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El presidente checheno, Ramzan KadirovAFP

Guerra Rusia - Ucrania

Los soldados chechenos entran en Ucrania a degüello para dar caza y eliminar a Zelenski

Los más de 12.000 soldados chechenos enviados a combatir junto con las tropas invasoras rusas en Ucrania ya entraron en combate y ya registraron sus primeras bajas: dos soldados muertos y seis heridos.

El presidente de Chechenia, república del Cáucaso perteneciente a la Federación Rusa, Ramzan Kadirov, confirmó las bajas mediante un mensaje en su cuenta de Telegram, pero no señaló en qué lugar de Ucrania combatían los chechenos muertos.

«Lamentablemente hay pérdidas entre los nativos de la República de Chechenia. Dos murieron, seis tienen heridas de diferente gravedad», dijo Kadirov.

Cumplirán cualquier orden

Los soldados chechenos partieron hacia Ucrania el pasado sábado 26 de febrero integrados en las unidades de élite de la Guardia Nacional Rusa en Chechenia.

En los vídeos propagandísticos difundidos por los medios oficiales chechenos y rusos se ve al presidente Kadirov arengando a sus tropas en la plaza del Palacio de la República de Grozni y los mandaba a combatir en Ucrania al grito de «¡Alah es grande!».

Kadirov aseguró que sus tropas obedecerán cualquier orden de Moscú: «Nuestros chicos cumplirán cualquier orden, cualquiera», defendió. Entre los soldados chechenos enviados a Ucrania hay un grupo de élite, los «Cazadores», cuya misión es muy concreta: localizar a los funcionarios y miembros del gobierno ucraniano y eliminarlos. El premio principal: el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.

Poco después, el mismo Kadirov reconoció que las tropas chechenas ya llevaban días participando en la invasión a Ucrania y aseguró que habían logrado conquistar una instalación militar sin bajas.

Al mismo tiempo, comenzaron a circular en las redes sociales vídeos de los soldados chechenos rezando en los bosques ucranianos junto a sus vehículos blindados.

En su mensaje en Telegram aseguró que sus soldados «están armados con equipos de última generación, uniformes, están preparados físicamente y decididos a cumplir toda orden por compleja que sea».

Kadirov trata de motivar a sus tropas para que actúen con la mayor agresividad posible con el argumento de que, entre los ucranianos, hay «terroristas» que actuaron en Chechenia: «Asesinaron a nuestros hermanos, a nuestras hermanas, mujeres, hijos y ancianos en Chechenia. Después se escaparon a su castigo y se refugiaron en Europa gracias a los servicios de inteligencia occidentales».

Los soldados de esta unidad de élite ya combatieron en Ucrania durante la Guerra del Donbás de 2014. También se les ha visto combatiendo en otras aventuras militaristas emprendidas por Vladimir Putin en Georgia o en Siria.

Al igual que los mercenarios del Grupo Wagner, las tropas de élite chechenas están acusadas de graves violaciones de los derechos humanos, acusaciones que Kadirov ha rechazado, aunque ha reconocido que entre sus tropas hay algunos «elementos canallas».

Ramzan Kadirov es el presidente de Chechenia desde el año 2007, cuando sustituyó a su padre, Akhmad Kadirov, asesinado en un atentado terrorista. Al igual que su padre, antiguo rebelde checheno que, tras cambiarse de bando, se convirtió en un leal «vasallo» de Putin, Ramzan Kadirov es un despiadado líder que rige con puño de hierro la república caucásica.

Fanático religioso, seguidor del islam sufí, actúa en Chechenia como si fuese su finca particular sin intromisión de nadie, ni siquiera de Moscú. Tras la guerra de Chechenia en los años 90, cuando Rusia recuperó el control del país, el Kremlin acordó con Akhmad Kadirov que le dejaría las manos libres en la república a cambio de que le ofreciera absoluta lealtad y que pacificara el territorio.

Cruenta fuerza de choque

Al igual que su padre, Ramzan Kadirov ha empleado a la Guardia Nacional como una cruenta fuerza de choque contra los independentistas chechenos hasta eliminar todo atisbo de rebelión.

Para ello, no ha dudado en violar de forma sistemática, y sin ningún tipo de pudor, los derechos humanos: asesinatos, torturas, violaciones, secuestros… Todo es válido para atar bien en corto a la díscola república caucásica. Mientras tanto, el Kremlin mira para otro lado siempre que Kadirov le garantice que el territorio permanecerá leal a Rusia.

Antes de alcanzar la presidencia Kadirov ya puso en marcha todas estas tácticas de terrorismo de Estado mediante su temida milicia Kadirovsti, muchas de cuyas técnicas de combate introdujo posteriormente en su Guardia Nacional, que ahora combate en Ucrania.

Sin embargo, Kadirov no se limita sólo a eliminar rebeldes independentistas. Su objetivo es convertir Chechenia en una piadosa república islámica. Dentro de su estrategia de monopolizar la ideología islamista oficial del Estado, Kadirov ha atajado cualquier intento de Al Qaeda y Estado Islámico de introducirse en Chechenia. Él mismo se define como musulmán tradicional y ha emprendido una campaña de detenciones y ejecuciones contra elementos considerados «antimusulmanes», como homosexuales o divorciados, a los que obliga a volver casarse con sus anteriores parejas.