Polonia - Bielorrusia
«Ayudar a la gente parece una actividad secreta»: el trabajo de los voluntarios polacos que velan por los migrantes en la frontera
Son varias las organizaciones humanitarias que se han unido bajo la ONG Grupa Granica para ayudar a los migrantes que viven en los bosques de la frontera polaca
Miles de migrantes, venidos de países como Siria y Afganistán, se arropan contra el frío en los bosques de Bielorrusia. A escasos metros de distancia tienen la frontera polaca, forrada de alambre de espino y flanqueada por tropas de guardia fronteriza. Los militares del Estado de Bielorrusia los rodean; a base de empujones y disparos al aire, obligan a los migrantes a saltar la valla.
El bosque que colinda entre los dos países alberga ahora a entre 3.000 y 4.000 migrantes, muchos de ellos madres y niños, que el gobierno bielorruso transporta en camiones militares desde la capital, Minsk. Allí se estima que esperan 10.000 migrantes más, listos para cruzar la frontera hacía Polonia y la Unión Europea ilegalmente. Constituyen el flujo migratorio que el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, maneja desde Minsk como arma contra la Unión Europea, un «ataque híbrido» (como lo llama la UE) que busca vengarse de las sanciones impuestas contra su país.
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Esta instrumentalización del flujo migratorio amenaza por colapsar la frontera polaca, y está desde hace días en el epicentro del debate europeo, que ya baraja el erguir un muro fronterizo entre Polonia y Bielorrusia. Pero también de debaten los derechos humanos de las masas de gente que Lukashenko ha abandonado en la frontera, y que Polonia no tiene la capacidad de recibir.
Son los voluntarios de la ONG «Grupa Granica», organización polaca, los que desde hace días monitorean la situación de esas personas y efectúan constantes viajes para traerles suministros y mantas.
«Es nuestro deber ofrecer asistencia a las personas explotadas por el régimen de Lukashenko», contó el grupo en una declaración. «De cara a la posibilidad de una escalada de la situación fronteriza, apelamos a todas las naciones involucradas a respetar los principios básicos de humanidad».
Ya han muerto ocho personas desde el comienzo de esta crisis, cifra que aumentaría de llegar antes la policía que el personal sanitario a los llamados de emergencia.
«Tenemos ocho equipos operando cerca de la frontera, con un total de como 40 personas. Cada vez que una de las familias [de migrantes] nos llama, pasamos su solicitud a nuestros equipos y vemos quien está mas cerca de su ubicación», cuenta a The Guardian Anna Alboth, miembro de un grupo de voluntarios que forma parte del marco Grupa Granica. «Los migrantes suelen pedir comida, agua, un médico, o un par de zapatos. Conocí a una familia de Siria que no tenía calzado».
El primer ministro polaco, Mateusz Morawicki, denunció el tratamiento de Lukashenko a los migrantes, acusándolo de lidiar «un nuevo tipo de guerra en el que las personas se utilizan como escudos humanos».
Polonia ya compartió con El Debate que el grito de «¡Alemania!» se escuchaba desde la frontera, señalando como los migrantes buscaban protección internacional; un hombre de mediana edad sostiene un cartel que reza «busco asilo en Polonia».
Los voluntarios de Grupa Guernica explican a los migrantes como aplicar a visados de asilo, antes de que llegue la policía fronteriza.
«La guardia fronteriza puede ser muy agresiva», cuenta Anna Chmielewska, coordinadora del Centro de Ayuda para Extranjeros en Polonia. «Nos hacen sentir como si estuviéramos actuando de forma ilegal. Ayudar a la gente debería ser mucho más normal, pero en esta situación se convierte en una especie de actividad secreta».