Fundado en 1910

Peter Sloly, ex jefe de la Policía de OtawaEFE/Ottawa Police Service

Canadá

La caída en desgracia del jefe de la Policía de Ottawa por no frenar a los camioneros

Peter Sloly dimitió después de que Justin Trudeau anunciara sus super poderes para bloquear cuentas corrientes de los manifestantes anti vacunas

Le desbordó todo o no atendieron sus peticiones. En cualquier caso, el jefe de la Policía de Ottawa, Peter Sloly, tiró la toalla y presentó su dimisión. Lo hizo después de que el Gobierno de Justin Trudeau se adjudicara poderes especiales. Entre otros, congelar cuentas corrientes de los camineros antivacunas con el objetivo de mantenerlos a raya y evitar los bloqueos de las carreteras de acceso a Estados Unidos y el asedio a la capital de Canadá.

Sloly se ha convertido en la primera víctima del caos canadiense. El comisario, poco acostumbrado a revueltas y tensiones, de la noche a la mañana se encontró con unos cuatrocientos camioneros ocupando el centro de la ciudad. El llamado «Convoy de la Libertad» le pasó por encima. A él, al Gobierno y al Parlamento, cercado por la caravana pese a tratarse de una de las zonas supuestamente más vigiladas de Ottawa.

Perder el control de la capital del país es una falta difícil de perdonar pero reaccionar como el primer ministro, con amenazas de cárcel y de bloqueo de cuentas corrientes a los manifestantes, quizás sea un atajo peor. El efecto contagio fue más rápido de lo imaginado y episodios similares comenzaron a reproducirse en otros puntos del país incluida la conflictiva Quebec o Toronto donde las fuerzas de seguridad resultaron más eficaces que Sloly y lograron evitar el colapso de Otawa.

Las pérdidas económicas se acumulan en Canadá y los políticos se aprovechan de la situación para sacudir al primer ministro. La presión sobre Trudeau le empujó a invocar la Ley de Emergencia o asumir super poderes para controlar una crisis sin precedente. Esta norma -informa Efe- vio la luz en 1988 y desde entonces no se había aplicado. Lo más parecido era la conocida Ley de Medidas de Guerra, a la que se recurrió en la primera y la segunda Guerra Mundial y en 1970 con el objetivo de desmantelar el Frente de Liberación de Quebec, un grupo terrorista que puso en jaque al país.

En virtud de esta ley, el ministro de Seguridad Pública de Canadá, Marco Mendicino anunció que se prohibía cualquier tipo de manifestación en el corazón de Ottawa, avisó que colocaban bolardos y comunicó que meterá en la cárcel a todos aquellos que violen la ley. Esto es, a los que sigan colapsando Ottawa o insisten con otras ciudades.

El recurso del Gobierno y las amenazas proferidas no parece que fueran mucho del agrado de Peter Sloly que, visto lo visto, parecía más amigo de la paciencia (las movilizaciones comenzaron el 29 de enero) y la negociación que de la mano dura.