante de la ley, por encima de todas las demás. Después está la ley internacional, luego los estatutos –leyes parlamentarias– y después las leyes de los ministros…

¿Y eso está en los tratados de la Unión?

–Se llama el «principio de atribución de competencias», artículo 5 del Tratado de la Unión Europea. Establece que la Unión solo tiene autoridad sobre las competencias que previamente le han cedido los países miembros. Estas competencias las definen los artículos 2 hasta el 6 del Tratado de Funcionamiento de la UE. Por supuesto, las competencias que no hemos «cedido» las gobiernan nuestras constituciones nacionales.

Es interesantísimo.

–Si. En el Tratado de Funcionamiento de la UE también está el articulo 67, que dice claramente que la Unión Europea es un espacio jurídico que respeta las diferentes tradiciones y diferencias legales de los estados miembros.

Entonces, ¿Debería primarse siempre la ley nacional constitucional en todos los países, tanto interior como exteriormente?

–Hay algunas competencias que los países han concedido voluntariamente a la Unión, a través de este «principio de atribución de competencias». Pero este principio significa que la Unión solo tiene poder sobre ellas. El problema es que en varias situaciones la Comisión Europea ha intentado reinterpretar las reglas para estrechar las competencias comunitarias, y tener ellos mas autoridad. Es una práctica que no nos gusta. Este proceso se lleva viendo en la integración europea desde hace 30, 40 años, algo que nos gustaría cambiar para que la integración sea mas fuerte. Por ejemplo, por ley europea, ahora mismo los jueces polacos tendrían que actuar en contra de su propia constitución. Es un conflicto que hay que resolver de alguna manera para cambiar los límites en los tratados europeos.

No es esa la impresión que se da internacionalmente. Nadie habla del principio de atribución de competencias, ni de los otros países. Solo de que Polonia «quiere irse».

–Nadie habla del principio, no. Los franceses están en la misma situación; dicen que la ley europea prima sobre las leyes francesas, pero no la constitución, y eso es exactamente lo mismo que decimos en Polonia. Pero nadie habla de un «Frexit», ni de un… «Deutscheland exit», no existe ni un término. Y el tribunal constitucional de Alemania ha dicho muchas veces que el gobierno alemán se reserva el derecho a denunciar si la Comisión Europea actúa por encima de sus competencias. Pero nadie habla de Alemania saliendo de la Unión.

En vista de que menciona el resto de los países, ¿Le parece discriminatorio que solo estén retenidos los fondos de Hungría y Polonia, países conservadores?

–Hemos visto que hay cosas en el orden nacional que son aceptadas en otros países, políticamente más céntricos, pero por alguna razón la Comisión Europea no las quiere aceptar en Polonia y Hungría. Esto nos viene pasando desde 2015, año en el que nuestro gobierno se tornó conservador.

Respecto a la opinión pública, ¿Esperaban esta reacción del pueblo polaco? Las manifestaciones pro-Europa, anti-Polexit…

–La reacción es la de siempre. Tenemos un debate político interno fuerte, y nuestra sociedad está muy dividida. Las primeras protestas empezaron antes de que incluso empezásemos a actuar, pero es normal, la gente tiene el derecho de expresar sus ideas políticas y el debate en Polonia está muy vivo. La mayoría aprueba la posición del gobierno: creemos en una Unión Europea de 27 estados libres que cooperan, pero también tienen derecho a dar prioridad a su constitución. Si esto cambiase en algún momento, tendrían que decidirlo los estados y su gente, no los políticos y jueces en Bruselas.

El primer ministro Moraweicki y usted dicen que nunca querrían irse, pero necesitan que haya por lo menos la posibilidad de dialogar.

–Si, ese dialogo ya existe. Es algo que venimos diciendo desde 2016, y es la única manera en la que se puede resolver cualquier problema en la UE. Creemos en el respeto mutuo de todas sus partes, y desde la nuestra ya existe. Nosotros estamos preparados para debatirlo todo, pero con igualdad con respecto a la ley internacional.

Tiene toda la razón. En ese sentido, Polonia está dando un buen ejemplo. A nosotros nos gustaría considerar Polonia una especie de baluarte conservador entre los países de la Unión, en su gran mayoría de centro izquierda. ¿Qué le parece esta descripción?

–Me parece que las cosas son muy dinámicas. Hay mucha gente en Polonia con visiones más liberales, pero la mayoría vota desde hace 6 años al partido de Ley Justicia, que es de derechas. Esto demuestra que, a pesar de tener un fuerte debate interno, la mayor parte de la población polaca sigue siendo muy conservadora. Pero también creemos que es importante que todos los países de la Unión Europea seamos diferentes, tanto en cultura como en política.

Pero sin discriminación.

–Es que ese es el eslogan de la Unión: unidos en la diversidad. Diciendo, mira, creamos una organización en la cual tenemos un proyecto común, pero estamos de acuerdo en que somos todos diferentes. Y nosotros creemos en esto. Conservador o liberal, todos tenemos los mismos derechos. En Polonia tenemos muy presentes los valores que apoya la mayoría de nuestra sociedad, conservadores y mas católicos, pero existe un espacio para las demás ideologías. Y cualquiera puede expresarse de la manera que le guste.

Para finalizar… hablemos del término «Polexit». ¿Es justa la comparación entre el Brexit británico con la situación que Polonia ha presentado esta semana?

Es un término muy popular entre los políticos de la oposición, por que quieren establecer una narrativa que movilice a sus seguidores y asustar a la gente. Les sirve para ampliar su situación política, pero no tiene nada de realidad. Nosotros no queremos salir de la Unión Europea: nuestra sociedad es muy europea, y cualquier gobierno que propusiera salir sería expulsado en una semana. No, lo que Polonia quiere es quedarse en la Unión en la que entramos. Queremos que se observen las reglas del Tratado de Lisboa y que sean las mismas para todos. Queremos continuar en esta misma Unión, queremos dialogar, sin castigos, sin sanciones, sin «matar de hambre» a nadie.