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Los presidentes Volodimir Zelenski y Vladimir PutinPaula Andrade

26 días de guerra en Ucrania

El Kremlin descarta un cara a cara entre Putin y Zelenski: «Las negociaciones no están avanzadas»

El portavoz del Kremlin descarta un alto el fuego para dar una oportunidad a las negociaciones

Rusia dijo, no. El Kremlin hace oídos sordos a la petición de una entrevista, cara a cara, entre Vladimir Putin y Volodimir Zelenkski. Moscú opina, pese a su supuesta buena voluntad de negociación, que no se dan las condiciones para un encuentro entre los dos presidentes que pueden parar esta guerra.

Dmitri Peskov, portavoz de Presidencia de Rusia, fue determinante: «El grado de avance en las negociaciones, probablemente, no está tan avanzado como se quisiera, ni como lo requiere la dinámica del desarrollo de la situación para la parte ucraniana». En su cotidiano encuentro con los medios de comunicación que todavía operan en Moscú, Peskov rechazó dar detalles sobre los puntos de convergencia y divergencia que mantienen las dos delegaciones que tienen previsto celebrar a lo largo del día, su séptima ronda de conversaciones por videoconferencia.

El hombre que da todas las mañanas el parte oficial ruso (político, sobre todo) advirtió que la entrevista entre Putin y Zelenski únicamente se dará cuando haya un consenso trascendental entre las partes, pero, añadió, «de momento, no hay avances significativos (en esa dirección)». La eterna pregunta sobre si sería posible, además de obligado, establecer una tregua mientras se está en la fase de diálogo, el portavoz del Kremlin lo rechazo de plano al considerar que esos paréntesis serían utilizados por «formaciones nacionalistas» de Ucrania para «reagruparse y continuar los ataques contra las tropas rusas».

El Kremlin mostro su rostro más diplomático al agradecer los esfuerzos de todos los países que se ofrecen como sede de un posible encuentro entre Putin y Zelenski. Dicho esto, despreció el hipotético encuentro porque, por ahora, es «un asunto secundario».

El presidente de esta Ucrania bombardeada manifestó con un entusiasmo poco frecuente, este domingo que estaba «preparado» para negociar con su homólogo ruso, Vladimir Putin. El objetivo para el ucraniano es detener esta sangría de pérdida de vidas y poner fin a la guerra, pero no a cualquier precio. Zelenski no está dispuesto a pagar La factura de la independencia de la región del Donbás y el reconocimiento de Kiev de la soberanía rusa sobre la península de Crimea que anexionó mediante otra invasión en 2014. «Ningún compromiso que afecte a la integridad territorial y a la soberanía» del país está dentro sus planes, reconoció en entrevista a CNN.

Algunos de los puntos de la negociación (supuestamente quince, aunque reducidos a seis) que Moscú considera inamovibles son el compromiso de Ucrania de no estar en la OTAN, un estatuto de neutralidad que garantice que su posición no beligerante modelo, Austria o Suiza, así como la independencia de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, en el Donbás, y el control ruso de Crimea.

La negativa rusa de sentar a Putin y a Zelenski en una misma mesa no es una buena noticia, pero el ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, se muestra igualmente optimista al destacar que las negociaciones están a un paso de arrojar resultados, están «casi en un acuerdo».

El jefe de la diplomacia turca reconoció el domingo en el diario Hürriyet -informa EFE- que la paz demandará un encuentro al más alto nivel. El ministro estuvo en Moscú y en Leópolis donde se entrevistó con sus homólogos de Rusia y Ucrania, Serguéi Lavrov y Dimitro Kuleba.

El asedio a Mariúpol, un crimen de guerra

Por otro lado, el asedio ruso contra la ciudad de Mariúpol sigue generando la indignación internacional contra el Kremlin. Los 400.000 civiles que se encuentran atrapados en la urbe sobreviven bajo las bombas sin luz, agua corriente, comida ni calefacción.

Rusia sigue atacando de forma indiscriminada las zonas residenciales de la ciudad y ya ha destruido más del 80% de su entramado urbano. La estrategia seguida por el ejército ruso en Mariúpol, y en otras ciudades ucranianas, es la misma estrategia de tierra quemada que aplicó en la guerra de Chechenia en 1999 y en Siria entre 2012 y 2016.

La completa destrucción de la ciudad de Grozni, en Chechenia, y de Alepo, en Siria, es la prueba palpable de la hoja de ruta seguida por Rusia en las guerras en las que se embarca: bombardeos masivos contra objetivos civiles y paciencia hasta que quiebre la resistencia interna en medio de una montaña de cadáveres.

El alto representante de la Unión Europea para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad, Josep Borrell, condenó los ataques rusos contra Mariúpol y reclamó nuevas sanciones contra Rusia.

«Lo que está ocurriendo en Mariúpol es un enorme crimen de guerra, destruyendo todo, bombardeando y matándolos a todos», declaró Borrell.