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Isabel II

La Reina Isabel II descansa en paz: Carlos III despide a su madre arropado por 2.000 invitados

El mundo dice adiós a Isabel II con un solemne funeral que lleva a la Monarquía británica a la apoteosis

Rodeado de 2.000 invitados, entre ellos, reyes, emperadores, presidentes, emires y príncipes, Carlos III despidió a su madre, la Reina Isabel II de Inglaterra, en un funeral de Estado celebrado en la londinense abadía de Westminster.

A las 12:00, hora española, comenzó la ceremonia religiosa en el regio templo anglicano después de que el ataúd llegara procedente del cercano Palacio de Westminster, sede del Parlamento británico.

En el Westminster Hall del edificio del Parlamento estuvo instalada la capilla ardiente donde, en los últimos días, miles de súbditos de Su Majestad han podido rendir homenaje y dar su último adiós a la Soberana británica.

Acompañaron el cortejo fúnebre la familia de la Reina: sus hijos, el Rey Carlos III, los príncipes Andrés, Eduardo y Ana, y sus nietos, el príncipe Guillermo de Gales y Enrique de Sussex.

A pesar de ser los dos únicos miembros de la Familia Real que han entrado en combate, Andrés y Enrique fueron también los dos únicos miembros de la familia que no vistieron con el uniforme militar.

Al son de las gaitas de los regimientos escoceses, el ataúd de la Monarca recorrió la distancia que separa el Westminster Hall de la abadía en el mismo carruaje con el que se trasladó el cuerpo de su padre, el Rey Jorge VI, escoltado por 142 marineros de la Marina Real británica.

Ya en el templo anglicano, donde también se casan los miembros de la Familia Real, el ataúd quedó instalado en el crucero de la abadía, sobre una plataforma y cubierto por el estandarte real. Encima del féretro: la corona real, el cetro y orbe junto a un ramo de rosas.

Hasta el último detalle de la ceremonia transmitía el carácter sagrado de la monarquía, una institución que ostenta la cabeza de la Iglesia de Inglaterra y de todas las comunidades anglicanas.

Entre los asistentes, siguen las exequias el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el presidente francés, Emmanuel Macron (de un luto más riguroso que el estilo sport que lució ayer, cuando acudió a la capilla ardiente de la Reina) o el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.

Por supuesto, también están presentes las cabezas de todas las Casas Reales reinantes. Entre los monarcas, ocupó un lugar destacado los Reyes de España, Felipe VI y Letizia. Junto a ellos, se situaban sus padres, los Reyes Juan Carlos I y Sofía.

Otras Casas Reales reinantes presentes: la de Suecia, Noruega, Luxemburgo, Mónaco, Bélgica y Holanda -respecto a las europeas-, y la japonesa, con la presencia del emperador Naruhito en su primer viaje al extranjero desde su coronación.

En cuanto a las ausencias, no ha acudido ningún representante de la Federación Rusa ni, mucho menos, su presidente Vladimir Putin, vetados por la invasión y los crímenes cometidos en Ucrania.

Tampoco acudió el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, cuya invitación causó gran polémica por su responsabilidad en el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.

Sí que acudió, sin embargo, el vicepresidente chino Wang Qishan, a pesar de las tensiones diplomáticas entre China y el Reino Unido por las denuncias británicas de genocidio contra la comunidad de los uigures.

También están presentes en la abadía líderes de las principales confesiones religiosas presentes en el Reino Unidos: católicos, protestantes, judíos, musulmanes, hindúes o budistas.

Tras el rezo del Salmo 42, especialmente querido por la Reina Isabel II, tomó la palabra la primera ministra británica, Liz Trus, para leer los versículos del Evangelio de San Juan donde Jesús revela el pilar del edificio de la Salvación: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre si no por mí».

El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en su sermón, destacó la profunda espiritualidad de Isabel II: «Su lealtad a Dios comenzó antes de que cualquier otra persona le jurase lealtad a ella. Su servicio a esta nación y a la Commonwealth se sustentó en su lealtad a Cristo».

«Tanto en la vida como en la muerte, la Reina inspiró con su liderazgo de servicio». «Todos los que siguen el ejemplo de servicio de la Reina, pueden con su mensaje decir que no volveremos a encontrar», destacó parafraseando a la misma Reina.

Finalizado el funeral, un toque de corneta dio comienzo a dos minutos de silencio nacional que recorrió todo el Reino Unido de norte a sur.

Tras los dos minutos, el God Save de King rompió el silencio en el interior de la abadía. A continuación, el gaitero escocés de Isabel II interpretó el lamento por la muerte de la Reina.

Finalizado el funeral, el féretro continuó su trayecto hacia el castillo de Windsor, en cuya capilla de San Jorge descansará definitivamente la Monarca.