Fundado en 1910

Una madre ucraniana y su hija, esperan un transporte en la frontera con PoloniaAFP

Llegaron a Polonia cargados de ayuda humanitaria y volvieron a España con 22 refugiados ucranianos

El Debate habla con el coordinador de una expedición humanitaria española que ha rescatado a varias familias ucranianas en la frontera con Polonia

De Madrid a Varsovia, tres días de viaje por carretera en cuatro furgonetas. A la ida, cargados de material de ayuda humanitaria. A la vuelta, con las furgonetas llenas de refugiados ucranianos que buscan en España un lugar seguro con sus familias lejos de las bombas.

Pepe, un vecino de Madrid que se define como «una persona normal, un trabajador», no podía quedarse en casa sin hacer nada cuando veía en televisión los bombardeos rusos contra zonas residenciales ucranianas.

«A los dos días de empezar la guerra, yo le dije a mi mujer: ‘tengo clarísimo que voy a ir allí a traerme a gente y a llevar lo que sea’», cuenta en una entrevista a El Debate. «Entonces empecé a moverme, a contactar con ONG y con el Ministerio de Asuntos Exteriores. Enviamos mil cartas, mil mails, mil llamadas…». Pero no hubo respuesta.

«Nosotros lo que buscábamos era llegar al punto de recogida y que las ONG y el Ministerio de Exteriores nos facilitaran un contacto en la zona para poder traer a la gente de forma legal. La respuesta de las ONG y del Ministerio de Exteriores fue que ellos no colaboraban con iniciativas privadas», señala decepcionado.

Ante esa negativa, Pepe no se quedó de brazos cruzados y empezó a tirar de agenda personal. «A través de un amigo, que es policía nacional, contactamos con un compañero suyo que, no de forma oficial, iba a ir para allá para traer gente. Me puse en contacto con esta persona, pusimos en común nuestra iniciativa y, a raíz de eso, a través de amigos de amigos, nos juntamos cuatro furgonetas». Junto con Pepe, al frente de la expedición fueron Luis Carlos, Manu, Manuel, Isma, Raquel, David y Alfredo.

El boca a boca hizo crecer la iniciativa hasta que una asociación vecinal de Madrid contactó con ellos. «Hablé con una chica que era ucraniana y que estaba recogiendo material para mandar a la frontera. La idea era llevar allí el material que habían reunido en la asociación y, en el viaje de vuelta, traer gente».

Esta asociación se había coordinado con contactos en la frontera y en Varsovia. A través de ellos, los ucranianos en España informaban de sus familiares que se dirigían a la frontera y el tiempo estimado que tardarían en llegar.

Una vez en Madrid, las familias ucranianas se repartirían entre las casas de sus familiares y amigos. En ningún caso, en naves habilitadas. «Nosotros lo que no íbamos a hacer era sacar a la gente de ‘campos de refugiados’ en Polonia para llevarlos a Madrid y meterlos en el Zendal, que sería como meterlos en otro campo de refugiados, pero en vez de en Polonia en España».

«La premisa era que la gente que trajéramos a España tenía que ir a casa de acogida. Como la gente que hemos traído ha sido a través de contactos hechos en Madrid, era gente que tenía familias con casa en Madrid, pero también en otras ciudades de España: en Málaga, en Albacete… Había una familia que no tenía a nadie en España, y se han quedado conmigo. Nuestra premisa era que todo el mundo que viniera con nosotros tenían que estar todos documentados, con su pasaporte, con el DNI ucraniano o partida de nacimiento, todo el mundo legal, y luego que, en España todo el mundo tuviera dónde quedarse».

Desde Madrid se llamaba a la frontera, en la frontera se recogía a los refugiados, los mandaban a Varsovia y allí el grupo de Pepe tendría que recogerlos para traerlos a Madrid en las cuatro furgonetas. «Ese es el círculo que creamos con contactos y llamadas. Es una iniciativa totalmente privada. Hicimos crowdfunding para recaudar dinero, porque alquilar cuatro furgonetas, ir hasta Varsovia, pagar hoteles, pagar a gente, es un dineral. Afortunadamente la gente se portó muy bien».

Un caos alucinante

El grupo salió de Madrid el miércoles 9 de marzo. La primera etapa finalizó en París, donde el grupo pasó la noche en las mismas furgonetas. Al día siguiente: París-Poznan, ya en Polonia. Por último, Poznan-Varsovia.

En Varsovia el grupo se dividió entre tres. «Un grupo fue a un orfanato donde nos pidieron material para niños ucranianos. Querían pañales, crema y comida. Los otros dos fuimos a un punto de recogida con material. Llevamos comida rápida, mantas, hornos para calentar la comida, sacos de dormir… Desde allí fuimos al punto de recogida, que era un centro comercial, donde estaban las familias».

La desesperación de las familias, atenazadas por el miedo y la necesidad de alejarse cuanto antes de los combates, convirtió los puntos de recogida «en un caos alucinante», describe Pepe.

«Las familias trataban desesperadamente de salir de allí, por lo que contactaban con varios conductores al mismo tiempo. Aunque había listas cerradas de refugiados en vehículos concretos, esa lista cambiaba cada día, porque la gente, aunque tuviera asignada una plaza en una furgoneta, si antes llegaba otra vacía, se montaban en esa y se iban», narró.

La labor del grupo de Pepe se vio facilitada por intermediarios en el terreno. «Afortunadamente contactamos con una persona, un contacto, Victoriano S. L., que es el coordinador de evacuados de Varsovia. Entre la coordinación en Madrid y la coordinación directa en Varsovia con Victoriano, conseguimos llenar todas las furgonetas, 22 personas».

Los refugiados que trasladaron venían con mucho miedo. «Es gente con mucho miedo, muy desconfiada, muy cansada. El primer día del viaje, no habló nadie: todo el mundo dormido, con mucha desconfianza y mucho miedo. El segundo día ya se soltaron más, hablaban más con nosotros. Y el tercer día ya una relación muy cordial. Muy agradecidos, las familias que les esperaban en Madrid muy agradecidas, todo el mundo llorando… Fue algo muy bonito».

«Nos contaba una chica, con su hijo de 8 meses y su hija de 6 años que llevaban 8 días sin dormir caminando para llegar a la frontera», detalló.

Pepe explicó que «en Ucrania, los corredores habilitados los están minando y bombardeando. Los refugiados no pueden ir por los corredores humanitarios habilitados, porque los bombardean y los minan. Entonces, los refugiados siguen rutas alternativas, por lo que el camino es mucho más largo y mucho más costoso».

«Esta familia, que se pasó una semana entera caminando, se montó en el coche y estuvo 12 horas dormida. Cuando la mujer se despertó, le llegó un mensaje a su móvil donde le comunicaban que habían bombardeado la zona donde estaba su marido. Estuvimos tres horas hasta que conseguimos hablar con su marido y saber que estaba bien. Fueron tres horas de una angustia brutal», reconoció.

Un éxito

La operación del grupo de Pepe fue un éxito. «A raíz de esto nos ha contactado más gente y el coordinador de Varsovia nos está pidiendo más ayuda, pero más grande. Estamos moviendo ya algo más grande, tenemos contactos con empresas importantes, y ahora queremos fletar autobuses o incluso aviones. Pero esto sería ya coordinándolo con el Ministerio de Asuntos Exteriores, porque la avalancha de gente para sacarlos de allí era alucinante».