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Un seguidor de Daria Dugina asiste a su funeral con la camiseta de la «Z» que identifica a los partidarios de la guerraAFP

185 días de guerra en Ucrania

Daria Dugina se convierte en mártir de la «Gran Rusia» de Putin tras su asesinato

Sectores ultranacionalistas de la órbita del Kremlin promueven el mito de Dugina para impulsar la propaganda a favor de la invasión y ocupación de Ucrania

La comentarista política, Daria Dugina, hija del ideólogo ultranacionalista ruso, Alexander Dugin, se ha convertido en una nueva mártir de la Rusia «imperial» comandada por Vladimir Putin.

Dugina, de 29 años, murió asesinada por la explosión de una bomba colocada debajo de su coche el sábado 20 de agosto a las afueras de Moscú en un atentado probablemente dirigido contra su padre.

En los últimos meses, sobre todo tras el inicio de la guerra en Ucrania, estaba aumentando su presencia en los medios de propaganda rusos hasta convertirse en una figura mediática dentro de Rusia, no tanto en el extranjero.

Desde esos altavoces, Dugina no dejaba pasar la oportunidad para divulgar una ideología ultranacionalista e imperialista y reclamar abiertamente la aniquilación de los enemigos de Rusia. En sus opiniones siempre expresó su respaldo a la invasión de Ucrania e insistía en la necesidad de aplicar mano dura.

Dugina tampoco hacía ascos a vestir con el uniforme negro de reminiscencias fascistas del Movimiento Internacional Euroasiático, que encabeza su padre, que propugna un expansionismo territorial ruso en todos los territorios que en el algún momento de la historia pertenecieron a Rusia.

Del mismo modo, lucía con orgullo la bandera negra con el haz de flechas amarillas del Movimiento y desde su infancia participaba con frecuencia en marchas de la Unión de la Juventud Euroasiática, rama juvenil de la organización de extrema derecha.

Su asesinato ocasionó el pánico en un primer momento entre las élites rusas cercanas al Kremlin, que se vieron como posible objetivo de un enemigo invisible.

Tras la inicial conmoción, llegó el momento de construir el mito y reclamar venganza. La propaganda institucional rusa se afanó en aprovechar la muerte de Dugina para generar una nueva corriente favorable a la invasión y ocupación de Ucrania impulsada por el «martirio» de la joven ultranacionalista.

En su funeral, su padre tampoco dejó pasar la oportunidad para poner las primeras piedras de construcción del nuevo mito del imaginario nacionalista ruso.

«En nuestra última conversación, ella dijo: Papá, me siento como un héroe y un guerrero. Eso es lo que quiero ser. No quiero otro destino. Quiero estar con mi gente, mi país. Quiero estar del lado de la luz», señaló, emocionado, el padre durante el oficio civil.

Para Dugin, el «sacrificio» de su hija «es el precio más alto que pagamos, solo puede justificarse con la victoria».

Por ello, reclamó a los soldados rusos que luchan en Ucrania que honren la memoria de su hija «luchando por nuestro gran país, defendiendo nuestra fe, la santa ortodoxia, y amando a nuestro pueblo ruso, porque ella murió por el pueblo».

«Vivió en nombre de la victoria. Y murió en pos de la victoria. Nuestra victoria rusa»; «murió en el frente por la nación, por Rusia. El frente está aquí», concluyó su alegato Dugin.

Alexander Dugin ha sido uno de los grandes defensores de la guerra contra Ucrania. Un «sumo sacerdote de una nueva y virulenta rama del nacionalismo ruso», como lo definió la CNN en un análisis.

Desde hace años defiende populares teorías sobre la reconstrucción de una Rusia imperial fuerte que recupere por la fuerza territorios perdidos tras la caída de la Unión Soviética.

Su ideología se ha definido como neoeurasianismo, al defender una nueva Gran Rusia como Estado Euroasiático.

En 1997 escribió que «Ucrania como estado no tiene significado geopolítico, ninguna importancia cultural particular o significado universal, ni singularidad geográfica, ni exclusividad étnica».

La imagen del cuerpo de Dugina en el ataúd, de blanco impoluto y rostro sereno, como si no hubiera muerto en una terrible explosión, se difundió ampliamente por los medios de comunicación rusos.

El atentado sigue oculto bajo espesas brumas. Las acusaciones entre Rusia y Ucrania se suceden. Rusia acusó a una supuesta espía ucraniana del batallón Azov, Natalia Pavlovna Vovk, de ser la responsable del atentado y de huir a Estonia tras el crimen.

Los medios de propaganda rusos difunden con insistencia esta teoría, a pesar de sus fuertes inconsistencias, junto con la imagen burdamente manipulada del supuesto pasaporte de la supuesta espía.

Ucrania, por su parte, negó toda responsabilidad en el atentado y apuntó a grupos disidentes rusos. La versión ucraniana se vio respaldada por la reivindicación del atentado por parte de un nuevo grupo terrorista opositor a Putin denominado Ejército Nacional Republicano.

Junto al cadáver de Dugina cientos de personas desfilaron y depositaron flores -rosas y claveles, según The Washington Post-, y en algunas ciudades rusas, y de Estados aliados, han empezado a aparecer grafitis en las paredes con su rostro.

Grafiti con el rostro de Dugina en BelgradoRedes sociales

La construcción de la figura de Dugina como protomártir de la Gran Rusia cuenta con el empeño de mediáticas figuras del entramado propagandístico del Kremlin.

El presidente de la televisión Tsargrad, de la órbita de la camarilla de Putin, Konstantin Malofeyev, declaró que «debido a la muerte (de Dugina), definitivamente ganaremos esta guerra. Ella quería esto. Ella vivía para eso».

El mismo Vladimir Putin añadió su granito de arena en la construcción del mito al otorgar a Dugina de forma póstuma la Orden del Valor y definirla como «una patriota rusa».