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Soldado pertrechado con un misil antitanques JavelinJosé Juan Kindelan

Guerra Ucrania-Rusia  EE.UU. reconoce que no puede rastrear las armas que envía al Ejército ucraniano

Las autoridades estadounidenses no pueden asegurar que sus armas no acaben en manos enemigas o de grupos descontrolados

Sistemas antitanque portátiles Javelin, fusiles, lanzagranadas, sistemas antiaéreos Stinger, drones suicidas, chalecos, cascos y municiones.

Estados Unidos ha invertido cientos de millones de dólares en armar a Ucrania para que pueda hacer frente a la invasión del ejército ruso. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, anunció la semana pasada una nueva partida de 300 millones de dólares.

Esta ayuda militar estadounidense, que se suma a la de otros países de la OTAN, se ha revelado esencial para que el ejército ucraniano haga frente a Rusia y la fuerce a retroceder como ya hizo en Kiev.

Sin embargo, Estados Unidos ha reconocido que no tiene capacidad de rastrear el destino de todo ese armamento enviado a Ucrania.

Según señaló la CNN, E.E.U.U. necesitaría contar con presencia militar sobre el terreno para poder hacer el rastreo de sus armas, presencia militar de la que carece en este momento para evitar un enfrentamiento abierto con Rusia.

A pesar de ello, la administración Biden está dispuesta a asumir el riesgo de que algunas de sus armas acaben en poder del Ejército ruso, como de hecho está sucediendo, o de grupos paramilitares sin control estatal.

La prioridad es la victoria de Ucrania y el freno de los planes del Kremlin

La prioridad en este momento es la victoria de Ucrania y el freno de los planes expansionistas del Kremlin. Cortar el suministro de armas a Ucrania para evitar que estas caigan en manos de actores descontrolados supone un riesgo mayor, afirmaron funcionarios estadounidenses a la CNN.

Estados Unidos no es el único país de la OTAN que proporciona armas a Ucrania: tanques, vehículos blindados, repuestos para aviones, sistemas antiaéreos Starstreak y hasta sistemas de misiles S 300.

No saben dónde están las armas

Reino Unido es el país que más se ha implicado en el envío de ayuda militar a Ucrania, pero también Polonia, Alemania, las repúblicas bálticas, Italia, España, Eslovaquia y otros Estados, han enviado armas a Ucrania. Armas que, al igual que las estadounidenses, son imposibles de rastrear.

Este descontrol causa una honda preocupación en los responsables de Defensa de Estados Unidos. Sobre todo, ante la escalada del apoyo estadounidense a Ucrania con un envío previsto de armas pesadas que incluyen helicópteros Mi 17, cañones Howitzer y una nueva partida de 300 drones suicidas Switchblade.

Un funcionario de Defensa reconoció a la CNN que no tienen ni idea de qué ha pasado con las armas entregadas hasta ahora al Ejército ucraniano: «No podría decir dónde están ni si las están usando los ucranianos».

Las fotos distribuidas por el Kremlin en las que se ve parte de esas armas, sobre todo lanzacohetes antitanque y antiaéreos, algunos proporcionados por España, en poder de los soldados rusos, han disparado las alarmas.

Los servicios secretos occidentales intentan hacer un mínimo rastreo por medio de las imágenes de satélite y con la poca información que el ejército ucraniano les proporciona.

Un ejemplo de información contradictoria es la cuestión del estado de los sistemas de misiles S 300 proporcionados por Eslovaquia. Rusia aseguró haberlos inutilizado todos, mientras que Ucrania lo ha desmentido.

Estados Unidos no tiene forma de lograr información sobre el estado de estos sistemas de gran valor estratégico, pero muy vulnerables.

Sin embargo, el analista Jordan Cohen, consultado por la CNN, llamó la atención sobre el hecho de que el gran problema llegará cuando finalice la guerra. Será entonces cuando las redes criminales hagan su agosto con el comercio de la ingente cantidad de armas enviadas a Ucrania.

Hay tres precedentes recientes: Libia, Irak y Afganistán. La caída del régimen de Muamar el Gadafi facilitó un traficó de armas desde Libia al Sahel con destino a grupos yihadistas como Al Qaeda en el Magreb Islámico o Boko Haram. Las armas libias permitieron la ofensiva yihadista en Mali en el año 2012.

Lo mismo sucedió tras la caída del régimen de Sadam Hussein en Irak. El colapso y desmantelamiento del ejército iraquí constituyó el escenario perfecto para la alimentación armamentística de grupos yihadistas que, en última instancia, favorecieron el auge de Estado Islámico y su gran ofensiva en el verano de 2014.

La imagen de los talibanes pilotando vehículos Humvee y helicópteros Black Hawk estadounidenses es una incómoda situación que la Casa Blanca no quiere ver en Ucrania.

En cualquier caso, por el momento, el destino de las armas enviadas a Ucrania no es la principal preocupación de la administración Biden, porque la prioridad es derrotar a Putin.