El eje franco-alemán no se endereza: la reunión entre Macron y Scholz acabó sin acercamiento
Francia y Alemania añoran los tiempos en que el eje franco-alemán pilotaba una Europa que avanzaba a velocidad de crucero en integración, desarrollo económico e influencia internacional.
Esos tiempos cambiaron con la pandemia de coronavirus, los años de Trump en la Casa Blanca, la invasión rusa de Ucrania y el final de la etapa de Angela Merkel al frente de la cancillería alemana.
El presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz, han tratado de recomponer puentes, con un almuerzo en París, rotos, precisamente, por las políticas energéticas definidas como insolidarias por parte de sus socios europeos para proteger a los ciudadanos y empresas alemanas.
La crítica que se realiza desde el resto de países de la Unión Europea, y en especial desde París, es que Alemania se puede permitir aplicar fuertes subvenciones a los ciudadanos y empresas alemanas gracias, precisamente, al músculo económico desarrollado por años de connivencia con los negocios gasísticos rusos.
Negocios que ahora han creado una dependencia energética letal de Europa hacia Rusia que, en resumidas cuentas, es la causa principal de la exorbitante subida de precios de la energía.
La reunión entre Macron y Scholz, sin embargo, no ha sido todo lo provechosa que pretendían ambos líderes.
El encuentro lo tenía todo para escenificar una reconciliación y una vuelta al eje Berlín-París. Buenas palabras por parte de ambos gobernantes: Una reunión «muy positiva e importante», señaló Scholz en Twitter.
«Las dos naciones están muy próximas», añadió sin aclarar si estaba exponiendo una obviedad geográfica o si realmente se había producido un avance en materia política.
La presidencia francesa, por su parte, se limitó a publicar un comunicado donde anunciaba lo que ya se sabía: que ambos mandatarios discutieron sobre la relación bilateral Francia-Alemania y que se habló de la crisis energética, la defensa europea y la situación en Ucrania.
La primera se refiere a la «excepción ibérica» del mercado de la energía que permite reducir la factura de la luz en España y Portugal y que Macron propone extender a todo el territorio comunitario. Scholz no quiere ni oír hablar del tema.
El segundo asunto se refiere al gasoducto MidCat que debería comunicar España con Europa por medio de la frontera francesa. Francia se opone a esa infraestructura y defiende, como alternativa, un gasoducto submarino entre Barcelona y Marsella para transportar hidrógeno.