Guerra Ucrania Rusia
Kiev se blinda a la espera de la madre de todas las batallas
Las fuerzas rusas bombardean la base Internacional de Mantenimiento de Paz y Seguridad de Leópolis, a un paso de la frontera con Polonia y dejan un saldo de 35 muertos y 134 heridos
Saben que es cuestión de días o quizás de horas. El Gobierno de Volodimir Zelenski y la población que se ha quedado en Kiev para defender su tierra, esperan un ataque sin piedad de Rusia. La capital es la joya de la corona de la guerra que ha desatado Vladimir Putin.
El ruso que soñaba con una reconquista rápida de parte del viejo imperio soviético, se ha encontrado con una resistencia impensada . También con un frente común de Occidente que, con su batería a ráfagas de sanciones, ha llevado al rincón la vulnerable economía rusa, herido buena parte de su comercio internacional y bloqueado el patrimonio de este aspirante a Zar siglo XXI y el de su círculo más estrecho.
Los planes de Putin han tenido que adaptarse a un escenario que, paradojas de una potencia, no estaban en su periscopio ni en un posible Plan B. La ira o su desesperación preocupa en Washington y en Europa que temen que pueda tener una reacción que vaya más allá de la furia militar y caiga en la tentación de usar, a su manera, la alternativa nuclear o armas biológicas. si no encuentra una salida digna al conflicto en el que se ha metido, por sus delirios de grandeza, él solo.
Los escenarios nucleares o biológicos no los descarta Volodimir Zelenski ni la población ucraniana, dispuestos a morir con las botas puestas para defender su país y su capital. Desde el 24 de febrero que las tropas rusas se apoderaron de la región del Donbás, Kiev dejó de ser esa ciudad bulliciosa para convertirse en un laberinto de bloques de hormigón, espinas de acero, trincheras y barreras para impedir el paso de ese convoy ruso que se acerca peligrosamente y se dispersa como una abrazadera en torno a la capital ucraniana.
Putin creyó que Kiev sería un colador para sus tanques y la artillería pero se equivocó o los informes de su agencia de inteligencia le hicieron equivocarse. Las fuerzas rusas aprovecharon los primeros días algunas vías que les permitieron mostrar su poderío en las calles pese a ser objeto de emboscadas ucranianas pero la estrategia del más débil, de Ucrania, ha resultado ser más inteligente y efectiva que la de este enorme Goliat que busca el momento más adecuado para asestar el golpe final.
Zelenski prometió una «defensa encarnizada» de la capital frente a las fuerzas rusas que redoblan sus ataques. El último más sangriento fue al «Centro Internacional de Mantenimiento de Paz y Seguridad»una base militar de la región de Leópolis, a un paso de la frontera con Polonia, país que es miembro de la Unión Europea. El ataque causó al menos 35 muertos y 134 heridos, según el balance de las autoridades locales.
La base se encuentra a unos 40 km al noroeste de Leópolis, una ciudad del oeste de Ucrania donde se refugiaron numerosos desplazados y a la que varios países transfirieron su embajada, al estar, hasta ahora, fuera de los objetivos rusos. En la base, «trabajan» instructores extranjeros, declaró el ministro ucraniano de Defensa, Oleksii Reznikov.
Presentes en la periferia de Kiev, las tropas rusas intentan neutralizar las localidades vecinas para «bloquear» la capital, según el Estado Mayor ucraniano. Sus suburbios del noroeste (Irpin, Bucha) han sido fuertemente bombardeados en los últimos días.
El Ministerio británico de Defensa estimó que las fuerzas rusas se encuentran a unos 25 kilómetros de la capital, y que la columna del norte se había dispersado, lo que podría ser un indicio de que se está preparando un asedio.Sin embargo, tanto al oeste como al este de la capital, la resistencia ucraniana es implacable.
La moral intacta de Ucrania
La presidencia ucraniana prometió una «defensa encarnizada» de la capital y los soldados ucranianos, en declaraciones a Afp mantienen que su moral intacta. ¿Y la de sus enemigos? «Se han visto obligados a acampar en aldeas con unas temperaturas que rozan los 10 grados bajo cero por la noche. No tienen provisiones y tienen que saquear casas», comentó el soldado ucraniano Ilya Berzenko, de 27 años.
No sucede lo mismo en la ciudad asediada de Mariúpol que aguarda la llegada de un convoy de ayuda humanitaria. Esa caravana, procedente de Zaporiyia, estuvo más de cinco horas bloqueada en un punto de control ruso.
Mariúpol, una ciudad portuaria estratégica, está sumida en una situación «casi desesperada», advirtió Médicos Sin Fronteras (MSF). La falta de víveres, de agua, gas, electricidad y comunicaciones mantiene. la población en una situación calamitosa. Se ha intentado en vano evacuar a miles de civiles en varias ocasiones. «Mariúpol sigue rodeada, lo que [los rusos] no pueden tener por la guerra lo quieren tener por el hambre y la desesperación. Como no pueden derrotar al ejército ucraniano, apuntan contra la población», reflexiona en Afp una fuente militar francesa.
El gobierno ruso reconoce que «en algunas ciudades» la situación «ha alcanzado proporciones catastróficas», según el general Mijail Mizintsev, citado por las agencias de prensa rusa. Pero el oficial, en esta guerra cruzada de acusaciones, atribuyó la tragedia a los «nacionalistas» ucranianos y dijo de estos que siembran de minas las zonas residenciales, destruyen infraestructuras y retiene a la población civil.
Operación Odessa
Odesa es el otro puerto que le urge a Rusia conquistar. La ciudad, como Kiev, se prepara para una ofensiva de las tropas rusas que de momento están concentradas en Mikolaiv, a unos 100 km al este. Los bombardeos masivos alcanzaron un centro oncológico y una clínica oftalmológica. Las víctimas jalonan las calles de algunas urbes y los balances son imposibles de verificar. «Unos 1.300» militares ucranianos murieron desde el 24 de febrero, aseguró Zelenski, en el primer recuento oficial aportado desde que empezó la invasión.
Según Naciones Unidas 579 civiles habrían sido abatidos pero la cifra real probablemente sea mucho mayor. Los números de caídos, heridos y desplazados varían con el transcurrir de las horas. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), estima que cerca de 2,6 millones de personas han huido de Ucrania desde que estalló la guerra, a las que hay que sumar unos dos millones de desplazados internos.
Vladimir Putin hace apariciones esporádicas donde sigue manifestando su determinación. Ayer denunció que las fuerzas ucranianas cometieron «violaciones flagrantes» del derecho humanitario. Pero Zelenski se mostró moderadamente optimista al destacar que Rusia adoptó un «enfoque fundamentalmente diferente» en las negociaciones para poner fin a la invasión. El mandatario ucraniano subrayó que Moscú ya no se limita a «dar ultimátums» y recordó que fue Putin el que habló de «pasos positivos» en las últimas negociaciones bilaterales.
El jueves, Turquía acogió las primeras negociaciones entre los ministros de Asuntos Exteriores ruso y ucraniano desde el inicio de la invasión. El Kremlin dijo que las conversaciones entre las delegaciones de ambos bandos continuarán, como está sucediendo, por viodeoconferencia.
Washington dio luz verde al envío de 200 millones de dólares en armas y ayuda para Ucrania. El anunció irritó aún más a Putin que amenazó con atacar los convoyes occidentales con ayuda militar a Ucrania y los calificó de «objetivos legítimos».