Irán
¿Podrían las protestas en Irán acabar con el régimen de los ayatolás?
Al igual que en Argelia o en Cuba, los movimientos revolucionarios que han llegado al poder por la fuerza, sobre el sacrificio de muchos mártires, en la terminología chií, no suelen abandonar su imperio con facilidad
En Irán, el 85 % de sus habitantes está por debajo de los 55 años. De hecho, más del 41 % tienen entre los 15 y los 40 años. La revolución islámica, con el retorno del ayatolá Jomeini, se produjo en 1979. La guerra entre Irak e Irán tuvo lugar entre 1980 y 1988. Existe una enorme brecha generacional entre los protagonistas de la creación de la república Islámica y las nuevas generaciones que no han vivido los dos hechos que marcaron el último cuarto de siglo del país persa.
A esto se suman los profundos problemas económicos que sufren los iraníes, por la falta de desarrollo y los efectos de las sanciones impuestas por el desarrollo nuclear del país, tras el abandono por EE.UU. de los acuerdos de Viena que propició el presidente Obama.
El antiguo primer ministro en tiempos de la guerra con Saddam Hussein, Mir Hossein Musavi, se convirtió en uno de los líderes de las protestas conocidas como el Movimiento Verde de Irán, en 2009.
La clase media que pide más libertad y democracia
Fueron reprimidas como lo fueron las manifestaciones de 2019, contra el aumento de los precios de los combustibles ese año, conocidas como «Noviembre Sangriento». Tanto las algaradas de estudiantes contra el cierre de periódicos, el Movimiento Verde de 2009 opuesto a los resultados de las elecciones presidenciales y posteriores tienen un protagonista mayoritario: la clase media que pide más libertad y democracia.
Otras, en los dos últimos años, fueron contra la escasez de agua en Juzestán, donde habita una mayoría étnica árabe, y en Isfahan en 2021, junto con protestas contra la subida del pan en 2022.
El descontento no se manifiesta solo contra los radicales. Las protestas de 2017-2018 por los gastos de manutención, que surgieron durante el gobierno moderado de Hassan Rohani, fueron alentadas por los conservadores. Fueron algunas de las manifestaciones más multitudinarias en Irán.
Nadie puede dudar del concepto islámico de Jatami, antiguo ministro de Orientación Islámica con Jomeini, el clérigo Rouhani y Musavi, pero son críticos con el golpe de timón que se produjo en agosto pasado cuando el actual presidente Ebrahim Raisi impulsó una aplicación más rigurosa del uso del hiyab, el velo de las mujeres.
Mahsa Amini, mujer y kurda
La muerte de Mahsa Amini en una comisaría de la Policía de la moral, detenida por no llevar correctamente el velo, provocó protestas que fueron extendiéndose a las grandes ciudades de la nación. Ahora están ya en su quinta semana y para el próximo sábado, 22 de octubre, han sido convocadas de nuevo, a pesar de que las autoridades han silenciado las redes sociales que se usaban para convocarlas.
De hecho, las protestas han sido saludadas por el presidente francés, Emmanuel Macron, y el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, entre otros líderes mundiales. La organización Iran Human Rights cifra en más de un centenar los iraníes asesinados en los enfrentamientos con la policía durante los disturbios.
Consecuencias de la muerte de Amini
La muerte de Amini tiene tres consecuencias. Por un lado, la protesta por la situación de la mujer, por otro, el lamentable nivel de vida de la mayor parte de la población y, por último, pero no menos importante, las viejas reivindicaciones de la minoría kurda que habita en el país y ve cómo sus hermanos en Irak consiguen cuotas de autogobierno que le son negadas.
Las nuevas demostraciones son trasversales. Las apoyan grupos populares y agrupaciones políticas dentro y fuera de Irán
Las nuevas demostraciones son transversales. Las apoyan grupos populares y agrupaciones políticas dentro y fuera de Irán. La clase alta iraní también está implicada, dado que el núcleo de la protesta gira en torno a los más de cuarenta millones de mujeres iraníes.
Las protestas de ahora fueron precedidas por otras contestando a la mala situación económica de maestros, jubilados y campesinos, entre otros grupos. La inflación es alta y el gobierno ha reducido la asistencia social y otros servicios.
El presidente Raisi dulcificó su postura reuniéndose con la familia Amini e iniciando una investigación para determinar la causa de su muerte, dado que el padre de la víctima acusa al régimen de encubrimiento.
También el presidente del parlamento iraní, Mohammed Baqir Qalibaf, se ha comprometido a investigar esa muerte y realizar ciertas reformas en las leyes relativas al hiyab. Como detalle nimio, a una de las escaladoras más destacadas de Irán le detienen por competir sin velo.
El sostén de la república
El Estado persa cuenta con el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán (Sepah Pasdaran Engelab Islami), una fuerza militar de élite con ramificaciones exteriores en Siria, Líbano, Yemen, Irak y otros lugares. Tiene nivel de ministerio y controla, además de los programas nucleares y de misiles, buena parte de la economía. También dispone de la policía, el ejército y los comités de barrio.
Las bayonetas sirven para muchas cosas pero no para sentarse sobre ellas
El gobierno no puede limitarse a la represión y culpabilizar únicamente a la conspiración exterior. Las bayonetas sirven para muchas cosas, pero no para sentarse sobre ellas.
El régimen persa habrá de hacer reformas antes que un movimiento reivindicativo se transforme en un movimiento revolucionario. Las protestas tendrán nuevas ediciones y los antidisturbios y el Sepah atacan los síntomas, pero no la causa de la enfermedad.
Al igual que en Argelia o en Cuba, los movimientos revolucionarios que han llegado al poder por la fuerza, sobre el sacrificio de muchos mártires, en la terminología chií, no suelen abandonar su imperio con facilidad.