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Patrulla talibán por las calles de KabulEFE

El día en que Kabul se convirtió en un nuevo Saigón para Estados Unidos

El presidente Biden justificó la salida precipitada de Afganistán con el argumento de que «Estados Unidos no fue a construir una democracia»

Se cumple un año de la caída de Kabul. Después de 20 años de ocupación estadounidense y de iniciar el experimento fallido de construir una democracia «a la occidental» en Afganistán, los talibanes regresaron al poder e instauraron un nuevo emirato islámico.

La justificación para deponer al gobierno islamista, después de una operación militar que inició en octubre de 2001, fue el desmantelamiento de las bases de Al Qaeda en Afganistán.

Dos décadas más tarde, y en virtud del pacto firmado por la administración Trump con la cúpula talibán con garantías de que el territorio afgano no volvería a convertirse en un refugio de talibanes, las tropas estadounidenses abandonaban el país.

No se suponía que tuviéramos que crear una democracia en AfganistánJoe BidenPresidente de Estados Unidos

Sobre la vuelta al poder de los talibanes, el presidente Joe Biden dijo: «Lo que Estados Unidos vino a hacer en Afganistán fue capturar a los terroristas que nos atacaron el 11 de septiembre (de 2001) y hacer justicia con Osama Bin Laden, así como eliminar la amenaza terrorista para que Afganistán no se convierta en una base desde la que realizar ataques contra Estados Unidos. Hemos alcanzado esos objetivos. Por eso nos vamos».

En otro discurso, añadió: «Nuestra misión en Afganistán nunca tuvo el objetivo de construir una nación. No se suponía que tuviéramos que crear una democracia unificada y centralizada».

En definitiva, tras 20 años de presencia en Afganistán, los Estados Unidos de Joe Biden se desentendían del futuro de país y lo dejaban en manos, una vez más, de los talibanes.

Por otro lado, Biden se había comprometido a realizar una salida ordenada que concluiría el 31 de agosto.

El 12 de agosto, los servicios de inteligencia de Estados Unidos advertían de que los talibanes podrían tomar Kabul en los 90 días siguientes.

Tres días más tarde, el 15 de agosto, los talibanes izaban la bandera islámica sobre los edificios gubernamentales de Kabul ante el asombro de todos.

Estados Unidos tuvo que acelerar sus planes. La retirada fue caótica con imágenes que recordaban a la precipitada huida de Saigón tras la guerra de Vietnam.

Los talibanes han ganado

El presidente del gobierno afgano sostenido por Estados Unidos y sus aliados, Ashraf Ghani, escapaba de forma precipitada de Kabul con las noticias a primera hora de la mañana de que los talibanes estaban tomando posiciones en los accesos de la capital y que se disponían a tomarla «pacíficamente».

De camino a Abu Dabi, su destino final, Ghani declaró con amargura: «Los talibanes han ganado».

Miles de ciudadanos afganos, colaboradores con las tropas de ocupación y trabajadores extranjeros se agolparon en los accesos al aeropuerto para tratar de subirse a alguno de los aviones fletados por los países occidentales para evacuar a su personal diplomático.

El terror había dominado la capital de Afganistán ante el temor de que en los próximos días se desatara la caza talibán de los «traidores» e «invasores».

En la memoria de todos resonaban con fuerza los recuerdos de la anterior etapa de gobierno talibán (1996-2001) y las salvajes tácticas de represión y castigo con ejecuciones públicas, amputaciones y torturas.

El caos se adueñó del aeropuerto con miles de afganos ocupando las pistas y subidos a las alas de los aviones que, pese a todo, despegaban con personas agarradas a su fuselaje o al tren de aterrizaje.

Para agravar la situación, el 26 de agosto un terrorista suicida asesinó a 100 personas, incluidos 13 soldados estadounidenses, en un atentado junto al acceso de la terminal aeroportuaria.

El atentado lo reivindicó Estado Islámico. Unos días antes, tropas talibanes habían asaltado la cárcel de Kabul y puesto en libertad a todos los prisioneros. Entre ellos, numerosos yihadistas.

Aquella acción, muy aplaudida entre los yihadistas, se volvió en contra de los talibanes. En este momento, el régimen talibán libra una encarnizada guerra contra Estado Islámico que podría evolucionar hacia una nueva guerra civil.

El 30 de agosto, los últimos soldados estadounidenses abandonaron el país. Detrás dejaron a una población defraudada y sumida en la más absoluta pobreza, en manos de los fanáticos talibanes.