Alicia Bárcenas, gran admiradora de Fidel Castro, deja la Secretaría General de la CEPAL (ONU)
La mexicana, que había rechazado el Ministerio de Exteriores, dirigirá la escuela diplomática de su país a petición de López Obrador tras 13 años al frente del organismo de la ONU para el desarrollo
Polémica desde su nombramiento, Alicia Bárcenas abandona este jueves la Presidencia de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y El Caribe), organismo de la ONU con sede en Santiago de Chile, para incorporarse al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El recuerdo que deja en estos 13 años largos en este destino, cuya misión es contribuir al desarrollo de la región, está empañado por su desembozada afinidad con el régimen cubano y su sectarismo con aquellos que no coincidían en poner por las nubes a un dictador que convirtió La Habana y el resto de la isla, en un infierno de miseria.
Las intervenciones de Alicia Bárcenas, como máxima responsable de la CEPAL, siempre fueron reproducidas por Gramma, el periódico del régimen cubano que encontraba en esta mujer una afinidad cuando no admiración, sorprendente. La muerte de Fidel Castro, oficialmente el 25 de noviembre de 2016, encontró en la mexicana una necrológica sorprendente: «Se ha apagado la vida fecunda de un gigante. Abrazo fraterno a Raúl Castro y al pueblo cubano. Hasta la victoria siempre, Comandante #Granma».
El epitafio dejó estupefactas a víctimas y exiliados pero también a organismos como Human Rights Watch. José Miguel Vivanco, director para las Américas de la ONG de defensa de derechos humanos, lo dejó bien claro: «Homenaje a Fidel Castro de la secretaria ejecutiva de la Cepal. No se puede creer». La reacción de Bárcenas, al leerle, fue aún más sorprendente, bloqueo en Twitter a Vivanco que, entonces, subió el tono: «… adora a Fidel Castro… y se enoja por un tuit».
El aluvión de comentarios críticos a la cuenta del pajarito azul de la licenciada en Biología por la Universidad Autónoma de México, fueron, en su mayoría, menos diplomáticos que los de José Miguel Vivanco. Quizás eso, le hizo reflexionar y apenas tres días más tarde borró con una mano lo que había escrito con la otra. Demasiado tarde para que las redes sociales permitiesen el olvido de su declaración. Entre otras razones, porque estaban alertas al no tratarse de la primera confesión de admiración por «el comandante».
En el mes de marzo de aquel año la Universidad de La Habana la había distinguió con un Doctorado Honoris Causa en Ciencias Económicas. En su discurso de agradecimiento, la Agencia Cubana de Noticias (ACN) recordó cómo «mencionó entre sus referentes académicos al líder de la Revolución Cubana» (sic). En esa misma intervención, aunque todavía representaba a la CEPAL, llegó a decir que Cuba era «un ejemplo de cómo un pueblo unido puede cambiar las estructuras de poder». Asombrosa apreciación, se dirigió a la juventud para pedirles: «… no olvidarse del pasado cuando miren al futuro». Del verdadero presente, pareció no acordarse.
La carrera de Alicia Bárcenas en Naciones Unidas comenzó en 1989 con informes sobre medio ambiente y desarrollo. En 1992, con esa especialidad logró dar el salto a la División de Medio Ambiente y Asentamientos Humanos. Nueve años más tarde, en 2008, logró tomar las riendas la de la CEPAL y cuando pensaba que había tocado su techo Andrés Manuel López Obrador le ofreció en plena campaña ser Ministra de Asuntos Exteriores, cargo que rechazó.
Ahora, Bárcenas, acepta ponerse al frente del Instituto Matías Romero, algo así como la escuela de formación de diplomáticos. En esta nueva misión, por debajo del Canciller, quizás podría convocar a José Miguel Vivanco, el chileno que, de verdad, tiene mano izquierda para las relaciones diplomáticas y la defensa de los derechos humanos (incluidos los de los cubanos).