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El presidente ruso, Vladimir Putin, tras anunciar el decreto de ley marcial en los territorios ucranianos ocupadosAFP

239 días de guerra en Ucrania

Ley marcial, deportados y escudos humanos: el plan del Kremlin para acabar con la nación ucraniana

La ley marcial decretada por Vladimir Putin esconde un plan para sustituir la población ucraniana por rusa en los territorios ocupados

La ley marcial decretada por el presidente ruso, Vladimir Putin, en los territorios ucranianos ocupados por sus tropas esconde un objetivo siniestro: la expulsión de la población ucraniana y su sustitución por ciudadanos rusos.

El decreto firmado por Putin implica la prohibición de los ciudadanos a abandonar los territorios, establece que todos los recursos de las cuatro regiones afectadas, Jersón, Zapoiryia, Donetsk y Lugansk, se pondrán al servicio del Ejército, y permitiría la movilización de todos los varones mayores de edad.

Con el decreto en la mano, las autoridades prorrusas pueden obligar a los ucranianos a incorporarse al Ejército y mandarlos a la guerra para morir a manos de sus compatriotas.

La noticia de la ley marcial se produjo horas después de que se conociera otra noticia que, a la luz de los hechos, está interrelacionada con el decreto firmado por el inquilino del Kremlin.

Se trata de la orden de evacuación de más de 50.000 civiles ucranianos en Jersón, ciudad sobre la que las tropas ucranianas están preparando una contraofensiva que, según señaló, Kiev, en su mayoría serán «deportados» a Rusia.

Se sumarán así a los más de 5 millones de ucranianos del sur y este del país que ya han sido obligados a abandonar sus hogares y forzados a redistribuirse a lo largo y ancho del extenso territorio de la Federación Rusa.

Entre los deportados hay miles de niños apartados de sus familias y entregados en adopción a familias rusas.

El argumento oficial de Moscú es que se trata de refugiados trasladados a Rusia para evitar que se encuentren en medio de los combates.

Sin embargo, los hechos contradicen la versión oficial. Los ucranianos deportados son internados en una primera etapa en los llamados «campos de filtración».

El término es un eufemismo para referirse a auténticos campos de concentración donde los civiles ucranianos son sometidos a intensos interrogatorios para localizar a «nacionalistas» ucranianos.

Aquellos que no superan el proceso, son encarcelados, sometidos a torturas, trabajos forzados y, en ocasiones, asesinados.

A los que superan el proceso, se les reparte por varias regiones rusas, muchas veces en las amplias áreas despobladas de Siberia, la estepa asiática o el extremo oriente ruso, donde, desprovistos de todo contacto cultural con otras comunidades ucranianas, son sometidos a un proceso de reeducación y rusificación.

Según el Institute for the Study of War (ISW), la estrategia del Kremlin es que los ucranianos deportados no regresen jamás a sus hogares.

Para ello, el viceprimer ministro ruso, Marat Khusnullin, anunció el 18 de octubre que los civiles ucranianos en Jersón transferidos a Rusia «recibirán cupones de vivienda, apoyo material y otra compensación financiera no especificada por dejar Jersón para vivir, trabajar y comprar casas en Rusia».

El objetivo del Kremlin es anexionar en Ucrania un territorio prácticamente vacío que, posteriormente, repoblaría con ciudadanos procedentes de la Federación Rusa. El proceso de limpieza étnica y cultural afecta, incluso, a los museos ucranianos.

Las autoridades rusas, apunta el ISW, han dado orden a los museos locales de los territorios ucranianos ocupados para que transfieran sus colecciones a museos rusos.

La estrategia ya la anunció el mismo Putin en 2014, cuando anexionó Crimea. Entonces, en una entrevista concedida a la televisión rusa, afirmó que usaría a los propios ciudadanos ucranianos como escudos humanos frente al Ejército ucraniano.

«¡Vamos a ver si alguien en su Ejército dispara contra su propia gente! Nosotros nos quedaremos detrás de esas personas (de los civiles). No delante, detrás. Y que intenten disparar contra mujeres y niños», afirmó notablemente encolerizado.

El mismo presidente Putin afirmó, en un discurso previo a la invasión del 24 de febrero, que la nación ucraniana no existe, y que los ucranianos son, en realidad, rusos de frontera. Lo mismo sucede con el idioma ucraniano que, en opinión de Putin, es un dialecto del ruso.

El Gobierno de Kiev es plenamente consciente de esta estrategia. Saben que todos los ciudadanos ucranianos trasladados a Rusia tendrán muy difícil regresar a sus hogares algún día, ya que el Kremlin los trata como rehenes. Cinco millones de rehenes.

Por ello, las autoridades ucranianas de la región de Jersón han pedido a los vecinos de la ciudad que ignoren la orden de evacuación y que permanezcan en sus hogares.

El jefe de la Administración Regional Militar de Jersón, Yaroslav Yanushevich, fue muy claro: «Ciudadanos de Jersón, os pido que ignoréis todo lo que os digan o exijan los ocupantes. Quieren tomar a nuestra gente como rehenes y usarlos como escudos humanos».