Fundado en 1910

Ucranianos hacen cola para recibir comidaAFP

160 días de guerra

Los ucranianos, desesperados, hacen cola bajo las bombas para recibir alimentos

A pesar de las advertencias del Gobierno, los civiles ucranianos hacen cola durante horas para recibir asistencia alimentaria, donde son vulnerables a los bombardeos

En una mañana calurosa, decenas de personas hacen cola en Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, desafiando el fuego de la artillería rusa para solicitar ayuda alimentaria.

«La gente no piensa en el peligro, porque necesita comer. Incluso cuando hay bombardeos cerca, nadie se va», relató Maxim Gridasov, un voluntario de 45 años, mientras distribuía paquetes de comida en el barrio de Nemyshlyansky.

Y esto pese a que los avisos de los militares en los medios de comunicación locales sobre los lugares de distribución de la ayuda incluyen siempre la misma advertencia: «Por favor, no creen colas, puede ser peligroso».

Según cifras de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) más de 5.000 civiles han muerto en Ucrania desde el inicio de la ofensiva rusa el 24 de febrero. Poco después de la visita de la agencia AFP, Nemyshlyansky fue bombardeada con misiles soviéticos S-300, según las autoridades locales.

La artillería alcanzó al menos una de las colas para recibir ayuda alimentaria. En marzo, 14 personas murieron mientras hacían fila para recibir pan en la ciudad de Chernigov.

Moscú afirma que solo tiene en el punto de mira objetivos militares, y acusa a Kiev de estar detrás de los incidentes o de organizarlos, y a veces alega que Ucrania utiliza a los civiles como «escudos humanos».

«Tengo que vivir»

A pesar del peligro, unas 40 personas esperaban paquetes de comida de la organización benéfica Hub Vokzal, en Merefa, cerca de Járkov.

Vitaliy Znaichenko, un conductor de trenes de 38 años, se aferraba a una bolsa de plástico con arroz, pan, raviolis, cebollas y cereales, al salir del punto de distribución. «Fue difícil al principio, cuando las tiendas estaban cerradas o no había nada en ellas a causa de la guerra. Pero ahora, de alguna manera, nos hemos acostumbrado», explicó el ucraniano.

Es su primera vez aquí en dos meses, y preferiría no quedarse mucho tiempo entre una gran multitud y arriesgarse a ser un objetivo, pero siente que no tiene otra opción: «Tengo que vivir de alguna manera. Tengo que ir a trabajar a una estación de tren, lo que también es arriesgado», agregó Znaichenko.

El gobernador de la región, Oleg Synegubov, aseguró a la AFP que el fuego de artillería seguía siendo una amenaza constante en las ciudades cercanas a Járkov. La región, fronteriza con Rusia, es una importante zona agrícola, pero muchas de sus fábricas han sido destruidas por los bombardeos o se han trasladado.

Los habitantes son víctimas de la guerra por partida doble, traumatizados por el conflicto e impotentes ante la pérdida de los únicos ingresos de sus hogares.

Bajo fuego

La organización Hub Vokzal ha proporcionado 900 toneladas de alimentos, pañales y materiales de construcción a unas 30.000 familias de las ciudades y pueblos de la región de Járkov. Su fundador, Mykola Blagovestov, explicó a la AFP que él y sus voluntarios se han encontrado varias veces bajo el fuego de los proyectiles mientras recogían o distribuían alimentos.

«Seguimos haciéndolo, vamos y hacemos nuestro trabajo, porque psicológicamente es mucho mejor trabajar y hablar con la gente que sentarse en casa con miedo», explicó el ucraniano.

World Food Kitchen, otra organización de ayuda alimentaria y quizás la más conocida desplegada en Járkov, también ha visto cómo sus trenes de carga y sus socios agrícolas eran alcanzados por misiles. Cuando las tropas rusas se retiraron de Kiev y el foco de atención se desplazó a la batalla por el este, la organización lanzada por el célebre chef español José Andrés comenzó a entregar más de 10.000 comidas al día a los hambrientos ciudadanos de la ciudad.

Uno de sus restaurantes asociados en Járkov, el Yaposhka, quedó destruido cuando cayó un misil en abril, dejando a cuatro miembros del personal hospitalizados y con quemaduras.