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El ministro francés de Educación y Juventud, Pap Ndiaye, llega al Elíseo

El ministro francés de Educación y Juventud, Pap Ndiaye, llega al ElíseoLudovic Marin / AFP

Francia

Pap Ndiaye, 'wokismo' de baja intensidad en la corte de Macron

El presidente de Francia asume un riesgo al entregar la cartera de Educación a un brillante universitario conocido por sus coqueteos con las minorías étnicas más radicales, pese a su posterior distanciamiento

Uno de los primeros actos públicos de Pap Ndiaye (Antony, 25 de octubre de 1965) como ministro de Educación y Juventud consistió en acercarse a Conflans-Sainte-Honorine, en las afueras de París, y visitar el colegio donde Samuel Paty, profesor de Historia y Geografía, fue decapitado a manos de un terrorista islamista el 16 de octubre de 2020.

El crimen conmocionó a Francia por el símbolo que conllevaba: un fanático de Alá acabando con la vida de un representante de la escuela laica, republicana e integradora, si bien esto se cumple cada vez menos.

El nuevo titular de una de las carteras ministeriales más complicadas de cualquier Gobierno galo desde hace tres décadas pretendía, a través de esta visita, mandar un mensaje de tranquilidad a la comunidad educativa. Principalmente sobre sí mismo.

El nombramiento de Ndiaye ha sido el más polémico del nuevo Gobierno del segundo mandato de Emmanuel Macron. Conocido por ser un brillante universitario, investigador riguroso formado en Francia –en la prestigiosa Escuela Nacional Superior– y doctor por la Universidad de Virginia, se le acusa de haber importado desde Estados Unidos las teorías woke y racialistas; y por lo tanto de ser un peligro para una convivencia entre comunidades cada vez más deteriorada.

Los hechos: Ndiaye, hijo de un senegalés y de una francesa, irrumpió en el debate público con La condición negra en Francia: ensayo sobre una minoría francesa, en el que sostiene que los ciudadanos 'de color' han sido histórica y sistemáticamente víctimas del racismo en la sociedad gala.

También es cierto que militó y asesoró al Cran, acrónimo de la asociación de gente de color, que adopta posturas radicales proclives a la confrontación social, o que participó una vez en una reunión «no mixta y racializada»; es decir, prohibida a los blancos. O que ha tomado posturas polémicas y muy escoradas en asuntos como el blackface; es decir, cuando un blanco se disfraza de negro en una fiesta privada, y que se muestra abiertamente favorable a la discriminación positiva.

Pero es igualmente irrebatible que se ha distanciado de los discursos «más moralizantes y sectarios» –son sus propias palabras– del wokismo o que rechaza el uso de expresiones incendiarias, muy de moda en ambientes académicos y asociativos de las minorías étnicas, como «racismo de Estado» o «privilegio blanco».

Con todo, Macron ha asumido un alto riesgo al hacer de Ndiaye el ministro estrella de su Gobierno. El guiño a la izquierda es evidente, pero queda por ver si le trae votos progresistas. En todo caso, ha enfadado al ala derecha de su mayoría. Además, Ndiaye, a partir de septiembre, tendrá que enfrentarse a una vuelta al curso más que animada. Y no solo por las minorías étnicas.

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