Guerra Ucrania Rusia
Objetivo: matar a Vladimir Putin
El ministro de exteriores de Luxemburgo fue el primero en plantearlo, y el siguiente en apuntarse al plan para asesinar a Putin fue el senador republicano Lindsey Graham, pero hay y hubo mas iniciativas. Su cabeza tiene precio: un millón de dólares
Fue el primer político esta semana en decirlo abiertamente, pero no el único en pensarlo. El ministro de Asuntos Exteriores de Luxemburgo, Jean Asselborn, fue directo al objetivo: «Ojalá se le pudiera eliminar físicamente para detenerlo». Se refería, naturalmente, a Vladimir Putin. La idea de un atentado contra el hombre que está dispuesto a arrasar Ucrania, y quién sabe si a presionar el botón rojo de un ataque nuclear, no es nueva.
«Si el pueblo ruso supiera el número de muertos que tiene sobre su conciencia, el Kremlin sería derrocado», explicaba un Asselborn entusiasmado durante una entrevista de radio con la cadena 1007. En su análisis de situación de la guerra, se sinceró y manifestó: «Me parece la única opción». De este modo, insistía en que liquidar a Putin era la única forma de ver luz al final de este túnel de sangre, muerte y bombardeos.
La polémica no tardó en estallar, ni el ministro en decir que había cometido «un error» al proponer el asesinato de Putin. «Válvula de escape», lo definió en un comunicado donde reconoció: «No puedo reprimir mis emociones y mi sentido de la justicia frente al sufrimiento humano de personas inocentes», se justificó. Dicho esto, lamentó que se le «escapara» decir eso de matar a Putin, pero se ratificó en la idea de que «la guerra en Ucrania solo se puede parar si se detienen las acciones de Putin».
Eliminar a Putin es lo que propuso también el banquero Alex Konanykhin al ofrecer una recompensa de un millón de dólares por su cabeza. «Se busca vivo o muerto por genocida» escribió en un cartel, modelo lejano oeste, con el rostro del ex agente del KGB, que colgó en su muro de Facebook.
La invasión de Ucrania ha reflotado los planes de quitarse de en medio, por las bravas, al individuo que ha puesto en peligro la paz en el mundo. El senador republicano Lindsey Graham, también en una entrevista, propuso que «alguien en Rusia» se levante y «acabe con este tipo». Después, en su cuenta de Twitter recurrió a la historia de Roma: «¿Hay un Bruto en Rusia?».
Putin reconocía en el documental de Oliver Stone de 2017 que había sufrido varios intentos de asesinato en el pasado. Siete, según el servicio de Inteligencia ruso. Verdadero o falso (pueden ser más o menos) en la conversación con el cineasta estadounidense, parecía sentirse orgulloso de que su nombre estuviera en la agenda de francotiradores nacionales e internacionales. Saber que era un objetivo le hacía sentir importante y poderoso.
Castro me dijo: ¿Sabes por qué sigo vivo?
«Hablé con Castro (Fidel) de eso (los atentados) y me dijo: ¿Sabes por qué sigo vivo? Porque siempre he sido yo quien se ocupaba personalmente de mi propia seguridad.» Experto en la materia, el consejo que le dio a Putin fue palabra sagrada para el ruso. «Sabes lo que se dice entre rusos?» le pregunta a Oliver Stone en otro momento, sin que éste tenga tiempo para responder. «…Dicen -se contesta a sí mismo Putin- que aquellos que están destinados a ser ahorcados, nunca morirán ahogados».
Fidel Castro, probablemente, fuera el jefe de Estado y dictador con la lista más extensa de intentos de asesinato. El servicio de Inteligencia cubano insiste en que, hasta 2007, fueron no menos de 638 atentados los que sufrió el revolucionario que prometió libertad y prosperidad para la isla, pero cuyo legado fue represión y ruina.
Las maneras de intentar asesinar a Castro, no son muy distintas de las que se atribuyen a Vladimir Putin. Uno de los informes publicados por el diario Pravda, órgano oficial del Partido Comunista de Rusia, asegura que fueron siete las intentonas fallidas de liquidar al zar de la guerra. Una de las más conocidas estaba programada para ejecutarse en el año 2000, durante el funeral del alcalde de San Petersburgo Anatoly Sobchak. El Servicio de Protección Federal aseguró que había logrado desmantelar el plan. Ese mismo año, según la misma agencia, un comando de chechenos fue desarticulado y abortado el ataque.
Del atentado que se conocen más detalles es el de 2002 en Azerbaiyan. Kyanan Rostam, un ciudadano iraquí entrenado en Afganistán, fue detenido con un cargamento de explosivos con los que pensaba hacer saltar por los aires a Putin. Fue juzgado y condenado a diez años de cárcel.