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Xi Jinping Pekín

Xi Jinping se prepara para ser encumbrado en un quinto mandato al frente del Partido Comunista chinoAFP

Congreso del Partido Comunista Chino

Negociaciones en la trastienda: lo que (no) veremos en el XX Congreso del Partido Comunista Chino

Se da por sentado que Xi Jinping logrará revalidar su mandato en este Congreso del Partido Comunista chino y que saldrá con un poder reforzado

El Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, normalmente referido como el «Congreso del Partido», es un cónclave que se celebra cada cinco años para determinar la agenda del país del próximo quinquenio, nombrar los cargos de los nuevos dirigentes y debatir cambios en la Constitución.

El domingo 16 de octubre comienza en Pekín el 20º Congreso. En esta convención se reúnen casi 2.300 delegados de todo el país, casi todos ellos de la etnia Han, la más común en China. Las mujeres y las minorías se hallan infrarrepresentadas.

La costumbre durante décadas ha sido que el Congreso nombrara al nuevo líder, el secretario general del partido, para los siguientes cinco años.

Sin embargo, desde 2017, el nombre del secretario general se repite: Xi Jinping lleva diez años en su puesto de líder del país más poblado del mundo, y, según el análisis de los observadores del panorama político, su poder quedará refrendado.

Dado el férreo control que ostenta sobre el partido, otros cinco años más son probables. El gran mandatario desea perpetuarse en el cargo, y ha eliminado los obstáculos que pudiera haber en su camino antes del Congreso del domingo.

Además, conviene resaltar, que normalmente los líderes chinos no se elegían más allá de los 68 años, siguiendo una norma no escrita, pero en este caso, Xi Jinping tiene ya 69.

Los grandes aciertos de la política de Xi Jinping han sido la prosperidad interna y el desarrollo económico, proporcionando un nivel de bienestar desconocido anteriormente para una mayoría de los mil cuatrocientos millones de chinos.

Por otro lado, Xi ha conseguido con éxito luchar contra la corrupción, a todos los niveles: una batalla contra «los tigres y las moscas», es decir, contra todos los escalafones de la corrupción, desde altos cargos del partido hasta pequeños funcionarios de remotas localidades.

Pero no todo ha sido un camino de rosas. En el lado de las sombras, se pueden encontrar muchos factores que han obstaculizado el mandato de Xi: para empezar, los objetivos del «doble 5,5 %» no se han llegado a cumplir. Crecer el PIB a un 5,5 % este año ha sido imposible, logrando un rácano 2,8 %.

Tampoco se ha conseguido reducir el desempleo al 5,5 %. Por otro lado, la política cero COVID ha estrangulado la economía y agotado a los ciudadanos. Éstos, a pesar de su hartazgo, no tienen derecho al pataleo: la censura y la represión, tanto en las calles como en las redes sociales, son totales.

Estudios recientes han puesto al descubierto los métodos burocráticos y técnicos con los que el gobierno chino y el Partido Comunista vigilan y censuran las plataformas de medios sociales, así como el coste que dicha censura supone para los internautas chinos (900 millones de usuarios).

Un análisis de la Universidad de Georgetown concluye que las oficinas del partido estaban autorizadas a gastar más de 6.600 millones de dólares en tareas relacionadas con la supervisión y orientación de la opinión pública en 2020, lo que demuestra que la censura de la web es una de las principales prioridades del Partido Comunista Chino.

Como una anecdótica muestra de las restricciones, los censores chinos llegaron a prohibir el estreno de Christopher Robin, una nueva adaptación cinematográfica del entrañable cuento de Milne sobre Winnie the Pooh.

Todo comenzó cuando Xi visitó Estados Unidos, y una imagen de Xi y el entonces presidente Barack Obama caminando juntos suscitó comparaciones con Winnie –un Xi corpulento– caminando con Tigger, un Obama larguirucho. Cualquier referencia al osito es, desde entonces, rápidamente eliminada en las redes.

La política de China se basa en negociaciones en la trastienda, una caja negra opaca a los ojos de la población y aún más, a la mirada occidental. El domingo comienza un Congreso que determinará el futuro político y económico de China, y por ello, del mundo. Nos mantendremos con los ojos y oídos bien abiertos para seguir los acontecimientos.

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