La primera y peligrosa misión de Liz Truss: preparar al Reino Unido para el apocalipsis nuclear
La tarea inicial de cualquier primer ministro británico que estrena su puesto es escribir cuatro «Cartas de Último Recurso», con instrucciones en caso de catástrofe total
Liz Truss apenas tuvo tiempo de celebrar que ganó las elecciones del Partido Conservador, y que ya es primera ministra de Reino Unido. Su primera tarea como tal fue un jarro de agua fría: se trata de un protocolo histórico, peligroso, y crucial, en el que debió decidir el futuro de su país en caso de apocalipsis nuclear.
El misil Trident
Tan pronto como terminó la ceremonia de traspaso de poder, una lluviosa mañana en el castillo escocés de Balmoral, oficiales militares transportaron a Truss a un lugar tan privado y secreto como la información que, según dicta el protocolo británico, debían compartir con ella.
Allí, el almirante Sir Tony Radakin, Jefe del Estado Mayor de la Defensa, le explicó con detalle la capacidad destructora del misil Trident, poderosa arma nuclear submarina que forma parte del arsenal de Reino Unido. Es necesario que el primer ministro británico conozca con exactitud el daño que pueden causar las armas atómicas más potentes del planeta, antes de decidir qué camino tomar en caso de enfrentamiento nuclear.
La información es sobrecogedora. En una antigua entrevista con la BBC británica, uno de los predecesores de Radakin, Lord Guthrie, recordó la conversación que tuvo en 1997 con un Tony Blair horrorizado, recién nombrado primer ministro.
«Creo que, como la mayoría de los primeros ministros, no había pensado demasiado en lo que realmente significa el cargo. Es una responsabilidad enorme. Realmente se dio cuenta de que podría, en ciertas circunstancias, crear destrucción a una escala inmensa», relató el entonces Jefe del Estado Mayor de la Defensa, antes de añadir que, tras asimilar la información, Blair «se quedó en silencio».
Las «Cartas de Último Recurso»
Después de conocer la capacidad destructiva del arsenal nuclear británico, Liz Truss tomó papel y pluma, y se dispuso a escribir cuatro misivas idénticas: las denominadas «Cartas de Último Recurso».
Según exige el protocolo, los cartas tuvieron que escribirse de su puño y letra, para evitar falsificaciones. A mano, Truss delineó instrucciones detalladas sobre qué hacer en caso de que un ataque nuclear acabe con su vida y la de su vice, Therese Coffey.
Su decisión se ceñirá a una de cuatro opciones diferentes: la primera implica una respuesta militar, y exige al ejército que tome represalias con sus propias armas nucleares. La segunda rechaza el responder, y obliga en su lugar a esperar. La tercera alternativa deja la decisión en manos del ejército británico. La cuarta otorga el control del país a Estados Unidos, a Australia, o al Gobierno que elija el premier (si este sigue existiendo).
Estas cuatro misivas podrían llegar a ser el último documento oficial de Reino Unido, y son de una confidencialidad extrema. Una vez Truss las firmó, fueron repartidas entre los cuatro submarinos balísticos Vanguard británicos, donde permanecerán encerradas bajo máxima seguridad.
¿Quién lee las cartas?
Una vez concluye el Gobierno de cada primer ministro, las cartas, que nadie salvo su autor ha podido leer, son destruidas. El único que sabe qué escribió Boris Johnson en 2019 es el propio Boris Johnson.
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En principio, está completamente prohibido leer las Cartas de Último Recurso salvo en caso de guerra nuclear y muerte del primer ministro. Sin embargo, existe otra circunstancia que permitiría la lectura de estos documentos: si el canal Radio Four de la BBC guarda silencio durante tres días consecutivos, Reino Unido debe asumir que el mundo está al borde del apocalipsis.
Con la elección de Liz Truss en 2022, las cartas cobran un significado más inquietante. Por primera vez en muchas generaciones, Reino Unido contempla la posibilidad de una escalada nuclear en la guerra entre Rusia y Ucrania, que enfrentó a Moscú contra Europa y Estados Unidos.