244 días de guerra en Ucrania
La extraña ronda de llamadas del ministro ruso de Defensa con sus homólogos de la OTAN
Algo se mueve en los oscuros pasillos del Kremlin cuando el ministro de Defensa ruso, y amigo personal del presidente Vladimir Putin, Sergéi Shoigú, ha llamado a varios homólogos de miembros de la OTAN en unos pocos días.
242 días de guerra en Ucrania
Rusia denuncia ante Francia y Turquía la posibilidad de que Ucrania use una «bomba sucia»
El pistoletazo de salida lo dio con el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin. Después les tocó el turno a los ministros de Defensa de Francia, Turquía y Reino Unido.
La selección no es casual. Son los cuatro países más poderosos de la OTAN y con mayor capacidad de disuasión y control estratégico.
Estados Unidos, Francia y Reino Unido son las tres potencias de la OTAN con armas nucleares. Turquía carece de disuasión nuclear, pero cuenta con un arma, tal vez, igual de convincente: la llave de los estrechos del Bósforo y Dardanelos.
Según el ministerio de Defensa ruso, Shoigú compartió con sus homólogos su preocupación de que Ucrania emplee una bomba sucia –un arma con explosivo convencional mezclado con sustancias tóxicas o radiactivas– como parte de un ataque de bandera falsa.
«Se discutió la situación en Ucrania, que tiene una tendencia constante hacia una mayor escalada incontrolada», señaló el ministerio de Defensa ruso por medio de un comunicado.
En todas las llamadas, señaló el comunicado ruso, Shoigú compartió sus «preocupaciones sobre posibles provocaciones de Ucrania con el uso de una bomba sucia».
Sin embargo, Estados Unidos rechazó las insinuaciones rusas y afirmó que la acusación de que Kiev pretendía explotar una bomba sucia es «simplemente falsa».
También el ministro ucraniano de Exteriores rechazó la acusación y recordó que «con frecuencia, los rusos acusan a otros de lo que ellos mismos planean hacer».
Zelenski también reaccionó a la acusación de Shoigú y aseguró que «si Rusia advierte que, supuestamente, Ucrania está preparando algo, solo puede significar una cosa: Rusia ya lo ha preparado todo».
Además, recordó que, en el conflicto ucraniano, el único que tiene capacidad para efectuar un ataque nuclear es Rusia.
Pese a todo, Rusia sigue con su estrategia para desprestigiar a Ucrania y, por medio del ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, llevará la cuestión ante la ONU.
Los think tank cercanos a los servicios secretos de los aliados de la OTAN señalan que la extraña serie de llamadas de Shoigú a sus homólogos de la Alianza responderían a un intento de intimidar a los aliados de Ucrania para que dejen de brindarle apoyo económico y armamentístico.
Sin embargo, parece poco probable que esa estrategia para debilitar el apoyo occidental a Ucrania tenga posibilidades de éxito.
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La OTAN rechaza las acusaciones contra Ucrania y denuncia que Rusia busca un «pretexto para una escalada» nuclear
Una posible explicación para esta inusual ronda de llamadas a iniciativa rusa apunta a que el Kremlin esté preparando una fuerte escalada con una gran ofensiva en la que traspasaría varias líneas rojas.
Esas líneas rojas implicarían el empleo de algún tipo de arma de destrucción masiva o ataques contra objetivos estratégicos cuya destrucción sería catastrófica, como la central nuclear de Zaporiyia o la presa hidroeléctrica de Jersón.
Mediante la advertencia del empleo de la bomba sucia e, incluso, al llevar la falacia a la ONU, Rusia responsabilizaría a occidente de lo que pudiera suceder y el Kremlin se presentaría como actor pasivo que reacciona ante una situación que no ha provocado.
Sin embargo, cabe otra posibilidad. Ante la más que probable pérdida de la estratégica ciudad de Jersón en cuestión de días, Rusia se prepara para congelar el conflicto y enquistarlo durante meses o incluso años, hasta que, mediante una política de hechos consumados, la anexión de los territorios ocupados sea irreversible.
Para asegurarse de que los países occidentales fuerzan a Ucrania a un alto el fuego sin devolución de territorios, Rusia habría iniciado estos contactos con la OTAN que, bajo el disfraz de amenazas, acusaciones y mentiras, esconde un intento de poner fin a la guerra a corto plazo.