Reino Unido
Botellón, mentiras y grabaciones, el chantaje de Boris Johnson
Los Conservadores rebeldes amenazan con publicar las llamadas y mensajes inculpatorios del primer ministro
Las cosas parecen empeorar para Boris Johnson. Mientras espera los resultados de la investigación de Sue Gray, que decidirá si hubo o no delito en los botellones clandestinos de Downing Street, se enfrenta a la división dentro de su propio partido. Por una parte, un grupo de Conservadores vela por rescatar la reputación de Johnson del abismo. Por otra, están los tories «rebeldes», involucrados en misiones para forzar la dimisión del premier.
Son estos últimos quienes protagonizan el más reciente capítulo de esta saga. Un grupo de miembros parlamentarios anti-Johnson está pensando en publicar una serie de conversaciones de teléfono y mensajes de texto secretos, a todas luces incriminatorios. Las pruebas involucran a Mark Spencer, jefe de los miembros de parlamento en la Cámara de los Comunes, partidario de Boris.
Estos rebeldes alegaron que Spencer y otros altos cargos de la cámara, ordenados por el gabinete del premier, amenazaron con retirar fondos de sus distritos electorales si continuaban con la campaña. También acusan los asesores gubernamentales de «difamar» sus nombres. Son argumentos que el número 10 niega. Además, los ministros del gabinete criticaron a los integrantes de las operaciones «Rinka» y «Pastel de Cerdo», y los acusaron de ser «colegiales que buscan atención» en sus intentos por conseguir el número de «votos de no confianza» necesarios para forzar la dimisión de Johnson.
Estos diputados rebeldes se reunieron durante la semana pasada para coordinar su respuesta. «Intercambiaron observaciones y sopesaron si publicar o no los mensajes y demás pruebas que tienen de los chantajes», desvela una fuente cercana al grupo al periódico The Times. «Un miembro llegó incluso a grabar la encendida conversación que tuvo con Spencer».
William Wragg, jefe del comité de administración pública y uno de los siete Conservadores que ha confirmado haber formalizado su voto de no confianza, urgió a sus colegas reportar las amenazas de los jefes parlamentarios, o incluso chivarse a la policía.
«Intimidar a un miembro del parlamento es algo muy serio», denunció Wragg. «Y lo que es más, los informes que he escuchado parecen ser chantajes. Por eso, es mi consejo a todos mis colegas denunciar estos asuntos a la Cámara de los Comunes y a la Policía Metropolitana».
Por su parte, el círculo de Johnson niega estos alegatos, y el propio premier declaró ante la prensa que «no ve pruebas de que haya habido chantajes». También Kwasi Kwarteng, Ministro de Estado de Negocios, Energía y Crecimiento Limpio, defendió al jefe de los diputados, Mark Spencer. Declaró que, a su forma de ver, Spencer era un trabajador «excelente».