Escándalo 'Partygate'
Vómitos y acoso, el «repugnante» trato al personal de limpieza de Downing Street
El informe de la funcionaria Sue Gray denunció una «falta de respeto» a los empleados del Número 10, pero aún así Boris Johnson promete que no renunciará al cargo
Además de determinar que las fiestas de Downing Street si violaron la normativa sanitaria por coronavirus, la investigación de Sue Gray denunció malos tratos al personal de limpieza en el Número 10, y una cultura de «bullying» que incomodaba a los empleados.
El informe final de la alta funcionaria desvela que limpiadores y guardias de seguridad sufrieron «una falta de respeto» y «malos tratos» en el seno del Gobierno de Boris Johnson: fiestas hasta la madrugada, personal borracho vomitando y peleándose, y alcohol y comida por doquier.
Sue Gray describió el día de posterior a una fiesta que se celebró el 18 de diciembre de 2020, a la que asistieron entre 25 y 40 personas. Jugaron a un amigo invisible, intercambiaron regalos, y bebieron mucho alcohol.
«El encargado de limpieza que se ocupó de la sala la mañana siguiente señaló que había manchas de vino tinto por todas partes: en las paredes, y sobre las cajas de papel de la fotocopiadora», denunció la autora del informe de 60 páginas.
Otro de los acontecimientos destacados es la reunión del 18 de junio de 2020, cuando la normativa británica solo permitía «la oración individual» en lugares religiosos, y las tiendas no-esenciales apenas acababan de reabrir sus puertas.
En su descripción del evento, los empleados de limpieza entrevistados por Sue Gray explicaron que había «un consumo de alcohol excesivo por parte de ciertas personas. Una persona vomitó. Dos otras se pelearon».
Una de las conclusiones del informe es que «varios miembros del personal vieron e incluso se enfrentaron a comportamientos, en su lugar de trabajo, que les preocupaban. Pero no se sentían cómodos llamando la atención sobre ellos».
Sue Gray agregó que le fueron revelados «varios ejemplos de falta de respeto y malos tratos a los encargados de la limpieza y seguridad del Número 10 de Downing Street. Es inaceptable».
En declaraciones a la revista británica The Big Issue, un empleado de Downing Street recordó el momento en el que «un guardia de seguridad intentó pararlo todo. Estaba en la fiesta, sacudiendo la cabeza como diciendo: ‘esto no debería estar sucediendo’. La gente empezó a burlarse de él por agobiarse a causa de la fiesta ilegal».
En el número 10 lleva existiendo una cultura de bullying, acoso, y machismo desde hace años
Otros miembros del personal denunciaron ante el periódico británico The Guardian problemas preocupantes de acoso sexual: durante las fiestas, funcionarios dedicaban comentarios derogatorios y sexuales a las limpiadoras, mientras bebían alcohol y soltaban palabrotas.
«En el número 10 lleva existiendo una cultura de bullying, acoso, y machismo desde hace años», advirtió un portavoz del sindicato de Comercio y Servicios Públicos, que pertenece al gabinete.
En la Cámara de los Comunes, tras publicarse el condenatorio informe, Johnson quiso defenderse y negar cualquier involucramiento en el maltrato a los limpiadores.
«Estoy tan sorprendido y decepcionado como vosotros por las últimas revelaciones. Me repugna este comportamiento, sobre todo en lo que concierne al personal de limpieza y de seguridad. Me gustaría disculparme ante todos los empleados, y espero que todos los que se comportaron mal lo hagan también», declaró el primer ministro de Reino Unido.
Según una encuesta de la compañía Savanta ComRes, posterior a la publicación del informe, dos tercios de los británicos (un 65%) opina que Boris Johnson debería dimitir por el Partygate.
La cifra es cuatro puntos más alta que cuando la Policía Metropolitana multó al premier en abril (61%), pero más baja que cuando Sue Gray publicó su informe interino en enero (69%).
Boris Johnson ya ha declarado que no dimitirá; considera que asistir a esas fiestas «formaba parte de su deber como primer ministro», para «celebrar los esfuerzos de sus funcionarios», y pide al pueblo británico que «supere» el escándalo para dar prioridad a problemas más acuciantes.
Pero esa amarga injusticia no pasa desapercibida: mientras los limpiadores pasaban solos las navidades, por las restricciones que les prohibían visitar a sus propias familias, tenían que limpiar los vestigios de las fiestas ilegales de sus superiores.