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Una multitud de miles de personas se reúne en Hyde Park para ver rendir sus respetos a la Reina Isabel II

Una multitud de miles de personas se reúne en Hyde Park para ver rendir sus respetos a la Reina Isabel IIMert Kece / El Debate

Isabel II

El último viaje entre sus súbditos de Isabel II: así vivió Londres el funeral de la Reina

La capital británica se colapsó con la llegada de un millón de personas, que acudieron a rendir sus respetos a la difunta monarca

Hoy, en Londres, se escribió el capítulo final de la historia de una soberana que parecía eterna. Cientos de miles de personas salieron a las calles a dar su última adiós a la Reina. Testigos del cortejo fúnebre, los súbditos de Isabel II, a su manera, formaron parte de esa comitiva que la acompañó en su último viaje.

«Nunca antes había vivido nada parecido. Londres no ha estado así jamás», comenta Ruth, de 83 años. La mujer vive en la capital desde los años 50, y pese a asu edad, no dudó: « Me desperté a las seis de la mañana para encontrar un buen sitio donde tuviera buena visión».

«Nosotras estamos trabajando desde las cuatro de la madrugada», explicaron dos oficiales de la Marina Real británica, reclutadas excepcionalmente para vigilar Hyde Park. «Cuando llegamos, ya había gente instalada. Muchos acudieron ayer, con tiendas de campaña, y pasaron la noche a la intemperie», señaló una de las mujeres, al tiempo que la otra reía: «Sobre las diez, vino a hablarnos una familia de italianos, que había volado a Reino Unido para el funeral. Nos preguntaron, ¿desde dónde podemos ver la comitiva? Les dijimos que llevaban varias horas de retraso».

Una pila de regalos y flores a la Reina Isabel II en Hyde Park

Una pila de regalos y flores a la Reina Isabel II en Hyde ParkMert Kece / El Debate

Para los poco entusiastas de estos actos, el funeral supuso un alivio, ya que ha puesto fin a diez días de locura. Londres ha estado colapsada: más de 10.000 policías estuvieron activos durante el evento, sumando al cuerpo local de la capital y a las fuerzas de las 43 divisiones policiales de Reino Unido. Además de garantizar la seguridad de los asistentes, incluidos los líderes políticos venidos del extranjero, se ocuparon de dirigir un tráfico imposible, casi inmóvil que bloqueaba por completo las calles principales de Londres.

¿La solución? El metro, pero más lleno que nunca. Cuando, a las 9:10 de la mañana, la cuenta oficial de Twitter del ayuntamiento de Londres comunicó que las zonas junto a Westminster Abbey estaban «con aforo completo», cientos de personas se agolparon frente a los tornos de la estación de Green Park.

Varios voluntarios, vestidos con chalecos fluorescentes, guiaban a la multitud hacia la ruta designada para ver el paso de la comitiva fúnebre. Mientras, por los altavoces tronaban, una y otra vez, instrucciones sobre el funeral y tributos a la Reina Isabel II.

Los voluntarios, jóvenes venidos de todo el país, cercaban el paseo desde la estación de metro hasta Hyde Park. «Hay más seguratas vestidos de naranja que público», bromeó un chico con acento del sur de Inglaterra, pero no era cierto: el Departamento de Transporte británico cifró en un millón el número de personas que acudió al funeral.

Una multitud de miles de personas se reúne en Hyde Park para ver desde las pantallas el funeral de la Reina Isabel II

Una multitud de miles de personas se reúne en Hyde Park para ver desde las pantallas el funeral de la Reina Isabel IIMert Kece / El Debate

Respeto y silencio

Sin embargo, y a pesar de la cifra, imperaba un silencio sepulcral.

En Hyde Park se habían levantado una decena de pantallas inmensas. Los asistentes se acomodaban sobre el césped, con mantas de picnic y algo para picar. Familias con niños, perros, y carritos de bebé, que prefirieron pasar la mañana con la vista fija en la pantalla antes que enfrentarse a las multitudes que pugnaban por avistar, aunque solo fuera durante un par de minutos, ese desfile fúnebre desde la calle.

A las 11 de la mañana, se empezó a retransmitir el funeral en directo. El sonido de las gaitas inundó Hyde Park. Más de mil personas permanecían inmóviles sin pronunciar palabra. El sonido del silencio se rompió cuando un agente de seguridad pidió a aquellos que estaban de pie que se sentasen, para dejar ver a los demás. El grupo que disfrutaba del esplendor en la hierba lo agradeció con un aplauso.

«Me da la impresión de haberla conocido. La noto familiar, y a ellos también», lloraba una mujer, enfermera en la NHS, mientras los príncipes William y Harry desfilaban tras el féretro de su abuela.

Un grupo de mujeres, con banderas británicas

Un grupo de mujeres, con banderas británicasMert Kece / El Debate

Los más valientes estaban fuera de Hyde Park, tras las barreras que cercaban el paso de la procesión. Algunos vinieron solo para eso: «Nosotros llegamos ayer desde la Isla de Wight. Nos vamos esta noche, no cogimos hotel. Hemos acampado en la calle», explicó un hombre que, acompañado por su mujer y su hija pequeña, mostró la tienda de campaña en la que durmieron los tres.

Una vez concluido el funeral, y cuando la comitiva ya estaba en las calles, el gentío esperó con orden, sin apenas codazos, y obedeciendo a las instrucciones de la Policía. Eran cientos de personas, y aunque nadie intentó salirse de la ruta designada, muchos pedían con educación un pequeño espacio al frente de la barricada de The Mall, arteria principal por la que pasó la última Reina de Inglaterra y de los países de la Comonwealth.

Al aproximarse el vehículo, el público irrumpió en un aplauso, sin gritos ni vítores, solo agradecimiento por esas siete décadas de impecable reinado. Así fue el último viaje de la Reina Isabel II.

Una mujer rubia, subida a un adoquín, agitaba un puñado de banderas británicas: «¡Union Jack a una libra! ¡Una libra para comprar tu bandera a media asta!».

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