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Armamento abandonado por las tropas rusas en su huida de IziumAFP

201 días de guerra en Ucrania

«No sabía si abrazarlos»: los civiles reciben con júbilo a las tropas ucranianas

En su camino hacia las fronteras rusas, las tropas ucranianas están liberando numerosas ciudades donde, desde hace meses, los ciudadanos esperaban con ansia su llegada

Los ciudadanos ucranianos llevan esperando desde hace meses una contundente victoria que celebrar después de que el 24 de febrero las tropas rusas iniciaran la invasión a su país causando la destrucción de sus hogares, la muerte de miles de civiles y la anexión de amplias zonas de su territorio.

Aunque la guerra sigue estando lejos de terminar, los espectaculares éxitos del Ejército ucraniano han dado el pistoletazo para una explosión de júbilo. Parece que la espera ha terminado y que, por fin, los ucranianos tienen motivos para celebrar y, sobre todo, renovar la esperanza en una victoria definitiva.

En los últimos días, Ucrania ha recuperado más de 3.000 kilómetros cuadrados de territorio ocupado por Rusia en Jarkov y las tropas siguen avanzando, tanto en el este como en el sur, en Jersón.

A medida que continúa la contraofensiva ucraniana, van liberando por el camino localidades que llevan bajo represión rusa desde el 24 de febrero, algunas, incluso, desde la anterior guerra del Donbás, en 2014 y 2015.

Cuando el 24 de febrero Rusia inició la invasión a Ucrania, los mandos rusos creían que la población civil se echaría en brazos de los soldados a los que recibirían como liberadores.

La realidad ha sido muy distinta. La población civil ucraniana ha combatido con uñas y dientes al invasor y es a las tropas ucranianas que liberan los territorios ocupados por Rusia a quienes reciben con vítores.

«Los rusos eran una chusma», afirma Natalia, una civil de 50 años que vivió durante cinco meses la ocupación rusa en la localidad de Novovoznesenske, en la región de Jersón.

En declaraciones a la BBC, Natalia explica que cuando los rusos entraron en su pueblo, el 29 de marzo, robaron todo lo que pudieron llevarse, y lo que no se pudieron llevar, lo destruyeron.

Natalia explica que durante estos meses ella y sus vecinos han vivido más tiempo en los sótanos que en sus casas. Explica a la BBC cómo fue el momento de su liberación. «Estábamos en el sótano. Alguien preguntó en ucraniano: ‘¿Hay alguien vivo ahí?’. Entonces me di cuenta de que eran los nuestros. Todos guapos y hermosos, sobre todo si los comparamos con los fascistas (los rusos)».

«No sabía cómo reaccionar ante ellos, si abrazarlos o darles la mano. Los toqué y me sentí muy feliz», señala.

Una mujer que todavía vive en la ocupada ciudad de Jersón narró a la BBC que las tropas rusas se muestran menos altaneros con los civiles ante el imparable avance de las tropas ucranianas y la posible caída de la ciudad.

Explica que, a pesar de los probables combates urbanos que se desatarán en la ciudad en los próximos días, prefiere quedarse en Jersón: «Me sentaré en el sótano durante días o semanas si es necesario. Quiero ver a nuestro Ejército aquí y darles las gracias. Quiero ver la victoria».

En The Washington Post se recogen también testimonios de ciudadanos de localidades liberadas. Explican que la contraofensiva ucraniana cogió totalmente desprevenidos a los rusos, que trataron de escapar como buenamente pudieron: vestidos de civiles pedaleando en bicicletas robadas.

«Simplemente, tiraron los fusiles al suelo y se fueron», explica al Post Olena Matvienko, que no salía de su asombro al ver los escombros de lo que una vez fue su ciudad liberados bajo la bandera ucraniana.

Detrás de ellos, los rusos dejaron tanques y cajas de municiones. También edificios destruidos y vehículos calcinados.

Junto con las tropas rusas, han llegado también los primeros investigadores de la fiscalía ucraniana para retomar pruebas de crímenes de guerra.

El temor es que, por desgracia, se encuentren fosas comunes con cientos de cuerpos, como ocurrió en Bucha y otras localidades de la periferia de Kiev tras su liberación.