El Debate en América
Con los jesuitas ha topado AMLO
Andrés Manuel López Obrador se enfrenta a una poderosa Compañía y no es una multinacional española. No exactamente
Tras el asesinato de dos misioneros jesuitas, sectores progresistas de la Compañía de Jesús y de la Iglesia mexicana que simpatizaron con el movimiento social que encabeza AMLO, la «Cuarta Transformación», se distancian de ella camino de las presidenciales de 2024.
El pasado 20 de junio los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora cayeron muertos en el interior del templo de San Francisco Javier de Cerocahui. Un guía turístico buscó refugiarse de un jefe criminal local, quien terminó llevándose por delante la vida de los tres.
¡Cuántos asesinatos en México! La violencia no resuelve los problemas
«Expreso mi dolor y consternación por el asesinato en México, anteayer, de dos religiosos jesuitas y de un laico. ¡Cuántos asesinatos en México! La violencia no resuelve los problemas, sino que solo aumenta los sufrimientos innecesarios», tuiteó el primer papa jesuita, Francisco.
Desde su particular púlpito diario, el de la «la mañanera», AMLO hizo suyas las palabras del Pontífice. «Ahora que lamentablemente fueron asesinados dos sacerdotes jesuitas, el único que entendió bien de lo que se trata fue el Papa Francisco», dijo, tratando de abrir una cuña en la jerarquía católica mexicana.
A ésta la acusó de seguir «apergollada» por la oligarquía criolla, en vez de «seguir el ejemplo del Papa Francisco». «¿Por qué no actuaron con [el expresidente del PAN] Felipe Calderón? ¿Por qué callaron con las masacres?», cuestionó. «¿Por qué esa hipocresía?».
Antes, la Conferencia del Episcopado Mexicana había emitido un comunicado contundente, exigiendo al presidente revisar su «fracasada» estrategia de seguridad. Van 122.000 mexicanos asesinados a manos de criminales en los primeros tres años y medio de sexenio de AMLO, señalaron los obispos.
Más asesinatos que con Calderón
Ya se han registrado más homicidios que durante todo el sexenio de Calderón (2006-2012) cuya estrategia, diametralmente opuesta, fue la «guerra contra el narco».
El «abrazos, no balazos» está «trillado», afirmó el provincial de los jesuitas, Luis Gerardo Moro, haciendo referencia a la frase que pronunció AMLO a comienzos de su sexenio y que representa su política de seguridad.
«Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos», dijo en una misa por sus hermanos martirizados el líder de los jesuitas de Cerocahui, localidad fundada en 1680 por su correligionario Juan María de Salvatierra.
Tras el cruce de acusaciones, las consignas. La Conferencia del Episcopado Mexicano llamó a celebrar misas en todo el país por los sacerdotes asesinados y el resto de víctimas. También convocó una «jornada de oración para la paz» el pasado 10 de julio y oraciones en lugares públicos durante todo el mes.
Entre laicos, en los medios, la pluma más fina del columnismo mexicano, Jesús Silva-Herzog, confesó que «no esperaba que la lección política elemental surgiera de la Iglesia católica. De ahí ha venido con impecable lucidez. No puede el poder público limitarse a la prédica. Su labor esencial es otra. No el consuelo, sino el orden. No la plenitud espiritual, sino la vigencia de la ley. Al poder, sea monárquico o republicano, le corresponde respaldar con la fuerza pública lo que es justo… Establecer el orden, impedir el delito, castigar el crimen. Los instrumentos de los que se vale son distintos a los que tiene un predicador, pero son irrenunciables».
Si bien existen múltiples lecturas, humanas y divinas, sobre lo acontecido, lo que domina la conversación nacional es la sucesión de AMLO y las elecciones de 2024, por lo que muchos se preguntan sobre el peso del voto católico.
Más del 77 % de los mexicanos se declara católico
En 2020, el 77,7 % de los 127 millones de mexicanos se declaraba católico. Es el segundo país con mayor número de católicos, por encima de Filipinas y por debajo de Brasil, el otro gigante del continente, donde habitan alrededor del 40 % de los católicos del mundo, pese a la inexorable secularización y el auge del protestantismo.
Según datos del Vaticano, en 2016 había en México unos 17.500 sacerdotes, 28.000 monjas, casi 7.000 parroquias y más de 7.000 centros pastorales.
A pesar de las cifras, nos consta que las iglesias, al menos las católicas, no están a rebosar. Más concurrido está el zócalo que la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Los guadalupanos son muy devotos de su Virgen y un poco menos de la misa los domingos temprano.
Quizá los jesuitas ya no influyan tanto como lo hacían antes de su expulsión de la Monarquía Hispánica de 1767, ordenada por Carlos III. Pero siguen teniendo a su cargo la formación de las mentes y las conciencias de al menos parte de las futuras élites del país, desde instituciones como la Universidad Iberoamericana.
«Los jesuitas estamos llamados a ser personas de frontera. Es decir, a ir a donde nadie más quiere ir. A estar presentes donde es más necesario compartir y construir esperanza. Desde hace más de 100 años de trabajo ininterrumpido, eso es lo que ha hecho la Compañía de Jesús en la Tarahumara: compartir el destino de un pueblo con gran riqueza cultural y profunda espiritualidad. El Gallo y Morita –como les decíamos sus amigos– fueron jesuitas extraordinarios. Verdaderos hombres de frontera que eligieron compartir la vida con las y los rarámuri», escribió el rector de la Ibero, Luis Arriaga, en el principal diario nacional.
Los votos católicos de AMLO
Es difícil saber con exactitud cuántos votos arrastran los religiosos y sus redes de influencia; cuántos de los 30 millones de votos que obtuvo AMLO en 2018 fueron netamente católicos; cuántos de los 15 millones de mexicanos que constituyen su voto duro y que salieron a votar por él en el referéndum revocatorio que se autoconvocó el pasado abril, para poder después apuntar a los resultados como muestra de su innegable popularidad, ahora lo desertarían guiados por su conciencia católica.
También hay quien desde el seno de la Iglesia recela de cómo se ha utilizado la muerte de los dos jesuitas desde las terminales mediáticas de la oposición mexicana.
El foco debe seguir siendo la transformación de las conciencias, dice una hermana mercedaria vizcaína con un par de revoluciones a sus espaldas. A fin de cuentas, nunca fue fácil interpretar qué le corresponde a Dios y qué le corresponde al César.