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Protesta en Japón por la pena de muerte

Protesta en Japón por la pena de muerteEfe

Pena de muerte

Morir en nombre de la ley: las ejecuciones políticas y por delitos comunes resucitan en Asia

La horca, la inyección letal o el fusilamiento son los métodos más frecuentes para hacer cumplir las sentencias de muerte

Los dos años de pandemia frenaron la espiral de ejecuciones en los países donde la pena de muerte es legal. Superada la fase de los confinamientos –con excepciones como China– parece que se vuelve a la normalidad y en eso consisten las muertes por sentencia.

Este lunes la Junta Militar de Birmania ahorcó a cuatro opositores. Un escritor y activista, un cantante de hip hop y ex diputado y dos opositores acusados de matar a una informante del régimen. La noticia provocó una ola de reacciones en medio mundo y dejó «horrorizada» a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Layen.

En ese distrito de Tokio, el hombre, de 39 años, atropelló y mató a tres viandantes para luego bajarse de su vehículo y apuñar hasta la muerte a otras cuatro personas.

Con pocas horas de diferencia, prácticamente en simultáneo, en Singapur, también en la horca (el método más económico), se ejecutaba al sexto condenado –y ejecutado– desde el mes de marzo. El hombre estaba acusado de tráfico de marihuana.

En Singapur, también en la horca, se ejecutó al sexto condenado desde el mes de marzo. El hombre estaba acusado de tráfico de marihuana

Morir en nombre de la ley es una práctica que se ve con buenos ojos en algunos países de Asia. El ministro de Interior de Singapur, K. Shanmugam, defendió, durante una entrevista en la BBC el mes pasado, la ejecución en abril de un preso con discapacidad intelectual condenado por narcotráfico.

Entre sus argumentos, puso sobre la mesa que «la pena capital», aplicada en la lucha contra las drogas «salva vidas».

Para demostrar que estaba en lo cierto, recordó las cifras de la década de 1990. Entonces, –informa Efe– Singapur arrestaba a 6.000 personas al año por delitos relacionados con drogas, mientras que ahora la cifra ha caído a la mitad.

Las reacciones a estas declaraciones tuvieron réplica inmediata en las organizaciones contrarias a la pena de muerte. Según éstas, no hay ninguna estadística que apoye que la pena capital frena el consumo de sustancias tóxicas en Singapur. Por el contrario, aseguran que en la última década ha aumentado sensiblemente.

Tailandia se ha convertido en el primer país del sudeste asiático en despenalizar parcialmente el consumo de drogas

Mientras la noticia de la ejecución en Singapur volvía a sacudir las conciencias de los defensores de la vida, en Tailandia, donde también se aplican, despenalizaron parcialmente el consumo de droga.

Tailandia se ha convertido en el primer país del sudeste asiático en adoptar esta medida y, en paralelo, ha comenzado a relajar el cultivo y consumo de marihuana.

En Singapur, Indonesia, Malasia, Tailandia y Vietnam, los delitos por narcotráfico están castigados con la pena de muerte

En Singapur, Indonesia, Malasia, Tailandia y Vietnam, los delitos por narcotráfico están castigados con la pena de muerte. En todos ellos se utilizan métodos como la horca, el fusilamiento, o la inyección letal. Esta situación es distinta en Filipinas, Camboya y Birmania (Myanmar) donde han abolido el castigo capital o no la aplican, salvo el último país que rompió la regla el lunes.

Birmania y Laos eran –informa Efe– considerados abolicionistas de hecho de la pena capital, al no haber ejecutado a nadie por ningún delito en décadas, una tendencia ahora quebrada en el primer país, regido por una Junta Militar tras la asonada del 1 de febrero de 2021.

Japón es junto a Estados Unidos el único país democrático e industrializado que aún imparte la pena capital. En el corredor de la muerte nipón hay 106 condenados esperando morir, en nombre de la ley.

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