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Vladimir Putin Presidente ruso

El presidente ruso, Vladimir PutinAFP

239 días de guerra en Ucrania

Putin aprieta la soga a los ciudadanos con un decreto de seguridad que aumenta la represión en toda Rusia

Además de establecer la ley marcial en los territorios ocupados en Ucrania, el Kremlin ha restringido derechos y libertades en toda Rusia, y ha dado al Ejército poderes casi ilimitados

Tres son las patas de la nueva estrategia del Kremlin para frenar la pérdida de territorio ocupado a manos de las tropas ucranianas y tratar de recuperar la iniciativa en el campo de batalla.

La primera de esas patas son los bombardeos contra objetivos civiles en ciudades ucranianas alejadas del frente con el objetivo de destruir su infraestructura eléctrica mediante impactos de misiles y drones kamikaze.

La segunda pata es el Grupo Wagner, al que se le ha dado un inusitado protagonismo ante la incapacidad del Ejército regular ruso y que está logrando avances puntuales en Donetsk.

La tercera pata de la estrategia de Putin es la ley marcial decretada ayer en los territorios ucranianos ocupados.

Sin embargo, la letra pequeña del decreto de seguridad va más allá de las regiones ocupadas por Rusia en Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk.

Rusia ha incrementado los niveles de seguridad en varias regiones en toda Rusia con un objetivo: apretar el lazo alrededor de los cuellos de los ciudadanos rusos y atajar toda tentación contestataria ante la deriva que está tomando la obsesión de Putin con Ucrania.

Después de las cuatro regiones ucranianas con ley marcial, Rusia ha establecido el segundo nivel de seguridad en las regiones rusas fronterizas con Ucrania, es decir, Belgorod, Bryansk, Krasnodar y Rostov. También en la península de Crimea, anexionada en 2014.

En dichos territorios se ha declarado el «nivel medio de respuesta», que implica, además de medidas de refuerzo en el ámbito de seguridad y orden público, restricciones a la circulación del tráfico y entrada y salida de personas, apunta la BBC.

En el centro y sur de Rusia, también en la ciudad de Moscú, se ha establecido el siguiente novel de seguridad, el de «disposición aumentada», con registros de vehículos, restricciones al tráfico y medidas más estrictas de seguridad del orden público.

El resto del país, básicamente el norte de Rusia, Siberia y el Extremo Oriente ruso, se mantendrá el nivel más bajo de seguridad.

Según señaló el Institute for the Study of War, en las áreas de nivel máximo y medio, el decreto firmado por Putin establece «medidas de movilización en la esfera económica» para dar apoyo a la movilización parcial de al menos 300.000 hombres.

El decreto prevé también «el control gubernamental de la infraestructura de transporte y comunicaciones, así como una mayor seguridad alrededor de los edificios gubernamentales y otras infraestructuras críticas».

En los territorios ucranianos ocupados, en virtud de la ley marcial se establecerán cuarteles generales de defensa territorial. Los líderes regionales también están autorizados a adoptar medidas para la defensa territorial y civil.

Mediante el decreto, el gobierno también podrá emprender «el reasentamiento temporal» de civiles de forma obligatoria.

En la práctica, el decreto fortalece el aparato represivo en Rusia con la escusa de la «operación militar especial» de Rusia en Ucrania que, por otra parte, impulsó el mismo Putin.

Ello implica el nuevo decreto de seguridad es una mayor restricción de derechos y libertades para los ciudadanos y mayores poderes al Ejército para imponer medidas de seguridad sin control y para emprender nuevas movilizaciones forzadas de la población.

Vladimir Putin y sus cortesanos temen un estallido social que ya ha mostrado sus primeros síntomas en regiones lejanas pobladas por minorías étnicas, las más afectadas por la movilización. También en las grandes ciudades de la Rusia europea, Moscú y San Petersburgo, se han producido protestas, aunque menos problemáticas.

Rusia teme que un descalabro militar en Ucrania provoque un efecto dominó que alimente los movimientos independentistas latentes en regiones poco identificadas con el «mundo ruso».

Para evitarlo, el Kremlin está constituyendo «sedes operativas» a lo largo y ancho de la geografía rusa desde donde las fuerzas armadas puedan actuar con mayor libertad para garantizar la seguridad ciudadana, y que nadie levante la voz.

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