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Giorgia Meloni Italia

La candidata de Fratelli d'Italia, Giorgia Meloni, durante un acto del partidoAFP

Giorgia Meloni pilota a la derecha italiana en la carrera hacia el Gobierno

La candidata de Fratelli d'Italia se ve ganadora de las elecciones generales previstas para mayo de 2023

Sus enemigos la acusan de ser un títere de Rusia por su presunta simpatía por Vladimir Putin. Sus rivales políticos lo mejor que dicen de ella es que es una peligrosa fascista.

Las encuestas electorales, sin embargo, la sitúan como favorita de los italianos y podría convertirse a partir de mayo de 2023 en la primera mujer en la historia de Italia en ocupar los despachos del Palazzo Chigi, la sede de la presidencia del consejo de ministros.

Giorgia Meloni es la candidata política de moda en el país transalpino.

Alejada de la amplia alianza parlamentaria que sostiene al primer ministro Mario Draghi en el Gobierno, Meloni gana adeptos como outsider en un momento en que el descontento político es la «corriente ideológica» predominante.

Desde la izquierda del Movimento 5 Stelle y el Partido Democrático del socialdemócrata Enrico Letta, a la derecha de La Lega de Matteo Salvini y la Forza Italia de Silvio Berlusconi, todos los partidos hacen piña en torno a Draghi.

Al mismo tiempo, se despedazan entre ellos con críticas, acusaciones y amenazas de romper el frágil consenso que impide que se adelanten las elecciones.

Meloni, ajena a esas peleas, sigue su camino con las clásicas críticas a la inmigración, a la Unión Europea y una defensa a ultranza de la identidad nacional italiana.

Al mismo tiempo, trata de atraerse al electorado más conservador, tradicional votante de la Democracia Cristiana, con llamamientos a proteger la familia tradicional y los valores italianos.

Su discurso, en el actual contexto de crisis, en medio de la resaca pospandémica y con un desprestigio generalizado de la clase política tras el fracaso de los gobiernos de Giuseppe Conte, ha calado en la población italiana.

El mismo papel que ejercía antes el Movimento 5 Stelle como partido que funcionaba fuera del establishment, sin ataduras, sin intereses en los círculos de poder, lo ejercen ahora los Fratelli d'Italia, después de que los correligionarios de Beppe Grillo accedieran al Gobierno y se acostumbraran a pisar moqueta.

Las encuestas son constantes desde hace meses y muestran una imagen fija en la que Fratelli d'Italia arrasaría de celebrarse hoy las elecciones.

Sólo los socialdemócratas del Partido Democrático se acercan a sus cifras, lo que hace prever que las próximas elecciones generales, previstas para mayo de 2023, serán un duelo al sol entre Meloni y Enrico Letta.

Unas elecciones en las que, con la vista puesta a ocupar la presidencia de la República, no se espera la participación de Mario Draghi, actual presidente del Consejo de Ministros, aunque sí la de Silvio Berlusconi después de dar a entender que sería el candidato de Forza Italia.

Esa circunstancia podría favorecer a ambos candidatos al revelarse como el voto útil para los votantes de derecha e izquierda.

La última encuesta, elaborada por YouTrend, sitúa a Meloni en cabeza con el 22,5 % de los votos, al Partido Democrático en segunda posición con el 21,4 %.

A continuación, se sitúan La Lega de Salvini con el 14,8 % de la intención de voto, el Movimiento 5 Stelle con el 12,3 % y la Forza Italia de Berlusconi con un cada vez más exiguo 7,8 % que muestra la profunda crisis en la que se encuentra la antigua todopoderosa democracia cristiana.

Con este panorama, Giorgia Meloni ya sueña con un futuro Gobierno de coalición junto con La Lega y Forza Italia.

Para favorecer esa hipotética coalición, Meloni se esfuerza por limpiar a su partido de todo remanente de sus pasados vínculos con el fascismo y la ultraderecha.

En sus intervenciones se autodenomina como candidata del centro derecha, huye de la etiqueta de extremista, refuerza su postura atlantista y se presenta como una futura gobernante responsable.

«Quiero llegar al Gobierno sólo si hay condiciones para hacer cosas de centro derecha, con una coalición que tenga una visión bien clara y alternativa a la izquierda», señaló en un reciente mensaje difundido en Twitter para desmontar los rumores que apuntaban a un futuro acuerdo de gobierno entre Fratelli d'Italia y el Partido Democrático.

Sin embargo, la inercia del pasado es demasiado fuerte para el partido que surgió de las cenizas del neo mussoliniano Movimento Sociale Italiano, un partido nacido tras la Segunda Guerra Mundial con el testigo de varios grupos fascistas.

El partido sufrió una refundación en 1993 con la marca Alleanza Nazionale, partido al que perteneció la propia Meloni. La descomposición de este último dio lugar a varios nuevos partidos, uno de los cuales es Fratelli d'Italia.

El partido, a pesar de los intentos de evolucionar hacia posturas más de centro derecha, no trata de ocultar sus orígenes, empezando por su logo.

El emblema de Fratelli d’Italia es prácticamente el mismo que el de Alleanza Nazionale, con la misma franja azul, la misma tipografía y el mismo logo de la llama tricolor del Movimento Sociale Italiano y que en Italia se identifica con la derecha fascista.

Los vínculos de algunos miembros del partido con el crimen organizado, y en concreto con las redes de la 'Ndrangheta, la mafia calabresa, también podrían afectar a su proyección electoral.

Para conjurar esos demonios, Meloni insiste en que su objetivo es limpiar Italia de la lacra de la mafia y recuerda que decidió entrar en política tras el asesinato en Sicilia del juez anti mafia Paolo Borsellino, asesinado en julio de 1992 por la Cosa Nostra.

Sin embargo, los casos de corrupción vinculada a la mafia no dejan de salpicar a cargos de Fratelli d’Italia.

El pasado 10 de junio, un tribunal de Asti, en la región del Piamonte, condenó a 5 años de prisión a Roberto Rosso, exasesor regional del partido.

No es el único caso. El expresidente del consejo municipal de Piacenza, en Emilia Romagna, y ex miembro de Fratelli d'Italia, Giuseppe Caruso, recibió una condena reducida de 8 años de prisión por asociación mafiosa.

Tampoco la arrolladora personalidad de Meloni ayuda a mejorar su imagen.

Como prueba, en una reciente publicación en su perfil de Twitter, tras las elecciones municipales del domingo 12 de junio donde su partido obtuvo un excelente resultado, Meloni se dirigió a sus rivales del Partido Democrático con un tono entre la burla y la agresividad donde acusaba a los socialdemócratas de difamar a Fratelli d'Italia.

En ese mismo mensaje terminaba atacando a la diputada socialdemócrata Lia Quartapelle con llevarla ante la justicia italiana por acusarla de estar financiada y dirigida por el Kremlin.

«Espero que dé sustancia a esta acusación gravísima. Espero que diga exactamente a qué hace referencia, o deberá decírselo a los jueces de la justicia italiana», señaló con un indudable tono amenazador.

La agresividad de Meloni contrasta con la apariencia de político tranquilo, afable y responsable del actual inquilino del Palazzo Chigi, Mario Draghi. Pese a todo, la imagen de Meloni mantiene un enorme respaldo entre los electores italianos.

Un respaldo que hace que Giorgia Meloni y sus Fratelli d'Italia ya se vean gobernando: «Estamos listos para gobernar si los italianos nos dan su respaldo», declaró Meloni tras las elecciones municipales.

Una meteórica carrera política

Giorgia Meloni nació en el popular barrio romano de Garbatella en el año 1977. Periodista de profesión, entró desde muy joven en política, primero en la organización juvenil de Alleanza Nazionale y luego como fundadora de Fratelli d'Italia.

En 2006 resultó elegida diputada en las listas de Alleanza Nazionale. Entre 2006 y 2008 fue vicepresidente de la Cámara de Diputados.

En 2008 repitió como diputada en las filas de Popolo della Libertà, coalición de Alleanza Nazionale y la Forza Italia de Berlusconi.

Entre 2008 y 2011 desempeñó el encargo de ministra de la Juventud. Tenía entonces 31 años, por lo que fue la ministra más joven de la historia de la República.

En 2012 abandona la coalición Popolo della Libertà para fundar Fratelli d'Italia con los restos de Alleanza Nazionale.

Con su nuevo partido, obtiene de nuevo su escaño en la Cámara de Diputados en 2013. Su gran salto electoral lo da en 2018 cuando, con ella a la cabeza, Fratelli d'Italia multiplica por cinco sus parlamentarios en la Cámara de Diputados y en el Senado.
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