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El ejército ruso está recurriendo al reclutamiento forzoso en el Donbás

El ejército ruso está recurriendo al reclutamiento forzoso en el DonbásSergei Ilnitsky / EFE

224 días de guerra en Ucrania

Hacia una guerra total en Ucrania

La situación, a priori desesperada, en la que se encuentra Putin, pone sobre la mesa la posibilidad de una «guerra total»

Cada vez es más fidedigno que el Kremlin aspira a sumar un contingente, probablemente, de más de un millón de hombres, aunque su portavoz, Dmitry Peskov, lo haya negado.

Tal cifra duplicaría efectivamente el tamaño del ejército existente, lo que significa que un total de dos millones de personas estarían movilizadas.

Mucho depende, por supuesto, del celo administrativo de las autoridades que dirigen las oficinas regionales de reclutamiento, que, en muchas regiones, se dirigen a todos los ciudadanos varones sin importar su edad o su rango o experiencia militar.

Putin y su ministro de Defensa aseguraron que el reclutamiento se limitaría a 300.000 personas, principalmente reservistas militares que ya habían servido en el ejército y en zonas de conflicto, pero los rusos ya han sido testigos del reclutamiento forzoso de hombres de todas las edades y en todo el país. La movilización ha resultado ser casi general.

La movilización es un signo de apuesta firme por parte de Putin, aunque dicen los medios occidentales, que podría ser fruto de la desesperación e incluso el principio del fin para su mandato.

Argumentan que, en una encuesta, de carácter independiente, realizada por el Centro Levada (ahora a finales de septiembre) tras este reclutamiento: la aceptación del presidente Putin ha caído seis puntos, del 83 % al 77 %, y que su nivel de confianza ha bajado cuatro puntos, del 44 % al 40 %. Lo que significa que su estabilidad está empezando a erosionarse.

Se indica que ni sus asesores, ni los líderes de los Estados más próximos a Rusia, como el primer ministro indio Narendra Modi, o el presidente kazajo Kassym-Jomart Tokayev, están contentos con el estado actual de las cosas.

Incluso el oportunista presidente turco, Erdogan, ya ha asumido el papel de pacificador frente al incremento de agresividad del Kremlin.

En definitiva, la base de los análisis occidentales en esta última semana nos presenta a Vladimir Putin como un hombre que ha llevado a Rusia al borde de una catástrofe demográfica, y al mundo al borde de una guerra nuclear.

Ahora es comparable con Hitler, cuando declaró en Alemania la «Guerra Total» en febrero de 1943. Un concepto acuñado muy anteriormente por Von Klausewitz.

La «guerra total» consiste en forzar al máximo la capacidad de una nación, poniendo en juego absolutamente todos los recursos: humanos, técnicos, industriales, productivos, económicos, etcétera, para destinarlos en su totalidad al esfuerzo de guerra. Una doctrina que se aplicó en Alemania, tras la derrota del VI Ejército en Stalingrado.

Frente a esta asertividad del Kremlin, abundan las caricaturizaciones de un ejército ruso casi en retirada, con armamento obsoleto y condiciones paupérrimas.

Solo vemos las derrotas rusas, sus tanques destruidos, e imágenes de sus soldados mal ataviados que nos recuerdan a aquellas levas que iban en masa y mal armadas a los frentes durante la Primera Gran Guerra.

Pero a pesar de que los noticiarios nos muestren reiteradamente estas imágenes, no parece que sea esta la realidad.

El Kremlin, por su parte, nos muestra contrariamente una triunfal anexión del 15 % de Ucrania, además, firma los correspondientes tratados con los jefes prorrusos de Donetsk, Luhansk, Jersón y Zaporiyia, tras los referéndums sumarísimos para adherirse a la Federación Rusa.

La realidad es que el pulso con la comunidad internacional se tensa por días.

En Rusia se mantiene una mayoría que sigue mostrando su aprobación a las acciones del gobierno, y que culpan de la escalada al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Europa, a la OTAN y al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. Piensan honestamente que Putin no tenía muchas opciones.

Más de un 50 % de la población rusa sigue firmemente a favor de la guerra, y apoyará todo lo que haga el régimen, quizás hasta la «guerra total» o el uso de ataques nucleares controlados (si se diera la necesidad).

Otro 30 % ha encontrado más fácil apoyar al gobierno que oponerse. Más allá están aquellos a quienes les asaltan las dudas, el miedo, o la insatisfacción. Este porcentaje de la población ha asimilado que la movilización no es parcial, y que la guerra sí puede tender a una «guerra total».

Aun con todo, según el sondeo del Centro Levada, el porcentaje de rusos que creen que su país va en la dirección correcta supera el 60 % de los encuestados.

En occidente, muy a menudo cegados por los medios y la propaganda, no tomamos en serio al «adversario», y no tenemos en cuenta lo que significaría una «guerra total».

Llegados a ese punto, no afectaría solo a los rusos, también a nosotros, a nuestros hijos, a nuestras familias, a nuestros jóvenes. Destruiría la economía de Europa occidental, pero mucho más allá, la vida de Europa, nuestras vidas.

Perdonen que lo diga, pero la peor noticia no la encontramos en la agresividad de Putin, quien ha iniciado este conflicto. Ni siquiera en que el Kremlin, al implicar a todo el país en la guerra, avanza en un camino sin retorno.

Lo peor lo encontramos en que nadie parece «querer parar» esta contienda. También Estados Unidos se muestra muy decidido a llegar hasta una posible «guerra total».

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