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Carretera de acceso a Mariúpol ocupada por las tropas rusasAFP

110 días de guerra en Ucrania

La guerra soterrada de los partisanos ucranianos pone en jaque a los ocupantes rusos

La actividad guerrillera en la retaguardia rusa en Ucrania deja de ser anecdótica y se convierte en un serio problema para el control ruso del territorio ocupado

Trenes destruidos, ataques con granadas contra puestos de mando militar, depósitos de armas en llamas… Los actos de sabotaje de la resistencia ucraniana contra las tropas rusas en los territorios ucranianos son cada vez más numerosos.

La ciudad de Melitopol, conquistada por los rusos al tercer día de guerra y principal laboratorio en el que el Kremlin ensaya el proceso de asimilación de territorio ucraniano a Rusia, se ha convertido en el centro de la acción guerrillera de partisanos ucranianos.

No es el único lugar de la Ucrania ocupada donde se está produciendo una guerra de quintacolumnistas. También se han detectado actos de sabotaje en las prorrusas ciudades de Donetsk y Luhansk, en Jersón, en Izyum, en la martirizada Mariúpol e, incluso, en la península de Crimea.

El autoproclamado alcalde de Enerhodar, el prorruso Andriy Shevchyk, resultó herido de gravedad en una explosión junto a su oficina.

Los miembros de esta resistencia son muy heterogéneos y sus prácticas, a veces, pueden resultar heterodoxas.

En una conversación telefónica interceptada entre un soldado ruso y su novia, difundida por The Economist, el militar se lamentaba de que una anciana se acercó amistosa a él y a sus compañeros para ofrecerles pasteles.

Los soldados, hambrientos, devoraron los dulces sin percatarse de que estaban rellenos de púas. Varios soldados murieron.

Sin embargo, la mayor parte de los actos de sabotaje son con explosivos y tienen como objetivo principal las bases militares rusas y las líneas de ferrocarril.

Según el portal especializado en conflictos 1945, desde el inicio de la actividad partisana han muerto al menos 200 soldados rusos en ataques y sabotajes en la retaguardia. Según el análisis de este portal, la moral de los soldados rusos se vería afectada por esta actividad guerrillera.

Aunque muchos de los ataques son improvisados por personas individuales, lo cierto es que el Gobierno ucraniano sabía que, en caso de invasión, amplias zonas del sur y el este del país podrían caer rápidamente en poder enemigo.

Por ello, ya antes de la invasión se organizaron estructuras de resistencia para ser activadas en caso de conquista enemiga.

El gobierno ucraniano, de momento, se muestra discreto sobre la existencia de estas redes partisanas y sus logros.

Los canales de propaganda ucranianos en redes sociales y en la prensa afín tampoco se hacen mucho eco.

Paradójicamente, los rusos sí le dan más relevancia a estos actos de sabotaje, pues encuentran en ellos la justificación a su presencia en territorio ucraniano y a su represión de movimientos opositores pro Kiev.

Pese a ello, los ataques han logrado crear una sensación de inseguridad a las tropas rusas, de que no controlan el territorio y de que la guerra continúa en la retaguardia.

Rusia ya ha empezado a movilizar tropas dentro de los territorios ocupados para hacer frente a los partisanos.

Si bien se trata de algo puntual, si la guerra partisana aumenta de nivel podría obligar al Kremlin a destinar recursos al controlo del territorio ocupado y retirarlos del frente de combate.

Según el análisis de 1945, el objetivo de Ucrania es crear un doble frente una vez se agoten las capacidades ofensivas rusas, algo que se espera que ocurra antes de septiembre.

Por un lado, Ucrania iniciará nuevas contraofensivas con las nuevas remesas de armamento pesado que llegarán de los países occidentales, superiores al obsoleto armamento ruso.

Por otro, en la retaguardia, la actividad partisana deberá aumentar sus capacidades de ataque para crear un segundo frente en la retaguardia y abriendo espacios libres de tropas rusas.