China, Irán y Arabia Saudí, líderes en ejecuciones de pena de muerte
Amnistía Internacional publica su informe anual y observa una reducción de países que aplican la pena capital
La vida cambia y la muerte también. Amnistía Internacional presentó su informe anual sobre la pena capital y hay pocas cosas que celebrar.
La pena de muerte ha aumentado en el mundo aunque empieza a descender la tendencia en aquellos países donde se ejecuta tradicionalmente con naturalidad. Dicho de otro modo, matar con la ley en la mano sigue siendo costumbre de una minoría.
Irán y Arabia Saudí no se retiran de su carrera mortal pero en democracias como Estados Unidos una buena noticia: se registró la cifra más baja de ejecuciones desde 1988.
En esta América del norte, Virginia se convirtió en el Estado número 23 en abolir la pena de muerte y Ohio, por tercer año consecutivo, reprogramó o suspendió todas las sentencias de muerte previstas.
En Sierra Leona, donde la vida es un milagro de corta duración, en julio el Parlamento, por unanimidad, aprobó una ley que abolía la pena de muerte para todos los delitos del Código Penal aunque aún no ha entrado en vigor. Cinco meses más tarde Kazajistan hizo lo mismo pero ya se cumple y Papúa Nueva Guinea sometió a referéndum la decisión.
Amnistía contabilizó el pasado año un aumento preocupante de ejecuciones en algunos países. En total, al menos 579 personas, según sus registros, fueron condenadas y ejecutadas. Esto supone un aumento del 40 por ciento respecto del año anterior. Los principales repuntes se registraron en Bangladesh, India y Pakistán.
Buena parte del aumento de ejecuciones corresponde a Irán que ejecutó a 314 personas. Arabia Saudí por su parte, duplicó el número de sentencias de muerte cumplidas superándose a sí misma al matar a 81 personas en un solo día el pasado mes de marzo.
Amnistía Internacional aclara que estas cifras están contrastadas pero el número es mucho mayor al no «incluir a las miles de personas que han sido condenadas a muerte y ejecutadas en China".
Este dato es notoriamente superior con la gran cantidad de ejecuciones que se da por sentado que han tenido lugar en Corea del Norte y Vietnam».
«El secretismo y el acceso restringido a la información en el caso de estos tres países«, observa el informe, «impidió llevar a cabo un seguimiento riguroso de estas ejecuciones».
A los países que tradicionalmente condenan de forma masiva a pena de muerte a sus ciudadanos, se suman este año Somalia, Sudán del sur y Yemen que han disparado sus cifras de ejecuciones. Lo mismo puede decirse de Bielorrusia, Japón y Emiratos Árabes Unidos.
Algunas cifras redondean el informe de Amnistía Internacional. 28.670 personas permanecen condenadas a muerte en todo el mundo, 579 fueron ejecutadas sin contar los muertos de China y todavía hay 55 países que recurren a la pena de muerte como instrumento habitual de su ordenamiento jurídico.