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Desembarco de un lanzador de misiles en las islas Kuriles

Desembarco de un lanzador de misiles en las islas Kurilestwitter.com/mod_russia

¿Por qué Japón teme las amenazas de Rusia?

Tokio teme el expansionismo de Moscú en Extremo Oriente y la imposibilidad de solucionar el conflicto de las islas Kuriles

Japón habló claro anteayer: está alarmado por las amenazas cada vez menos veladas de Rusia. El Gobierno que preside Fumio Kaishida lo hizo por medio de la divulgación de un informe en el que estudia aumentar su gasto militar.

Uno de los efectos colaterales de la invasión rusa de Ucrania ha sido el creciente deterioro de las relaciones entre Moscú y Tokio, que atravesaban por un buen momento desde la histórica visita de Vladimir Putin a Japón allá por 2016.

Una perspectiva que se esfuma a pasos agigantados desde el inicio de la Guerra de Ucrania.

El primer episodio del deterioro se produjo el 22 de marzo cuando Rusia abandonó de forma abrupta las negociaciones sobre el futuro de las Islas Kuriles, objeto de disputa entre ambos países desde que fueron conquistadas por la Unión Soviética en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.

Rusia echó más leña al fuego hace dos semanas al incitar a Corea del Sur a invertir en el controvertido archipiélago

Rusia echó más leña al fuego hace dos semanas al incitar a Corea del Sur, uno de los principales aliados de Japón, a invertir en el controvertido archipiélago.

El reciente envío a Ucrania de una división estacionada en las Kuriles no ha tranquilizado en absoluto a Japón.

Ubicadas al norte de Hokaido en Japón y al sur de la península rusa de Kamchatka y constituidas por los archipiélagos de Iturup, Kunachir, Chikotan y Habomai, las Kuriles –«Territorios del Norte», de acuerdo a la terminología japonesa- tienen una importancia estratégica crucial para Rusia, pues cierran el acceso al Mar de Ojotsk, santuario de las fuerzas navales estratégicas rusas.

Símbolo de la victoria de 1945, Moscú excluye cualquier devolución del archipiélago. Considera, en primer lugar, que su soberanía quedo definitivamente sellada por los acuerdos concluidos después de la guerra.

En segundo lugar, opina que la Declaración Conjunta Ruso-japonesa de 1956 solo contemplaría una hipotética devolución de Chikotan y Habumai.

Para Tokio, en cambio, ningún tratado –empezando por el de San Francisco en 1951– ni acuerdo certifica la soberanía rusa sobre el archipiélago poblado por menos de 20.000 habitantes.

De ahí que la estrategia rusa consista en disociar la cuestión territorial de la económica: Putin y Abe acordaron establecer vuelos directos para los descendientes japoneses de las Kuriles y fomentar el desarrollo conjunto. Japón aceptó realizar grandes inversiones.

Ahora, no es seguro que acepta seguir con ellas. Setenta años después del final de la Segunda Guerra Mundial, Rusia y Japón siguen sin firmar un Tratado de Paz.

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