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Omar Raddad, exjardinero acusado de asesinar a su jefaAFP

Historia de un crimen

Un fallo gramatical exculpó a un jardinero condenado por asesinato hace 30 años

Tres décadas después del asesinato a una acaudalada viuda francesa, el jardinero Omar Raddad logra que se reabra la investigación que podría probar su inocencia

En 1991 tuvo lugar un caso que aún perturba a Francia. Ghislaine Marchal, de 65 años, fue encontrada en un charco de su propia sangre, brutalmente asesinada en la bodega de su mansión de la Riviera Francesa. Sobre la puerta metálica del sótano, una inscripción sangrienta rezaba: «Omar me ha matado».

Apuntaba a la culpabilidad de Omar Raddad, de entonces 29 años, jardinero de Marchal y de nacionalidad marroquí. Por su parte, Ghislaine Marchal era la riquísima viuda de un empresario. Las autoridades vieron clara la acusación al jardinero, que fue condenado a 18 años de cárcel.

Pero los abogados de Raddad mantuvieron hasta el final que su cliente había sido falsamente acusado, usando como prueba un fallo gramatical del texto inculpatorio.

En vez de utilizar el femenino francés «tuée», la persona que escribió con sangre la acusación lo escribió en el infinitivo «tuer», que en español se traduciría como «Omar me ha matar». Los abogados alegaron que Ghislaine Marchal, mujer de buena cuna y extensa trayectoria académica, jamás habría cometido tal fallo de ortografía.

El caso permanece en la memoria francesa como ejemplo de supuesta discriminación racial a Omar Raddad, que es inmigrante. En 1996, tras ser sentenciado a 18 años en prisión, el entonces presidente Jacques Chirac le otorgó un perdón parcial, creyendo también en su inocencia. A pesar de ser liberado, no se le llegaron a retirar los cargos.

Reapertura del caso

Ahora, 30 años después, Omar Raddad pugna por limpiar su nombre: en junio, tramitó una apelación para reabrir el caso, en vista de nuevas pruebas que emergieron en el año 2015. La apelación ha llegado a buen puerto y se iniciará una nueva investigación sobre el macabro caso.

Las trazas de ADN de cuatro hombres desconocidos se encontraron hace seis años en la escena del crimen. Se presume que uno de los hombres sería quien acusó al jardinero.

Sylvie Noachovitch, abogada de Raddad, contó que la decisión de la Corte francesa de volver a examinar las pruebas le daba nuevas esperanzas.

«Esta resolución es un paso hacia la revocación de la condena», celebró Noachovitch, «pero la batalla no ha terminado aún». Añadió que esperaba que el caso «rectificase uno de los mayores errores judiciales del siglo XX».

Mientras tanto, la familia de Ghislaine Marchal se mantiene firme en la creencia de la culpabilidad del jardinero. Opinan que las trazas de ADN estaban contaminadas, y, en el juicio a Raddal, hace 30 años, declararon que Marchal acostumbraba a cometer errores gramaticales.