Fundado en 1910
El General Alexander Dvornikov durante unos ejercicios militares del ejército ruso

El General Alexander Dvornikov durante unos ejercicios militares del Ejército rusoAFP

73 días de guerra

El pánico a las purgas se extiende entre los generales rusos por el fracaso en Ucrania

El ministro británico de Defensa, Ben Wallace, cree que el Ejército ruso podría colapsar si no pone fin a la guerra pronto

Sobre el mapa, Rusia parece que avanza hacia la victoria en Ucrania. El color rojo que representa los avances rusos se extiende por gran parte de las regiones orientales y del sur del país.

Crimea, Jersón, casi todo el óblast de Lugansk, parte del de Donetsk, Mariúpol, Izyum, Járkov a tiro de piedra. Sólo falta Odesa para cerrar la salida de Ucrania al mar.

De consolidar esas conquistas, Rusia anexionaría una gran parte del territorio ucraniano en una ampliación de sus fronteras sin precedentes desde tiempos soviéticos.

No sólo eso, además las fuerzas rusas siguen logrando pequeñas, pero constantes conquistas, como un goteo, de aldeas y poblados menores que le permiten, poco a poco, cerrar la pinza alrededor de las tropas ucranianas y dejarlas aisladas.

Sin embargo, se trata solo de una percepción sobre el mapa. En el campo de batalla, la ofensiva rusa en Ucrania es un absoluto desastre.

A la humillante retirada en Kiev hay que sumar la pérdida de varios buques en el mar Negro (incluido el buque insignia de la Flota del mar Negro, el Moskva), la muerte de más de 10 generales, la muerte de, como poco, 15.000 soldados, la destrucción de una ingente cantidad de tanques y otros vehículos militares.

La lista sigue: el ejército ucraniano ha logrado llevar la guerra al interior de las fronteras rusas con exitosos ataques contra las infraestructuras logísticas rusas.

Putin ha pisado el acelerador en Mariúpol para lograr conquistar la siderurgia Azovstal, en el puerto de la ciudad, donde un puñado de soldados del batallón Azov le suponen un auténtico dolor de muelas al presidente ruso.

El Kremlin necesita tomar Azovstal para tener una victoria que presentar ante el pueblo ruso el Día de la Victoria, el 9 de mayo, en que Rusia celebra la derrota de la Alemania nazi.

A la vista de la deriva de la guerra en los últimos días se diría que Putin y su corte sólo funcionan de acuerdo con postulados propagandísticos, sin importar las implicaciones de sus decisiones en el éxito o fracaso de su Ejército.

Lo apuestan todo a la carta de Azovstal. Su conquista es fundamental para dar credibilidad al discurso oficial del Kremlin, y no importa que la batalla cuerpo a cuerpo en los laberintos subterráneos donde se atrincheran los ucranianos estén provocando una insoportable pérdida de soldados y armas que serían mucho más útiles en el Donbás.

En el Kremlin huelen el fracaso. Los estrategas de Moscú no ven una salida clara. Los problemas logísticos se acumulan y llegará un momento en que, como sucedió en Kiev y en el norte de Ucrania, el Ejército no será capaz de mantener el control de los territorios conquistados y deberá iniciar un repliegue.

Por el momento, la mente de los altos funcionarios rusos está puesta en el 9 de mayo, lo que pase después, nadie lo sabe.

Según el ministro británico de Defensa, Ben Wallace, los generales rusos han entrado en pánico ante un más que probable fracaso en los próximos meses.

Los vientos del Kremlin traen aroma a purgas, unas purgas que ya se produjeron en el ejército y en los servicios de inteligencia rusos en las primeras semanas de la guerra, cuando fracasaron los planes iniciales de realizar una invasión rápida que, en cuestión de días, descabezara al gobierno ucraniano de Volodimir Zelenski.

Si al inicio de la guerra, los generales fueron los «cabeza de turco» ante el fracaso militar, todo hace pensar que después del 9 de mayo se repetirá la misma historia.

Wallace afirmó en declaraciones recogidas por The Times que los generales rusos «están aterrorizados ante la posibilidad de que sean purgados y expulsados».

La consecuencia del pánico, explicó el ministro británico, es que los generales rusos se están acusando unos a otros de los fracasos en el campo de batalla.

Además, se exponen cada vez más al fuego enemigo en un intento de «resolver este atolladero en el que se encuentran». «Lo hacen gritando a la gente, pero no obtienen mejores resultados».

Para Wallace, da igual el rango o la responsabilidad del general, «todos los que están en el territorio podrían ser chivos expiatorios».

«Ten cuidado si tienes el mando exclusivo de algo en el sistema ruso, porque puede que no sea por mucho tiempo», dijo en referencia al general Alexander Dvornikov, nombrado comandante de las tropas rusas en Ucrania, y al general Valeri Gerásimov, jefe del Estado Mayor ruso, herido recientemente en Izyium cuando dirigía personalmente las operaciones militares.

En opinión del ministro Wallace, sería «una estupidez culpar a Gerásimov o a otros generales por el fracaso de una invasión que, básicamente, es una operación política impulsada por emociones que desafían toda lógica».

La invasión en Ucrania, insistió, «es una decisión política, no militar». «La guerra podría pasar rápidamente del bloqueo a la derrota», como sucedió en Kiev.

comentarios
tracking