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Dron militar del modelo Bayraktar TB2 fabricado en TurquíaWikipedia Commons

Historia de amor entre Ucrania y sus drones Bayraktar TB2: testimonio de un piloto de guerra

'Odesa', que opera uno de estos drones, debe estar siempre «tranquilo» e imaginar «que está jugando a un videojuego»

Cuando Rusia inició su invasión a Ucrania, el 24 de febrero de 2022, Kiev contaba con menos de 20 drones de guerra. Sin embargo, tras cuatro meses de guerra, el modelo Bayraktar TB2 se ha vuelto legendario: estos drones atemorizaron a los rusos y contribuyeron en gran parte a la defensa de la Isla de las Serpientes.

Las fuerzas de Ucrania están tan enamoradas de estos drones, que les han compuesto una canción: «Un rebaño de ovejas venidas del este se perdió en el oeste, balaron y balaron y nos molestaron. Un buen pastor las condujo al matadero: ¡Bay-rak-tar!», suena la tonadilla popular.

'Odesa', piloto de drones

Desde el terreno de guerra, la realidad es mucho más sangrienta que un inocente asunto de ovejas y pastores. 'Odesa' es un oficial en la inteligencia militar ucraniana, que opera desde el inició de la guerra uno de estos drones Bayraktar TB2, de origen turco. Con él, ha efectuado docenas de viajes letales, y destruido más de cincuenta objetivos de alto valor, desde sistemas antiaéreos hasta almacenes de municiones enemigas.

«Manejar un Bayraktar es casi como un proceso quirúrgico. No es un apoyo aéreo a las fuerzas militares, como lo serían los cazas. Nuestro objetivo es frenar el avance del enemigo, destruyendo municiones y suministros, y quitándoles los recursos con los que atacan a nuestras tropas», explicó Odesa, durante una entrevista con el periódico británico The Times.

El modelo TB2 mide 12 metros de ancho y alcanza velocidades de hasta 136 metros por hora. Es más pequeño y más lento que la mayoría de los drones de la OTAN, pero eso incluye una ventaja: su producción es más barata.

Tiene la capacidad de pasar días y noches enteros a una altitud de hasta 7.600 metros y, por lo tanto, es eficaz a la hora de llevar a cabo misiones de reconocimiento, con cámaras digitales y de imagen térmica. Además, posee una guía láser con la que asiste a la artillería, y cuatro municiones propias, ya sean bombas o misiles.

Su eficacia lo convierte en un blanco muy deseado para las fuerzas de Rusia. Para evitar ataques enemigos, la unidad de control rodada, desde la que despega el Bayraktar, debe estar en constante movimiento. «Cambiamos nuestras posiciones constantemente. Es necesario, si queremos vivir», señaló 'Odesa' a The Times.

El exámen

'Odesa' es un soldado profesional. Se unió a las fuerzas armadas de Ucrania en 1999, tras graduarse en la universidad militar de Járkov. Empezó a volar drones en 2014, cuando el Kremlin anexionó Crimea, e inició una guerra híbrida en la región del Donbás.

A pesar de su extensa experiencia militar, tuvo que pasar una serie de duras pruebas antes de poder pilotar un Bayraktar TB2. Los exámenes pusieron a prueba su estado emocional y su habilidad para permanecer en calma bajo presión.

El dron puede permanecer 24 horas en el aire alternando pilotos, así que otra de las pruebas midió su capacidad de concentración. Tuvo que superar varias tareas monótonas, como recorrer setos desde las alturas, en busca de artillería y sistemas antiaéreos.

Todo su entrenamiento dio sus frutos cuando los rusos intentaron hacerse con Kiev, capital de Ucrania, el pasado febrero. Los drones de su unidad permanecieron en el aire constantemente durante la batalla. Pilotos como 'Odesa' llevaron a cabo misiones de diez o más horas de duración, sin dormir, mientras sus familias huían del país.

«Era difícil asimilar la información, saber que nuestras mujeres e hijos estaban en peligro. Yo tengo dos, pero no me refiero solo a los míos, si no a todos los niños de Ucrania. Entiendo la muerte de los soldados, pero soy incapaz de comprender que se asesine a niños», sostuvo el soldado.

«Pero no podía distraerme, no hay lugar para las emociones en este trabajo. No puedo estar enfadado, porque si me enfado seré incapaz de operar el dron. Debo estar completamente tranquilo, para que mis manos no tiemblen. Me imagino que estoy jugando a un videojuego», terminó el militar.