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La primera ministra británica, Liz TrussAFP

240 días de guerra en Ucrania

El Kremlin humilla a Truss en su despedida: «Será recordada por su catastrófico analfabetismo»

El ministerio de Exteriores ruso define a Liz Truss como una «desgracia» y una «vergüenza»

El Kremlin recibió la dimisión de Liz Truss como primera ministra del Reino Unido con regodeo y burlas.

«Gran Bretaña nunca ha conocido semejante desgracia de primer ministro». «Era una vergüenza». «Será recordada por su catastrófico analfabetismo». Son solo algunas expresiones que le dedicó la portavoz del ministerio ruso de Exteriores, Maria Zakharova, a Liz Truss después de su renuncia, informé The Moscow Times.

En sus 45 días al frente del gobierno británico, Truss continuó con la línea marcada por su predecesor, Boris Johnson, de condena a Rusia por su invasión a Ucrania, y de apoyo sin fisuras al gobierno encabezado por Volodimir Zelenski.

Sin embargo, el Kremlin le tenía ganas a Truss, sobre todo, por su etapa al frente del ministerio de Exteriores.

Fue en esa época cuando Truss se mostró implacable con Moscú por su agresión contra Ucrania y su retórica sobre el empleo de armas nucleares en la guerra.

Reino Unido se convirtió en el caballo de batalla de Rusia, y el Kremlin no dejó escapar la oportunidad de dejar en evidencia a la diplomacia británica siempre que ha podido.

Fue el caso de la reunión entre Truss y el ministro ruso de Exteriores, Sergéi Lavrov, en Moscú, semanas antes de comenzar la invasión.

Lavrov decidió tenderle una trampa a Truss para dejarla en ridículo, y la ministra británica picó el anzuelo.

Ante la negativa británica, y del resto de países de la OTAN y de la Unión Europea, de reconocer la anexión rusa de Crimea y la independencia del Donbás, el jefe de la diplomacia rusa le preguntó a Truss durante la rueda de prensa si reconocía la soberanía rusa de las regiones de Rostov y Voronezh.

El error, además de dejar a la jefa de la diplomacia británica como una ignorante, obligó a la embajada británica en Moscú y al ministerio británico de Exteriores a emitir una aclaración y rectificación: «Se trató de un malentendido».

Un pletórico Sergéi Lavrov aprovechó para acusar a Truss de no haberse preparado la reunión y de viajar a Moscú sin ninguna propuesta que hacer: «Estoy decepcionado, ha sido como una conversación entre un mudo y un sordo».

Ahora, el ministerio de Exteriores le dedica a Trus en su despedida una última humillación: «Será recordada por su catastrófico analfabetismo».