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El presidente de EE.UU., Joe Biden, a su llegada a IowaAFP

Estados Unidos

El último despiste de Joe Biden: estrechó la mano a un fantasma

El presidente de Estados Unidos gana posiciones, por méritos propios, en la lista de mandatarios del mundo con más patinazos y escenas desafortunadas

Joe Biden empieza a protagonizar episodios más propios de una comedia que del drama que vive el mundo con la guerra de Ucrania en la que Estados Unidos desempeña un papel determinante.

Al presidente se le acumulan las correcciones de sus subordinados y los despistes en escena. Lejos queda aquel en el que presentó a su mujer como si fuera su hija, y poco parece si tenemos en cuenta el último.

Biden, de 79 años, pronunció un discurso en la Universidad de Carolina del Norte ante unos estudiantes ávidos de ver en persona y escuchar al sucesor de Donald Trump.

El presidente de la primera potencia del mundo iba bien preparado y con todo escrito. La intervención no parece que fuera precisamente corta dado el volumen de folios que llevaba en una carpeta.

Una vez concluido el «speach» en la Facultad Técnica y Agrícola de Greensboro, satisfecho, Biden se giró y desenfundó la mano derecha para estrecharla con… nadie.

El mandatario no se había dado cuenta de que estaba solo y mantuvo por unos instantes la mano en el aire. Desorientado dudó cómo salir del aprieto, y del escenario. Fue primero a la derecha, luego un poco al fondo y al final, a su izquierda hasta encontrar los escalones de la palestra.

La anécdota se ha replicado en buena parte de los medios de comunicación estadounidenses. Con diferentes grados de respeto, las bromas y la chacota no cesan. Tampoco la imagen del presidente saludando a un fantasma.

Algo parecido, salvando las distancias, le pasó al ex presidente argentino, Fernando de la Rúa. El hombre había acudido a un programa de máxima audiencia y al finalizar su charla con el conductor, Marcelo Tinelli, intentó salir por el lado equivocado del escenario. Tinelli tuvo juerga para rato y el bochorno le persiguió a De La Rúa hasta el final de sus días.

Fernando de la Rúa y Carlos Menem

Aquel instante de ridículo se considera el principio del fin de la por entonces más que tocada imagen del un presidente que se vio obligado a dimitir antes de terminar la Legislatura.

Son muchos los presidentes que han sido motivo de burla por despistes pero a la mayoría se les ha perdonado. Es el caso de otro argentino, Carlos Saúl Menem.

Célebre por sus gazapos o «furcios» (en lunfardo) confundía la estratosfera con el espacio y éste con el más allá. Sin complejos, Menem salía de los apuros con gracia y a diferencia de De la Rúa, nunca le pasaron, políticamente, factura.

Donald Trump y George W. Bush

Donald Trump también fue de los que tuvo patinazos sonados. Uno de ellos no se olvida por el punto pícaro. Se refirió a Nepal como Nipple (pezón) antes de estrechar la mano del primer ministro indio. Otro fue llamar a Bután Button (botón), pero más inexplicables aún parecían los lapsus de George W. Bush que se liaba con el «her» (ella) y el «his» (él).

James Carter

Pocos son los mandatarios que se libran de protagonizar alguna anécdota. Hasta James Carter hizo alguna de las suyas al enredarse (o su traductor) y decir en Polonia, en 1977, que tenía «deseos sexuales» por el país que entonces vivía bajo régimen comunista.

Sebastián Piñera

De nuevo en la América del sur, quizás el que tenga la lista más extensa de disparates involuntarios sea Sebastián Piñera. Sus patinazos eran tan frecuentes que se bautizaron como «piñericosas». Una de las que hizo historia fue el día que quiso citar a Pablo Neruda.

El ex presidente lo intentó pero se hizo un lío y dijo: «Neruda, Nicolás Parra». Lo de Bond, james Bond, es de otra película.