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Sergio Ramírez, escritor nicaragüense 3

Entrevista

Sergio Ramírez: «Es criminal no estar unidos en Nicaragua contra la tiranía»

El escritor nicaragüense y Premio Cervantes se establece en España tras huir de la represión del régimen de Daniel Ortega, con quien gobernó Nicaragua en los años 80

Con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista en 1979, sobre la dictadura de Anastasio Somoza, Sergio Ramírez pasó a ser uno de los cinco miembros de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional junto, entre otros, a Daniel Ortega y Violeta Barrios de Chamorro

En las elecciones de 1984 se presentó como candidato a la vicepresidencia de Ortega, con quien gobernó hasta 1990. En 1996 probó suerte de nuevo pero con el Movimiento Renovador Sandinista, escisión del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Tras no lograr un triunfo en aquella elección, retomó su actividad literaria y ganó el Premio Alfaguara en 1998 pero el mayor galardón de las letras hispanas lo conseguiría en 2017, al convertirse en el primer centroamericano en alcanzar el Premio Miguel de Cervantes.

¿Cómo explicaría el camino, tan diferente de sus orígenes sandinistas, que ha tomado Daniel Ortega? ¿A qué atribuye ese maltrato a la población de Nicaragua?

–Para encontrar una respuesta a éste interrogante, que es muy importante, hay que recordar lo que fueron los años 80. El Frente Sandinista fue el resultado de una alianza de fuerzas muy dispares, aún dentro de la propia organización que estaba muy dividida por tendencias. Había muy distintas maneras de pensar, de ver el mundo... Algunos desde la perspectiva marxista leninista, otros desde la perspectiva social demócrata que colaboraron y se integraron a la lucha sandinista, y muchos desde la perspectiva cristiana. Sin la unión de todos estos grupos no hubiera habido triunfo de la Revolución.

¿Qué sucede cuando triunfa la revolución?

Todas esas fuerzas quedan contenidas dentro del gobierno. Y Daniel Ortega, que representa a un guerrillero urbano, alguien que ha estado preso por el asalto a un banco, no es la figura más carismática dentro de las que existirían entonces.

Los miembros de la Junta de Gobierno, los miembros de la Dirección Nacional eran líderes sin rostro

A mí, siempre me gusta recordar que cuando entramos a la Casa de Gobierno nadie nos conocía. En las calles de Managua éramos líderes sin rostro, al punto de que nos hicimos unas tarjetas de identificación con nuestra foto. Los miembros de la Junta de Gobierno, los miembros de la Dirección Nacional, eran líderes sin rostro.

Muchos venían de la clandestinidad, nadie los conocía y Daniel Ortega fue abriéndose paso dentro de esta soledad de la dirigencia, de este anonimato. Una maniobra de su hermano Humberto Ortega, permitió que se le ofreciera  una dirección sandinista. Su rostro, aparentemente, resultaba  inofensivo. Parecía un hombre de pocas luces, de poco entendimiento, que no sabía hablar en público y esto lo erigió como como cabeza primus inter pares de una organización que siguió siendo muy disímil.

Con la derrota frente a Violeta Barrios de Chamorro ¿Cómo logra sobrevivir y volver al poder?

–Cuando se produce la derrota electoral de 1990 y doña Violeta  se alza con el triunfo, el Frente Sandinista queda en el desamparo, se deshace como organización hegemónica, que era el papel que cumplía hasta entonces y ya no puede sostener al aparato burocrático porque el Estado era el que pagaba ese enorme organismo que era el partido en el poder, al estilo leninista. Daniel Ortega se queda solo a la cabeza de ese partido, la Dirección Nacional se desintegra totalmente y ya no hay nada más que hacer entonces. Como partido el Frente Sandinista fracasa con la derrota electoral.

¿Quién toma el control del partido?

–En soledad, Ortega se queda como dueño único del partido. La Dirección Nacional se desintegra, las estructuras desaparecen y éste es el momento en que él tiene el mérito de mantener la vieja bandera revolucionaria enhiesta aún en base a la violencia, asonadas, huelgas artificiales para desestabilizar al Gobierno de doña Violeta... Él lo hace cuando va a visitar los barrios, las comarcas, los municipios y eso lo convierte en la única cara que hasta entonces el partido no tenía.

Ortega lo que está es a la defensiva, no tiene alternativa política

¿Cómo logra construir su poder?

-Es una construcción lenta, pero segura. Ortega no resulta de la noche a la mañana, es el resultado de muchos años de estar allí, construyendo su propio poder. ¿Pero, qué es lo que pasa? Pasa que quién construye el poder de esa manera labra su propia destrucción. Porque el que tiene poder quiere más poder y eso ya es una contradicción. El poder se vuelve una ambición incesante y las ambiciones incesantes, son las que acaban destruyendo el poder mismo. Por eso, yo no soy de los que cree que Ortega está firmemente asentado en el poder hoy día. Ortega lo que está es a la defensiva, no tiene alternativa política.

Sergio Ramírez, escrito nicaragüense en Madrid

Sergio Ramírez, escritor nicaragüense, en MadridPaula Argüelles

¿Cómo caracterizarías a ese Ortega que hoy gobierna Nicaragua?

Daniel Ortega, es de esos marxistas que se entrenan en los manuales, en los que se formaban los miembros del Frente Sandinista y por lo tanto, sus ideas siempre fueron las mismas. Los ideales de la concepción del Estado, el poder político basado en el partido único. Creen que la democracia representativa es un estorbo para la revolución, que el revolucionario no tiene por qué rifarse el poder con nadie, que siempre tiene la razón histórica y ese tipo de cosas.

¿Qué ha cambiado desde entonces?

Lo que ha cambiado son las circunstancias. En los 80 él no tenía todo el poder, las circunstancias eran distintas, había que hacer concesiones. Una de las concesiones fundamentales fueron las elecciones del 90 para terminar con una guerra. Hoy no hay guerra, esa es una diferencia que hay que subrayarla muy bien. En los 80 la paz vino, porque había guerra.

Lo que existe es un poder represor y del otro lado una gente desarmada que no puede salir a la calle

Hoy esas circunstancias no existen para nada. Lo que existe es un poder represor y del otro lado una gente desarmada, acobardada que no puede salir a la calle porque la meten preso, le pegan un tiro. Son circunstancias completamente distintas.

En esta lógica de seguir un manual ¿En qué se parece al modelo cubano y al venezolano?

–Son tres modelos muy diferentes. Cuba es un es un país de partido único, yo diría que Cuba es como el espejo de la Unión Soviética en su decadencia, del tiempo de Brézhnev. Esa insistencia del partido único, el control social, el control político en la economía de Estado, el tenerle miedo a la apertura del mercado que lo hacen a cuentagotas y después retroceden. En estos racionamientos, el país vive en un período especial.

Venezuela en otra cosa. Es un país que dilapidó su riqueza. Es un país con recursos estratégicos, minerales estratégicos, petróleo, oro, todos estos metales que se necesitan hoy para la industria digital, la electrónica. Venezuela sí tiene una economía estratégica, Nicaragua, no.

Todos sabemos que Nicaragua es un país que sigue produciendo lo mismo del siglo XIX. Oro, carne, café, banano, cacao... Esos son los productos de exportación y la gente ¿no? Ese es el primer producto de exportación de Nicaragua, la gente es lo único nuevo, pero es una economía primaria muy endeble, al contrario de la economía venezolana que sí llegó a ser muy fuerte y el populismo la dilapidó.

Hay que ver tres modelos que coinciden en una alianza política, pero son tres tipos de economía muy diferentes

Por lo tanto, hay que ver tres modelos que coinciden en una alianza política, pero son tres tipos de economía muy diferentes. La economía de Nicaragua es de un capitalismo muy tradicional y lo que Ortega llama neoliberal es lo que él practica. Es un modelo político que contradice sus pretensiones sociales. Lo que Ortega proclamó socialmente lo derrota el modelo económico conservador tradicional que él practica.

¿Cuál de estos modelos es el más vulnerable?

–De estos tres casos, el más frágil es el de Ortega, porque tampoco está colocado en ningún territorio estratégico. China está interesada en Venezuela, porque este país le debe a China la camisa entera y hasta los calzones en petróleo, que tiene que pagarle por muchos años por los préstamos leoninos que le ha hecho. Con China no hay almuerzo gratis. Entrar en la órbita de China significa estar dispuesto a pagar esos intereses que exige por los créditos y bailar el son económico que China demanda.

Ante el aislamiento internacional ¿Logrará Ortega algún tipo de apoyo de China o Rusia?

Venezuela ha logrado entendimiento con China porque le vende petróleo. ¿Nicaragua, qué le va a vender a China? Es decir, la carne que produce en Nicaragua se la comen los chinos en un día. No es un país cuya economía los chinos quieran secuestrar; no pueden decir aquí vamos a tomar en nuestras manos un país que tiene recursos de oro, de tungsteno, platino, petróleo, etcétera.

Yo no veo a los chinos abriendo un canal por Nicaragua, si ellos tienen acceso al de Panamá

El único recurso estratégico que Ortega pretende que los chinos le van a comprar es el canal [interoceánico] por Nicaragua y eso es pura fantasía. Yo no veo a los chinos abriendo un canal por Nicaragua, si ellos tienen acceso al de Panamá. El canal por Nicaragua tiene muchos bemoles técnicos y hay mucha evidencia que no es rentable.

En el caso de Rusia, que juega a potencia geopolítica, ha ofrecido la construcción de grandes bases navales, por ejemplo, para que reposte su flota del Pacífico. Eso nunca ha ocurrido, eso se prometió hace cinco años. La cooperación de Rusia con Nicaragua consiste en unos buses rusos que llegan periódicamente, que aguantan muy poco y tienen que estarlos reponiendo. La producción de vacunas es otra fantasía. Instalaron esta planta rusa en Nicaragua que nunca ha funcionado. Una fantasía igual es la que Ortega está viviendo con China.

Esa manera de romper con Taiwán y abrir relaciones con China, entra muy bien dentro de su lógica

Esa manera de romper con Taiwán y abrir relaciones con China, entra muy bien dentro de su lógica: si Occidente me abandona, si Occidente me cierran las puertas y Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea me da la espalda, entonces aquí está China a mi lado; aquí está este grande, si me estas pegando aquí está este grandote que tengo a mi lado, tengo a Rusia e Irán, pero en el plano real no significa nada, mas que crear un gran escándalo diplomático al recibir a los iraníes.

¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Ortega en esta espiral represiva? ¿Qué pasará con los presos políticos?

–Yo lo veo del otro lado. Daniel Ortega está atrapado y a la defensiva y no encuentra una solución al problema que él mismo creó. Porque es muy típico suyo tomar rehenes para negociar. Entonces, él tomó el riesgo de tomar de rehenes a las figuras más importante del país a cambio de que en determinado momento legitimaran su reelección. Pero, esas fichas no las puede mover de esa manera en el tablero.

Ha tomado presa a gente muy mayor y eso no se puede sostener a largo plazo

Ningún país serio estuvo dispuesto a negociar a los presos políticos a cambio de legitimar a Ortega, como se vio en la toma de posesión. Y hoy cualquier iniciativa que él planteara, que no la va a plantear porque sabe que está perdida, no tendría ningún eco. Cada día que pasa, los presos políticos se le va a volver un problema más grande. ¿Por qué? Porque ha tomado presa a gente muy mayor y eso no se puede sostener a largo plazo.

¿Qué va a pasar cuando se muera uno de estos prisioneros por una enfermedad grave que no puedan controlar porque no tiene la asistencia médica? Este es un problema que él ya no debería tener. Él ya debería estar coronado, legitimado por todo el mundo y los prisioneros políticos en su casa, porque él no los capturó para tenerlos 20 años presos, si no que los capturó como un recurso de negociación forzada, como un recurso de cambio de rehenes por legitimidad.

¿Qué podría hacer reconsiderar a Daniel Ortega la libertad de los presos políticos sin tratar de negociar nada?

–No veo que esté dispuesto a dar ese paso en este momento y tampoco veo que en el país exista la posibilidad de un alzamiento popular como en el 2018, por razones obvias. Los dirigentes que podrían organizar una iniciativa de ese tipo están en la cárcel o están en el exilio.

No hay que olvidar que solo el año pasado de Nicaragua salieron 100.000 personas y cuando estoy hablando de dirigentes, estoy hablando de dirigentes de todo nivel, desde los que están en los barrios, las comarcas hasta los dirigentes medio, los periodistas... Solo a los Estados Unidos se fueron 70.000. No estoy diciendo que todos son políticos, pero la gente se va y ahí va de todo. Todos los periodistas están en el exilio y otros sobreviven escondidos en Nicaragua.

La tiranía tiene un margen de arbitrariedad más grande que el de una dictadura, que se rige por leyes represivas

Es una situación muy dramática. Lo que existe dentro del país, por el momento, es el temor por la arbitrariedad con que se hace la represión. Yo creo que es bueno recordar esta diferencia fundamental que existe entre tiranía y dictadura. La tiranía tiene un margen de arbitrariedad muy grande y el de una dictadura se rige por leyes represivas. 

En Nicaragua cualquier cosa puede ocurrir, incluida que le quiten el pasaporte en el aeropuerto a un familiar de un prisionero. Eso ocurrió con Pinita Gurdián, que está enferma de cáncer y al quitarle el pasaporte la condenaron a muerte, ahora tiene metástasis. La pregunta es: ¿Hasta cuándo puede seguir esta situación?

Sergio Ramírez, escrito nicaragüense

Sergio Ramírez, escritor nicaragüensePaula Argüelles

¿Cuáles son las salidas posibles o los puntos de inflexión que existen actualmente?

Daniel Ortega no tiene ningún margen de maniobra política. En el espacio internacional, cero posibilidades de maniobra. No va a maniobrar con Cuba, Venezuela, Irán, Rusia y China, no es ese su ambiente. El entorno de Daniel Ortega son los Estados Unidos, donde va la mayor parte de las exportaciones del país. La América Latina, Centroamérica, el Caribe... Ese es su entorno.  Los espacios internos no están basados en el consenso político, sino en la represión. Eso, es precario.

Daniel Ortega está arrinconado en una esquina

Yo solo recuerdo la vieja historieta que yo leía de niño de un personaje que se llamaba ‘Gruñón’ o un cerdito que se llamaba ‘Porky’ que comenzaba a pintar el piso y entonces quedaba arrinconado en una esquina, porque había pintado todo el piso y con la brocha quedaba arrinconado en una esquina. Daniel Ortega está arrinconado en una esquina.

Quizá esto mucha gente no lo pueda ver así o no lo quiera ver así, pero la política es un asunto de posibilidades de sobrevivir. No en base a la represión, sino en base a construir consensos. ¿Cuál es la posibilidad que Ortega tiene de construir consensos? Yo no veo ninguna.

¿España y la Unión Europea han estado a la altura ante la demanda de libertad del pueblo de Nicaragua?

–Yo creo que en términos diplomáticos, la Unión Europea y España han hecho lo que se debe hacer. Es decir, alzar la voz, declaraciones de condena, imponer sanciones como las últimas que acaba de imponer la Unión Europea igual que Canadá, Estados Unidos e Inglaterra. Pero yo escucho alguna gente que dice: eso no es nada, con declaraciones no se bota un régimen. Pero ¿Qué más pueden hacer estos países? No van a intervenir militarmente a Nicaragua, nadie les está pidiendo eso.

Resolver el problema de Nicaragua desde fuera por acciones de Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, eso me parece como un sueño de opio

Este es un problema que lo vamos a resolver adentro los nicaragüenses, intentar hacerlo desde fuera, con intervenciones de Estados Unidos, Canadá o la Unión Europea, me parece como un sueño de opio.

¿Le preocupa que la muerte le encuentre en el exilio, sin ver una Nicaragua libre?

–Yo me he hecho a esa idea, me hago esa idea porque no me gusta vivir de la fantasía. Creo que uno de los grandes riesgos del exiliado es la fantasía. Es decir, que cada triqui traca que suene en Nicaragua lo convierte desde lejos en un alzamiento. En España estoy muy a gusto y mis planes de quedarme aquí son indefinidos.

Yo me hago a la idea de morir en el exilio, en términos reales yo eso no lo puedo descartar

Bajo Somoza, cuando yo fui al exilio era muy joven. El año que viene voy a tener 80 años, de manera que no sé cuánto se va a prolongar esto, ni se cuánto se va a prorrogar mi vida. De manera que yo me hago a la idea de morir en el exilio. En términos reales yo eso no lo puedo descartar. Es una idea que acepto con gran melancolía, con gran pesadumbre, que ojalá no sea así, pero es una posibilidad.

¿Cuál sería tu mensaje a los españoles y a la comunidad nicaragüense que está exiliada en España?

–Les diría que nosotros tenemos un país secuestrado, Nicaragua es un país secuestrado y la lucha por liberar al país de ese secuestro es de todos nosotros, cada uno dentro de su propio ángulo, dentro de su propia trinchera, la mía no es política. Yo no soy dirigente político, soy escritor y desde esa perspectiva, desde mi perspectiva de escritor es que yo alzo la voz en defensa de Nicaragua, como país secuestrado que es. Cada uno tiene que hacer lo que le toca.

Yo creo que quienes están metidos directamente en el asunto político tienen el deber de unirse

Yo creo que quienes están metidos directamente en el asunto político tienen el deber de unirse. En este momento, voy a usar esta palabra, es criminal no estar unidos en un solo frente de lucha en contra de la tiranía. Todo el que rechaza la unidad por razones mezquinas o por razones particulares o ideológicas, me parece que está remachando los clavos de ese ataúd donde Nicaragua está metida.

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