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La primera ministra finlandesa, Sanna Marin (D), y su homóloga sueca, Magdalena Andersson

La primera ministra finlandesa, Sanna Marin (D) y su homóloga sueca, Magdalena AnderssonRoni Rekomaa / Lehtikuva / AFP

Invasión rusa de Ucrania

El norte, en peligro: de perdidos, al río

Suecia y Finlandia se están acercando decididamente a la OTAN como resultado de la agresiva acción rusa en Europa Central

El Siglo de las Luces se abrió con una gran guerra en el Norte (1700-1721) que enfrentó principalmente a la Suecia de Carlos XII con la Rusia de Pedro I, pero que afectó, también, a Dinamarca y Noruega en una Europa que se vería pronto convulsionada por la, más amplia, Guerra de Sucesión Española (1707). Ambas guerras no se llegaron a unir, pero falto poco.

Ahora, la agresiva acción rusa en Europa Central también está teniendo un impactante efecto en el norte del continente: Suecia y Finlandia se están acercando decididamente a la OTAN.

Con la invasión rusa de Ucrania, con la virulencia de sus acciones militares en la ocupación, que estamos siguiendo minuto a minuto, se ha roto toda neutralidad.

Particularmente los hechos han obligado a los países del norte de Europa a modificar drásticamente sus políticas de seguridad. Ciertos principios que eran tan sólidos, como el acero quirúrgico, en muy pocos días han tomado una dirección contraria; concretamente Suecia y Finlandia están discutiendo en serio si estos acontecimientos no deberían tener consecuencias, a corto plazo, para replantear su relación con la OTAN.

El presente horror en Ucrania y las amenazas de Rusia, como que «la entrada en la OTAN de Finlandia y Suecia tendría consecuencias militares y políticas». Algo que el Ministerio de exteriores ruso ha reiterado desde diciembre, han cambiado drásticamente la perspectiva en el Norte. No ha sido baladí la influencia del cambio radical de política de seguridad por parte del gobierno de Berlín. Un hecho que ha motivado a los gobiernos de Estocolmo y Helsinki a tomar un camino muy decidido.

A Suecia y Finlandia les había ido bien durante mucho tiempo con su política de permanecer no alineados, pero desde la anexión rusa de Crimea en 2014 la relación con la OTAN se ha intensificado, haciéndose cada vez más estrecha.

Tras los últimos acontecimientos, la ministra sueca de Relaciones Exteriores, Ann Linde, declaró: «Nuestra situación de seguridad es grave» reconociendo que la retórica y la actividad militar de Moscú son inaceptables.

La política exterior de Suecia (como la de Ucrania) están en su derecho a tomar sus propias decisiones en cuanto a su política de seguridad. «Rusia no puede dictar sus designios a través de amenazas y violencia» decía Linde en referencia a las demandas que Rusia publicó en diciembre, sobre garantías de seguridad; exigiendo que no debería haber ampliación de la OTAN, algo que afectaba de lleno a la soberanía de Suecia y Finlandia.

En el debate finlandés, encontramos lo mismo que en Suecia, sobre una posible adhesión del país a la OTAN. Su larga tradición neutral se ha roto y su presidente, Sauli Niinistö, en visita al presidente Joe Biden, en Washington, trataron sobre la guerra en Ucrania y los efectos de esta guerra en la arquitectura de seguridad europea.

Más tarde, la diplomacia estadounidense en Helsinki declaró que solo los propios finlandeses podían decidir «si unirse a la Alianza o no» y que la puerta de la OTAN siempre estaba abierta para Finlandia, quien siempre ha sido un socio cercano. Tengamos en cuenta que comparte con Rusia una frontera de 1.300 kilómetros, ni más ni menos.

El presidente, Niinistö, causó revuelo con su comunicado al afirmar que el entorno de seguridad de Finlandia estaba experimentando actualmente «cambios rápidos y extremos», desarrollando esta idea: «Los efectos de esta guerra en la seguridad y la política exterior de Finlandia son graves, sin embargo, en medio de una crisis tan aguda, es particularmente importante mantener la cabeza fría y evaluar cuidadosamente el impacto de los cambios pasados y posibles cambios futuros en nuestra seguridad, no nos movamos con vacilación, pero sí con cautela».

Así mismo, la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, también expresó su comprensión de que son, cada vez más, los finlandeses partidarios de unirse a la OTAN, pero les advertía que esta discusión «llevaría tiempo». Tras esta ocupación rusa de Ucrania, las encuestas han dado una mayoría, de casi el 80 por ciento de los preguntados, a favor de unirse a la Alianza Atlántica porque ven a Rusia como una amenaza real y próxima.

Sin embargo, aún no se prevé una mayoría parlamentaria que permita alcanzar esta adhesión. Las preocupaciones de los finlandeses sobre si la solicitud de ingreso en la OTAN podría exacerbar los ánimos de Rusia y agravar su situación de seguridad por las amenazas del Kremlin, han cambiado drásticamente: los finlandeses ya se sienten así de amenazados, independientemente de si solicitan su ingreso o no en la Alianza.

Por eso, aquí en el Norte el sentimiento es, cada vez más, como decimos en España: de perdidos, al río.

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