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Olaf Scholz, canciller de AlemaniaAxel Heimken / AFP

98 días de guerra en Ucrania

Alemania revisa su política de armamento con Ucrania

Desde Berlín, Moscú se sigue viendo cercano. No se da crédito a la ruptura, después de tantos años, de fluida relación comercial

Tocando los cien días de guerra, Alemania mantiene el interés y la preocupación por un conflicto tan cercano y que tanto está afectando su futuro sociopolítico. La gran preocupación, cada vez más intensa, es que el conflicto escale una peldaño más arriba.

La principal noticia ha sido la conversación telefónica de 80 minutos entre el presidente ruso, Vladimir Putin, el canciller federal alemán Olaf Scholz y el presidente francés Emmanuel Macron.

Putin les ha advertido seriamente acerca de la entrega de armas pesadas a Ucrania. Un hecho así conlleva el riesgo de desestabilizar aún más la situación y empeorar la crisis humanitaria.

Scholz y Macron le volvieron a pedir el fin de la guerra y el canciller alemán y el presidente francés insistieron en un alto el fuego inmediato y la retirada de las tropas rusas para entablar negociaciones serias y directas con el presidente ucraniano.

Demasiado optimistas, para los analistas y estrategas alemanes. Por ejemplo, según el experto militar Carlo Masala, profesor de Política Internacional en la Universidad de las Fuerzas Armadas Alemanas en Múnich: «No creo que Putin tenga motivos para negociar con Ucrania por el momento… solo comenzaría a negociar seriamente si tuviera que temer perder más de lo que gana al continuar la guerra», pero éste «no es el caso».

El profesor Masala, declaraba a la Agencia de Prensa Alemana que «los éxitos militares recientes de las fuerzas armadas rusas en el Donbás y en el este de Ucrania se deben a dos causas: primera, que los ucranianos carecen de armas pesadas y, en segundo lugar, que los estrategas rusos han cambiado con éxito su estrategia».

«A diferencia del curso anterior de la guerra, –observa– ya no avanzan en amplias secciones del frente, sino que concentran sus tropas para avanzar en pequeñas secciones. Como resultado, actualmente tienen una superioridad personal». La campaña «está funcionando bien para el Kremlin» por lo que no hay absolutamente ningún motivo para establecer negociaciones.

Más armas para Ucrania

Por este estado de cosas, Mykhailo Podoliak, asesor de Zelenski, solicita encarecidamente con carácter de urgencia a EE.UU. que les suministre lanzacohetes de largo alcance MLRS, estos son sistemas de artillería de fabricación estadounidense que lanzan múltiples cohetes desde larga distancia.

También piden HIMARS otros sistema lanzamisiles múltiple, en este caso sobre ruedas por lo que es más ligero se desplaza y es capaz de disparar muchos de los mismos tipos de munición que los MLRS.

El gobierno de EE.UU. está considerando enviar estos sistemas. La preocupación para sus socios en Europa es que el envío de este tipo de armamento, cada vez más pesado, a Ucrania será visto por Rusia como una abierta provocación y podría desencadenar otro nivel de escalada.

Si con estos sistemas, Ucrania lleva a cabo ataques transfronterizos dentro de Rusia, el Kremlin responderá a cualquier amenaza o agresión a su patria lo que constituiría una situación distinta, donde los países occidentales pasan a ser un objetivo legítimo, en esta guerra, al seguir armando a los ucranianos.

Tras la toma de la ciudad portuaria de Mariúpol es la ciudad de Severodonetsk, en el Donbás donde la lucha está fuertemente reñida. Las tropas rusas están tratando de afianzarse allí y ya la dan por tomada completamente, aunque según el gobernador de Lugansk, Serhiy Hajdaj, aun hondea la bandera ucraniana.

Moscú, tan lejos y tan cerca

Desde Berlín, Moscú se sigue viendo cercano. No se da crédito a la ruptura después de tantos años de fluida relación comercial. Destaca aquí que en una encuesta realizada en marzo por Levada Analytical Center, organización rusa «no gubernamental», que el 81 % de los rusos apoya la «operación especial».

Los medios aquí quieren hacer descender ese apoyo al 74 %, un apoyo que naturalmente sigue siendo muy alto. Se indica, también, que el índice de aprobación a Putin se ha estancado, y su confianza ha descendido ligeramente, pero la realidad es que se mantiene bastante alto y el 73 % de los encuestados cree firmemente que Rusia va a conseguir el triunfo en esta guerra.

En Occidente se quieren ver visos de desgaste para Vladimir Putin, sin embargo, más de dos tercios de los encuestados por el Centro Levada creen que la operación se está desarrollando con éxito, incluso, la respuesta frecuente es un «gran éxito». Lo más significativo es que los rusos culpan abrumadoramente de la guerra a Estados Unidos y a la OTAN; sólo el 7 % de los rusos culpa a su propio país.

Creer o no creer en las encuestas

Aunque algunos análisis y medios de aquí optan por desacreditar esta encuesta creo que merece respeto y consideración. De hecho el 82 % de los encuestados dice estar preocupado por los acontecimientos en Ucrania.

En la mayoría de los casos el motivo de esa preocupación no es tanto «la desnazificación del país vecino» sino para un 46 % es «la muerte, el sufrimiento y la destrucción que se ha producido» y para un 26 % es «el hecho de la propia guerra». En los ciudadanos rusos hay la misma preocupación emocional y psicológica que encontramos entre nosotros, en Occidente, desde el pasado 24 de febrero.

En Alemania se pierde la esperanza de que esta guerra dure poco. Se teme un difícil invierno para la economía. Preocupa la crisis energética que se avecina. Cuando estalló la Gran Guerra en el verano de 1914, los movilizados esperaban estar de vuelta para el fin del mismo año. El horror se prolongó por varios años. ¿Hasta cuándo seguirá esta vez?